LA PELÍCULA DE HOY: JOKER (2019)

Tras el incontestable éxito de las películas producidas por Disney sobre los personajes de Marvel, la Warner Bros no encontraba el rumbo adecuado para ofrecer una alternativa plausible a los aficionados del género, visto que el enorme esfuerzo económico empleado para su proyectos apenas habían encontrado respuesta favorable, a excepción de la primera parte de Wonder Woman.

Y es entonces, cuando, para reconducir el errático rumbo que parecía llevar a un abismo financiero, en un sorprendente giro, alejándose del mero cine de entretenimiento, se decidió apostar por películas más adultas.

En este sentido, la propia Warner ya había triunfado una década antes, cuando, de la mano del director Christopher Nolan, nos brindó una extraordinaria trilogía de películas sobre Batman, que tuvo en El caballero Oscuro (2008) el mejor exponente de que, pese a narrar historias de superhéroes, era posible hacer muy buen cine para paladares más exquisitos y menos infantiles, como treinta años atrás se había demostrado con el Superman de Richard Donner ( 1978)

No obstante, recientemente había sido otro personaje de Marvel, Lobezno ( aún no fagotizado por Disney , aunque poco le debe quedar ya) el que sería llevado a la pantalla en Logan (2017) empleando dosis de violencia que nunca habían sido vistas en el género, salvo en un tono de comedia, como en Deapool (2016)

Sea como fuere, a la Warner le pareció muy interesante abordar la figura del Joker desde una perspectiva adulta y lo que es aún más llamativo, en una película de orígenes.

Y así, se intentaría mostrar quién era antes de convertirse en el villano psicópata y némesis por antonomasia de Batman, lo cual resultaba complejo, si tenemos en cuenta que en los comics no siempre se había acertado a la hora de consensuar sobre su vida previa, siendo además tamaño misterio uno de los encantos del propio personaje de DC, proclive a confundir al prójimo con sus volubles historias.

No obstante, no sería aventurado aseverar que existieron ciertos recelos antes del estreno de Joker, toda vez que su director y coguionista, Todd Phillips, había triunfado en el género de la comedia facilona e irreverente, tras el éxito obtenido con la trilogía de Resacón en las Vegas.

Pero, como luego veremos, la película fue un rotundo éxito tanto de crítica, como de público y Phillips demostró con creces su talento para las películas del género dramático, como es el caso de Joker.

Surgido en las viñetas en 1940, y sin duda deudor del personaje de la película muda El hombre que ríe (1928 ) el Joker había sido un personaje recurrente en los comics de Batman, siendo posteriormente inmortalizado en el cine, con desigual acierto, por Cesar Romero, Jack Nicholson, Heath Letger y Jared Leto.

Pues bien, para encontrar al actor adecuado para reinventar el personaje, Todd Phillips solo tenía en mente a un único candidato, Joaquin Phoenix, que visto el resultado, no solo daría razón al director, sino que vería recompensado su enorme esfuerzo con un Oscar y un Globo de Oro.

Cierto es que otro de los reclamos del film era Robert De Niro, un actor de renombre que quizás esté en horas bajas, vista la mediocridad en la que se ha instalado, salvo contadas excepciones.

No obstante, Phoenix es el absoluto protagonista de Joker, hasta el punto de que durante el metraje es imposible encontrar una escena en la que no salga en pantalla. Y como quien dice, se come esa pantalla.

Siendo consciente de que para la recreación del desquiciado personaje, ya existía un elevado listón que el malogrado Heath Leger había dejado en El caballero oscuro, para encarnar a Arthur Fleck/Joker, el actor quiso emplearse a fondo, tanto física como mentalmente.

Y así, tuvo que adelgazar nada menos que treinta kilos, para llegar a los poco más de cincuenta que llegó a pesar durante el rodaje, mostrando un cuerpo desnutrido.

Y todo ello,unido a su media melena y a ese peculiar rostro mortificado por su labio leporino de nacimiento, dan como resultado a una persona, digna de lástima para el resto, en cuanto a su padecimiento, pero también de precaución, desconfianza y prejuicios en cuanto a su apariencia y comportamiento.

Ciertamente, lo más llamativo de todo es su carcajada involuntaria, motivada por un trastorno neurológico, probablemente una epilepsia gelástica, patología que provoca convulsiones y en ocasiones, una risa descontrolada.

