Recientemente, hemos sido testigos de un hecho ciertamente insólito, dentro de esta vorágine de exaltación y desmesura en cuanto a la aclamación popular del que dicen ha sido el mejor futbolista de la historia, fallecido recientemente, a la edad de sesenta años: Diego Armando Maradona.
Así, mientras que en todos los campos de juego del mundo, en memoria del astro argentino se ha guardado un minuto de silencio, antes del inicio del encuentro, Paula Dapena, una jugadora de veinticuatro años del modesto equipo de fútbol gallego Viajes Interrías FF, aprovechó dicho instante para protagonizar una escena que ha dado la vuelta al mundo.
Y lo que hizo Paula, fue, ni más menos, que sentarse y dar la espalda a la grada, mientras el resto de jugadoras sí guardaban el respetuoso minuto de silencio, momento que fue fotografiado y hecho viral de inmediato en las redes sociales y otros medios de comunicación, copando la noticia muchas portadas y espacios radiofónicos y televisivos.
La jugadora, aclararía posteriormente su gesto, echando más leña al fuego y, nunca mejor dicho, más carne argentina al asador.
«En cuanto me enteré que habría un acto en su memoria me negué a guardar ese minuto de silencio por un violador, pedófilo, y abusador», «Para las víctimas no se guardó ni un minuto de silencio; así que, obviamente, no estoy dispuesta a guardarlo por un abusador y no por las víctimas», manifestó al medio PontevedraViva.
Más adelante daremos nuestra opinión sobre su gesto y el contenido de estas palabras, pero lo hecho y dicho por la jugadora encontraron una desproporcionada e injustificada respuesta en este estercolero en que se ha convertido las redes sociales.
Y es que la jugadora no tardará en recibir graves amenazas, tal y como reconocería la chica en el programa radiofónico Tiempo de Juego, de la Cadena Cope.
“Mis compañeras me están apoyando y defendiendo en las redes sociales de todas las amenazas que están llegando, incluso le están llegando a ellas. Por instagram, twitter, facebook… me están llegando amenazas de todo tipo, desde voy a encontrar la dirección de tu casa y voy a partirte las piernas hasta te voy a mandar a tres negros a que te violen o amenazas de muerte”
Y preguntada sobre su opinión sobre Maradona, la chica fue concluyente:
«Yo creo que la persona es tanto lo que es fuera como lo que es dentro del campo. Es algo que no se puede separar. Por desgracia las cosas que hacen fuera del campo manchan la trayectoria deportiva de los jugadores. Es mi opinión. En este caso, no podía ser menos. La persona es la misma. Para mí, un deportista tiene que tener unos valores y unos principios antes de valorar sus claras habilidades futbolísticas, que obviamente estoy de acuerdo que son espectaculares y no se comparar con otro jugador» “las imágenes pegando a su exmujer, en fotos con menores desnudas, son imágenes que le hacen quedar mal; «Y queda aparte el tema de la droga, porque en este caso se está haciendo daño a sí mismo. Las drogas son un problema muy grave, No es el primer jugador que cae ni será el último, pero eso no defiende esos otros actos que ha tenido»
Con posterioridad, como respuesta a los cobardes energúmenos que la amenazaron gravemente, la joven recibió infinidad de apoyos, no solo en España, sino desde diversas partes del mundo, hasta el punto que su equipo está teniendo que hacer frente a muchas peticiones de la camiseta con su nombre bordado.
Pero ¿no se estará exagerando todo hasta el exceso?
Conviene hacer al respecto varias precisiones, tratando de ser equidistante entre la postura de los que opinan que se trata de un plausible acto reivindicativo, además de motivo de orgullo para sus padres y amigos y la postura de los que piensan que se trata de una falta de respeto hacia un fallecido, cuando no un forzado desprecio, de cara a la galería.
He de reconocer que, como persona, Maradona nunca ha sido santo de mi devoción, más bien lo contrario.
No obstante, sería un necio si negara su categoría como extraordinario futbolística. Quizás, el mejor, como dicen.
Al día siguiente de su fallecimiento, los titulares de prensa no dejaban lugar a la duda sobre la divinización del jugador: “Dios ha muerto” “Ya está en el cielo” o “En las manos de Dios”, escrito éste en los tabloides británicos, con su característica flema, recordando lo sucedido en aquel Argentina-Inglaterra de México 86.
