En la década de los ochenta la opinión pública del mundo entero le puso rostro al irlandés Bob Geldof, «alma mater» de la iniciativa solidaria de más calado de la historia de la música y que tuvo como resultado la organización de conciertos en Estados Unidos e Inglaterra, bajo la denominación de Live Aid, para reunir a lo mejor de la música pop y rock de entonces.
Sin embargo, Geldof ya se había dado a conocer como actor ocasional para la mítica película The Wall, de Alan Parker y como líder del grupo The Boomtown Rats, cuyo mayor éxito posee un título que es toda una declaración de intenciones en cuanto que reflexión universal de todo aquel que inicia una jornada matutina de un lunes no feriado.
Pues bien, pocos saben que Geldof compuso una canción que fue número uno en las listas de más de una decena de países a raíz de una trágica noticia de la que el cantante tuvo conocimiento en enero de 1979.
Una noticia que había conmocionado a una nación, la norteamericana, que si bien ya se estaba acostumbrando, desgraciadamente, a los tiroteos en centros escolares, nuevamente se llevaba las manos a la cabeza ante la idea de una nueva matanza, tan absurda como otras.
Pero es que además la tragedia tenía un componente añadido, insólito e inédito, visto que su autoría se atribuía a una joven de tan solo dieciséis años , algo que no encajaba en los perfiles y patrones de quienes cometen este tipo de actos tan irracionales.
La adolescente en cuestión se trababa de Brenda Ann Spencer, que se había encontrado semanas antes con un regalo navideño por parte de su padre, con quien convivía tras un divorcio que había roto su unidad familiar años atrás.
Un regalo que parece impensable para nuestras latitudes tan ajenas y distantes de una nación joven y forjada a base de la violencia de las armas en un vasto territorio de fronteras: un fusil semiautomático con mira telescópica y una munición compuesta por quinientos proyectiles.
El rostro de la ficha policial de Brenda tras ser detenida reflejaba la frialdad y crueldad de alguien que de forma indiscriminada a las ocho y media de la mañana de un lunes 29 de enero de 1979 había comenzado a disparar desde una ventana de su casa a quien pudiera acertar del infantil gentío que se encontraba acudiendo como cada día escolar a un centro de Primaria de San Diego ubicado frente al edificio donde vivía.
Tras abrir fuego y disparar casi cuarenta proyectiles fueron ocho los niños que resultaron heridos, así como un oficial de policía, corriendo peor suerte otros dos adultos que trabajaban en la escuela: el Director y un conserje.
El asedio de las fuerzas policiales no se hizo esperar y tras una larga espera de seis horas en las que el negociador cobró especial importancia, la joven decidió entregarse.
No fueron entonces pocos los que alucinaron al ver que quien era detenida y llevada esposada se trataba de una chiquilla de gafas, con una larga cabellera pelirroja que portaba una gorra y vestimenta de combate, con un aspecto que ahora muchos calificarían con crueldad de “nerd”, esto es, friqui.
Al ser interrogada por tamaña salvajada, su respuesta fue demoledora, al tiempo que se encogía de hombros, restándole importancia a su irracional acto: «No me gustan los lunes. Sólo lo hice para animarme el día….»
Luego añadiría:» No tengo ninguna razón más, sólo fue por divertirme, vi a los niños como patos que andaban por una charca y un rebaño de vacas rodeándolos, así que eran blancos fáciles para mí».
Brenda, que actualmente cuenta con sesenta y dos años, continúa cumpliendo pena de prisión tras haber sido condenada a cadena perpetua, y no haber conseguido rebajar su estancia por sus problemas de epilepsia y una supuesta ingesta de alcohol al tiempo de cometer los hechos que nunca pudo acreditar.
Tampoco hizo mella en los tribunales de cara a una libertad condicional la amarga queja de que en la infancia había sufrido abusos sexuales por parte de su alcohólico padre, que si bien negó tales graves acusaciones, a bien seguro que se arrepintió de aquel envenenado regalo de la navidad de 1978.
Como decíamos al inicio, la canción compuesta por Geldof tuvo un enorme éxito, constituyendo su estribillo casi un himno que se plasmó en el video promocional recurriendo a un coro intantil.
Un video dirigido por David Mallet, uno de los mejores realizadores de videoclips como tuvo ocasión de demostrar tras trabajar con los más grandes, como The Rolling Stones, Queen, Roxy music, David Bowie, Iron Maiden, Kiss o Bondie, entre otros muchos de relevancia.
Te traducimos al castellano la letra compuesta en su inglés original
El chip de silicona dentro de su cabeza se cambia a sobrecarga
Y nadie irá a la escuela hoy, ella hará que se queden en casa
Papi no lo entiende, él siempre decía que ella era buena como el oro
Y él puede ver, sin razones, porque hay, sin razones
¿Qué razones necesitas que te muestren?
Dime por qué no me gustan los lunes
Quiero derribar todo el día
La máquina Telex se mantiene tan limpia
y escribe a un mundo que espera
Y mamá se siente tan sorprendida, el mundo del padre está sacudido
Y sus pensamientos se vuelven hacia su propia niña
Dulces 16 en el melocotón entusiasta
No, no es tan bueno admitir la derrota, No pueden ver razones
Porque no hay razones, ¿Qué razón necesitas?
Abajo, abajo, derríbalo todo
Y todo el juego se detuvo en el patio de recreo ahora
Quiere jugar un rato con sus juguetes
Y la escuela termina temprano y pronto estaremos aprendiendo
Y la lección de hoy es cómo morir
Y luego el megáfono crepita y el capitán aborda
Con los problemas y los cómo y por qué
Y él no puede ver razones, porque no hay razones
¿Qué razón necesitas para morir, morir?
El chip de silicona dentro de su cabeza se cambia a sobrecarga
Y nadie irá a la escuela hoy, ella hará que se queden en casa
Papi no lo entiende, él siempre decía que ella era buena como el oro
Y él puede ver, sin razones, porque hay, sin razones
¿Qué razones necesitas que te muestren?