No obstante, también pueden encontrarse estos síntomas en el síndrome de Angelman, la parálisis pseudobulbar, la esclerosis múltiple, ELA, Alzheimer ,Parkinson, el síndrome de Tourette o incluso debido a una severa adicción a drogas y alcohol.

Y esa alocada risa aparece y desaparece repentinamente, si bien en Joker parece venir asociada a un momento de ansiedad o tensión y rara vez a un hecho gracioso.

En la película parece deducirse que la enfermedad mental quizás tenga un componente endógeno, de tipo genético, toda vez que la madre de Arthur Fleck, siendo muy joven, había sido diagnosticada de una enfermedad mental.

Así, Penny Fleck padece psicosis delirante, y desorden narcisista de la personalidad, lo que sin duda avocaron en una erotomanía ( que ya hemos tratado en nuestro blog) con un enamoramiento obsesivo por su antiguo empleador, Thomas Wayne, a la sazón padre de Bruce/Batman.

Y si a ello le unimos el que, en cuanto a un componente endógeno, siendo niño, Arthur Fleck sufrió abusos y maltratos por parte de la pareja de su madre, el desaguisado mental en su cabeza estaba servido, solo controlado a medio de la ingesta de una fuerte medicación (nada menos que siete pastillas diarias) cuya privación, por falta de recursos sociales, tendrá una suma importancia para que la descompensación dé paso a la enajenación total y a su violento comportamiento.

Aparte de las ensayadas carcajadas, llama poderosamente la atención lo cuidada que está la interpretación de Phoenix, con ese tembleque de piernas inquietas e incluso un llamativo amaneramiento, cuando Athur Fleck interviene en público, ya como Joker.

Joaquin Phoenix ya era conocido en Hollywood por su errático periplo durante los últimos años, que había tenido como punto más álgido cuando decidió dejar su carrera como actor para dedicarse al hip hop; en este sentido, hace una década se estrenaba I´m still here, un extraño documental en el que, medio en broma, medio en serio, se daba rienda suelta a sus extravagancias.

Y durante el rodaje de Joker, fue tal su implicación con el personaje que ciertamente descentró al resto del equipo artístico, con innumerables improvisaciones, manteniendo una relación distante con el que siempre ha sido su ídolo, el propio Robert De Niro.

El caso es que Phoenix no aceptaba de buen grado tener que reunirse con otros miembros del reparto para leer en conjunto sus respectivos papeles, algo a lo que finalmente accedió de muy mala gana, tras la insistencia de De Niro.

Y a raíz de aquello, la relación entre ambos fue meramente profesional y nada afectiva, lo cual quizás resultaría beneficioso, de cara a plasmar con mayor convicción el tenso encuentro de sus dos personajes al final de la película.

La crítica pronto se deshizo en elogios hacia Joker, pese a que algunos quisieron ver en la película sospechosas reminiscencias tanto a El Rey de la comedia como Taxi Driver, ambas de Martin Scorsese, director que por cierto se ha despachado a gusto en contra del cine de superhéroes. Tampoco es que a Todd Phillips se le cayeron los anillos, al reconocer cierta inspiración en dichos films.

Pero no cabe duda que Joker sería objeto de especial seguimiento, máxime tras obtener un prestigioso premio a la mejor película del año, siempre asociado al cine de autor y para nada de masas, el León de Oro en el Festival de Venecia.

Y tal galardón ya presagiaba una provechosa andadura con el favor de propios y extraños, que alcanzó su cenit tras su estreno en salas, al superarse todas las expectativas.

Recientemente señalábamos en nuestro blog que la citada Deadpool, le había arrebatado en 2016 el primer puesto a La pasión de Cristo, en lo que se refiere a la taquilla de las películas clasificadas R, es decir, para adultos.

No apuntamos entonces que Deapool también debería ceder su puesto tras el estreno de otra película de la que también tratamos en el blog, It (2017) si bien el lenguaraz personaje de Marvel, lo volvería a recuperar en Deadpool 2 (2018)

Pues bien, con el estreno de Joker en el otoño de 2019, se pulverizaron todos los records, porque amén de relevar a It del primer puesto, obtuvo una recaudación de más de mil millones de dólares, con un presupuesto cercano a los sesenta.

Sin embargo, no todo fueron parabienes, en este mundo de haters, puesto que muchos aficionados al género de superhéroes vieron forzadas algunas escenas para vincularlas con el universo de Batman.

