Es un atentado continuado contra la dignidad de una persona, creando un entorno intimidatorio, humillante , ofensivo y excluyente para la víctima.
Actos de tal vileza, deben ser erradicados de inmediato para evitar que su consolidación en el tiempo genere tal desasosiego que impidan el normal desarrollo de una vida.
El uso global de las nuevas tecnologías ha incrementado el ciberacoso que se suma al tradicional acoso telefónico y por contacto directo.
Es cada vez más usual servirse de términos anglosajones para definirlo: stalking, grooming, cyberbullying, sexting, mobbing…
Con buena imagen ante los demás, son crueles, egocéntricos y carentes de empatía y madurez emocional, alojando en su interior una naturaleza psicopática y un profundo complejo de inferioridad que revelan su manifiesta mediocridad e infelicidad.
Provienen de un entorno desestructurado y carente de educación en valores y actúan a través de la violencia física y psíquica: el desprecio, la descalificación, la coacción, la amenaza y la exclusión.
Apenas improvisan y siguen un plan preconcebido, jugando al despiste para que la víctima se confíe.
Siendo menores de edad cuentan con la colaboración de otros, que participan de modo gregario y activo, pasando de ser meros testigos y encubridores del acoso a cómplices y coautores.
Expertos en manipular la realidad y negar la evidencia, son o serán maltratadores físicos o psicológicos de sus parejas y familiares.
Jamás pedirán perdón ni expresarán remordimiento por lo sucedido, hasta que se vean descubiertos y acorralados.
Aunque no depende del carácter o personalidad de la víctima y cualquier persona puede padecer acoso, los sectores de población más vulnerables son los menores de edad, los ancianos y quienes sufren violencia de sus parejas o familiares.
Quien acosa fija su atención y diana en otra persona que destaca por algún aspecto diferenciador de la mayoría y tratará de avergonzarla y humillarla ante el resto, convirtiéndola en un chivo expiatorio.
Toda víctima de acoso tiende al aislamiento tras sentirse injustamente culpable de algo que no ha provocado.
El incremento de acoso en patios de colegios e institutos empieza a ser alarmante y se extiende más allá de las horas de clase mediante el uso de los dispositivos móviles y las redes sociales.
Las víctimas de acoso escolar sufren una pérdida de autoestima que afecta a la concentración y a su rendimiento académico, llegando a negarse a volver a clase.
Si no se ataja el problema peligrarán su maduración y desarrollo intelectual. La mayoría de menores acosados se convertirán en niños o adolescentes pesimistas, irritables, desconfiados e introvertidos.
Muchos adoptarán patrones de comportamiento agresivo y violento.
Algunos formarán parte del grupo de riesgo de consumo y adicción al alcohol y drogas.
El acoso escolar constituye una verdad incomoda tanto para muchos docentes y directores como para la propia Administración; su pasividad genera una victimización secundaria que obliga a los progenitores a cambiar de centro a sus hijos.
El acoso sexual persigue hostigar a otra persona para mantener relaciones íntimas, siendo especialmente vulnerables los menores de edad, que alojan sus fotografías y videos más personales en internet, dejando huellas imposibles de borrar, al alcance de de organizaciones criminales de corrupción de menores y de depredadores sexuales que fingen ser como sus víctimas para ganarse su confianza.
Quien posea mínimos conocimientos informáticos podrá manipular y difundir esas fotografías y videos como medio de chantaje económico o sexual o por despecho.
Son frecuentes las situaciones de acoso en el ámbito de las relaciones laborales y del funcionariado, entre superiores y empleados y entre compañeros.
La mayoría de las veces el empleado se ve sometido a injustificadas reducciones de salario, supresión de vacaciones o cambios en su puesto de trabajo para forzar su abandono voluntario, sin derecho a indemnización.
Las mujeres trabajadoras pueden sufrir discriminaciones cuando deban reducir su jornada laboral por su embarazo o maternidad.
El trabajador que acepta la precariedad laboral puede sufrir una baja por depresión, ante la pasividad de sus compañeros que, por miedo a represalias, encubren situaciones laborales denigrantes.
En el ámbito de la administración son frecuentes las discriminaciones de funcionarios o trabajadores por no comulgar con el ideario político o por denunciar episodios de corrupción.
En ocasiones se producen situaciones de acoso sexual en las relaciones laborales y funcionariales.
Una vez que los profesionales actúen en tu nombre, despreocúpate y centra tu atención en los demás ámbitos de tu vida que se han visto afectados. MERECES SER FELIZ