La opinión es libre no cabe duda, pero hay veces que debería comerse el orgullo para apreciar un trabajo muy bien hecho.

Como ya tuvimos oportunidad de advertir en nuestro blog, fue bastante sintomático de la convulsa era que nos está tocando vivir, el que también se criticara que en la banda sonora del film se incluía Rock and Roll part two, canción de Gary Glitter, artista que hoy cumple prisión por abusar de tres menores de edad.

Recordábamos entonces que precisamente ese fue uno de los temas que siempre se han escuchado para animar a los espectadores en los pabellones de la NBA.

Pues bien, nadie criticó la inclusión de dos canciones interpretadas por Frank Sinatra, cuyos vínculos con la Mafia son conocidos por todos, aunque ciertamente “La Voz” nunca sería encausado por ello.

Sin embargo, amén del elenco de conocidas canciones que componen el repertorio musical de Joker, lo que quedará para la historia del cine es la música compuesta por Hildur Guðnadóttir, que obtuvo un merecido Oscar.

Es la suya una melodía lánguida, perturbadora, casi lastimera, pero en ningún caso exenta de una enorme belleza y que acompaña el tortuoso discurrir del protagonista.

Curiosamente, la chelista islandesa había compuesto junto con Jóhann Jóhannsson la banda sonora de María Magalena, una apreciable película que pasó sin pena ni gloria, donde Joaquin Phoenix y Rooney Mara interpretan a Jesús y María Magdalena.

Vista la actitud de Phoenix, tanto dentro como fuera de los rodajes, a nadie le iba sorprender que pudiera dejar su particular sello durante las ceremonias de los premios a los que fue nominado.

Ya en los Globos de Oro, levantó ampollas con sus palabras de agradecimiento:

“A mis compañeros nominados, sabéis que no es una puta competición. Es algo que se crea para vender publicidad durante el show”

“Todd, fuiste un increíble amigo y colaborador, y me convenciste para hacer esta película, me empujaste a darlo todo y ser sincero, y soy como un grano en el culo, no puedo creer que me aguantaras, estoy en deuda contigo.”

“Está muy bien votar pero tenemos que asumir la responsabilidad de nuestros actos y hacer cambios y sacrificios en nuestras propias vidas… Espero que podamos hacer eso. No necesitamos volar en jets privados para ir a Palm Springs”

Y en la noche del 9 de febrero del 2020, tras superar a sus colegas Antonio Banderas, Leonardo DiCaprio , Adam Driver y Jonathan Pryce, se acordó, entre otros, del ganado vacuno:

“Creo que nos hemos desconectado mucho del mundo natural, y muchos de nosotros, de lo que somos culpables es de una cosmovisión egocéntrica: la creencia de que somos el centro del universo. Entramos en la naturaleza y la saqueamos por sus recursos. Nos sentimos con derecho a inseminar artificialmente a una vaca, y cuando ella da a luz, le robamos a su bebé, a pesar de que sus gritos de angustia son inconfundibles. Luego, tomamos su leche, que está destinada para su cría, y la ponemos en nuestro café y nuestro cereal, y creo que tememos la idea del cambio personal porque creemos que tenemos que sacrificar algo para renunciar a algo»

E igualmente hizo reflexión autocrítica sobre su comportamiento pasado:

«He sido un sinvergüenza en mi vida. He sido egoísta, he sido cruel a veces, una persona difícil para trabajar y malagradecida….. muchos de ustedes en esta sala me han dado una segunda oportunidad. Y creo que ahí es cuando estamos en nuestro mejor momento, cuando nos apoyamos mutuamente, no cuando nos cancelamos por errores pasados, sino cuando nos ayudamos a crecer, cuando nos educamos, cuando nos guiamos hacia la redención. Eso es la mejor de la comunidad».

Tras la entrega, Phoenix, en vez de acudir a las elitistas galas que se organizan en Hollywood para los premiados, prefirió cenar unas hamburguesas veganas con su pareja, la actriz Rooney Mara.

Eso se llama predicar con el ejemplo, sí señor. Lo demás, cuento.

Joker partía con once nominaciones y todo apuntaba a que podía convertirse en la gran triunfadora de la noche de los Oscars, aunque, como hemos visto, solo pudo conformarse con los dos citados premios, a mejor actor y mejor banda sonora.

Y es que la sorpresa de la ceremonia fue Parásitos, que no solo se llevó los Oscars correspondientes a la mejor película, director y guión original, sino también el de mejor película extranjera, algo ciertamente insólito.

Pero al margen de la indiscutible calidad de la película surcoreana, cierto es que el mensaje transmitido por Joker, era el de una película incendiaria y revolucionaria, con un marcado componente antisocial, e incluso antisistema. Y eso siempre pasa factura.

Decimos esto porque pese a los esfuerzos de los académicos por transmitir la imagen de una sensibilización ante los problemas de la sociedad, la película era un torpedo dirigido a la línea de flotación de una cuadriculada mentalidad norteamericana que siempre glorifica el triunfo personal, por encima del colectivo.

Y todo ello, justo antes del inicio de la pandemia y a la espera de las elecciones a la Presidencia, cuando nadie podía vaticinar que los halagüeños resultados económicos de Donald Trump se irían a hacer gárgaras y los conflictos de su país le privarían de la reelección, afortunadamente.

Cierto es que la película transcurre en un momento indeterminado y en un lugar ficticio, Gotham.

No obstante, el espectador puede captar de inmediato que se trata de los años ochenta y de una decrépita e insegura ciudad de Nueva York, repleta de basura y delincuencia, en un momento de suma crispación, similar al que podemos estar viviendo en estos momentos, en el que el ciudadano se ve impotente ante el devaneo de sus representantes políticos.

Lo preocupante del caso es que la ficción se aproxima peligrosamente a la realidad, en especial en los tiempos tan difíciles que nos ha tocado vivir por culpa del bicho.

Y para ello basta con detenerse en la conversación que al principio de la película tiene Arthur Fleck con la asistente social, a propósito de los conflictos existentes en la ciudad.

¿Es cosa mía o el mundo cada vez está más loco?

La gente está enfadada. Lo están pasando mal. No hay trabajo.

No sería absurdo decir que para alguien que tenga un mínimo de sensibilidad como persona y gusto por el cine de calidad como cinéfilo, el visionado de la película le puede dejar una sensación placentera y perturbadora a la vez, lo cual es una evidente paradoja.

Y es que si bien el espectador ha de ser consciente de que ha visto una muy buena película, impecablemente filmada e interpretada, en el fuero interno de cada uno no puede desterrarse cierta empatía por el sufrimiento personal de alguien que desde niño ha sufrido como pocos, pero con un brutal destino, en cuanto que se convierte en un despiadado criminal.

Así, abandonado por su madre y por una administración para la que solo es un número más, de tantos enfermos mentales, necesitados de permanente ayuda, no solo médica, sino psicológica para combatir su aislamiento social y depresión, su labilidad emocional se materializa en una sonora carcajada que incomoda a cualquiera que pueda escucharla y que salvo una tos o un vómito no lo remedien, puede durar varios minutos.

Pero es que además, la imagen que se nos da de Athur Fleck es el de una buena persona, que tan solo quiere hacer reír a los demás con sus monólogos y que se encuentra con que precisamente su risa es lo que supone su perdición: la agresión física de otros, el desprecio de su conciudadanos y la humillación de su ídolo televisivo.

Al respecto, se pronunciaba Joaquin Phoenix en una entrevista:

«Es difícil no simpatizar con alguien que experimentó ese nivel de trauma infantil……… Para alguien en ese estado, ¿significa que sus acciones tienen sentido o están justificadas? Obviamente no. Hay un punto en el que cruza la línea donde ya no puedo seguir a su lado. Pero me permitió acercarme a él con menos juicio y más compasión que la que tenía cuando leí el guion»

En suma, la denigración de un enfermo mental por parte de una sociedad hostil y clasista que ve como el caos de su delirante cuaderno de anotaciones se traslada a su mente, al tiempo que el populacho, alejado de la clase alta, clama por un líder que ha osado en cruzar la línea, para atacarla con brutalidad y sin piedad.

Pero siendo una víctima invisible para el resto y que, como el propio Arthur Fleck manifiesta, solo tiene sentimientos negativos, alivia su padecimiento, no ya como medicamentos, sino a través de la violencia que emplea como implacable verdugo, tras borrar para siempre la línea que había cruzado.

Y la felicidad de Fleck, como Joker, constituye un enorme peligro para los que se crucen en su imprevisible camino.

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