La locura se desató en toda Argentina y en especial, en Buenos Aires, a donde fueron llevados ser restos para recibir el rendido homenaje de sus fanáticos seguidores, que se vio frustrado ante la aglomeración de personas que no respetaban las medidas sanitarias.
Poco después, los medios se hicieron eco del despido de un empleado de funeraria, tras hacerse un meme, junto al cadáver de Maradona, llegando el incauto a ser luego amenazado de muerte por varios aficionados, tal y como hemos relatado recientemente en nuestro blog.
Para una persona ajena al fútbol, quizás todo esto parezca una barbaridad, el colmo de la exageración, pero si nos ponemos en el pellejo de un argentino, es obvio que su amor por Maradona pueda tener su explicación en que, al margen de su extraordinaria calidad, su figura surgió justo en el momento en que su pueblo necesitaba un ídolo al que adorar, cuando la nación seguía recomponiéndose tras haberse hecho pedazos por culpa de las atrocidades de una dictadura, incluida la vergüenza nacional tras la derrota de las Malvinas.
Y quién mejor que Maradona, ejemplo viviente de chico de barrio pobre, cercano al populacho, y genio de un deporte mayoritario en el que fue el número uno, haciendo gala de su orgullo por la camiseta de su equipo nacional. Lo nunca visto con la albiceleste.
Quien esto escribe, disfrutó como tantos espectadores de televisión de las genialidades de Maradona durante la década de los ochenta, pero ya como aficionado presencial, en los noventa tuvo la oportunidad de estar cerca del pibe de oro una sola vez, cuando el argentino militaba en el Sevilla F.C,
Y si bien Maradona no destacó en aquel partido, antes nos había maravillado a quienes estábamos en la grada, con sus calentamientos en la banda, haciendo malabarismos con una diminuta bola de aluminio que antes habría cubierto el bocata de algún aficionado.
Dicho lo cual, estaría mintiendo si manifestara que me he apenado con su fallecimiento, por cuanto que más bien, he sentido una inicial indiferencia, para pasar a cierta curiosidad hacia su trayectoria personal y deportiva, visto el bombo que estaban dando en los medios de comunicación y que se ha acrecentado tras la reacción de Paula Dapena.
Y no lo digo como confeso culé, tras su espantada desde el Barça a su amado y luego denostado Napoli, al que en Italia hizo campeón de dos títulos de liga y en Europa a otro de la Copa de la UEFA, ni por la frustración que sentimos los barcelonistas de que nuestro idolatrado y ahora en horas bajas, Leo Messi, apenas tenga opciones ya de ganar un Mundial, como hizo el Pelusa en México 86 (mano de Dios, al margen, del barrilete cósmico)
Por ello, muchos se sorprenden, conociendo la inquina que le profeso a CR 7, cuando afirmo categóricamente que, como persona y deportista, prefiero a un Cristiano Ronaldo que a diez Maradonas, sin negar las hazañas de uno y otro en el terreno de juego.
Y es que, siendo para mí el portugués paradigma de la altanería, presuntuosidad, el egoísmo y la falta de respeto hacia muchos de su compañeros y rivales, al menos Cristiano es ejemplo de algo innato y consustancial en el deporte y en los deportistas, que ha de servir de ejemplo para los demás y en especial a los niños que tienen su póster en la habitación: la salud y el cuidado de una persona, alejada de las drogas.
Justo todo lo contrario que lo que ha venido exhibiendo Maradona tras sus innumerables escándalos, dentro y fuera de la cancha ,como les gusta decir a los sudamericanos.
Porque más allá de la triste anécdota de la famosa fotografía de su camiseta reivindicativa contra la droga, posando con otro futbolista y adicto confeso, Julio Alberto, el argentino, pese a contar con todos los recursos del mundo, lejos de alejarse de las malas compañías (incluida la camorra napolitana) y empezar desde cero, para su propia desgracia y la de la gente que lo quería de verdad, siempre lo había tirado todo por la borda.
Y así ha sido, una y otra vez, hasta que su corazón ha dicho basta, dando en buena parte la razón a quienes critican el consumo de drogas, como un vicio pernicioso y no como algo meramente patológico.
Durante todo este tiempo, tras su retirada, mientras unos lo seguían aclamando como su otro Dios, para otros siempre ha actuado descontrolado, en exceso lenguaraz, mostrando agresividad por doquier, hasta verse convertido en carne de meme y protagonista de lamentables vídeos en los que se evidenciaban las secuelas de una vida machacada por una adicción a las drogas, medicamentos y alcohol, de todos conocida.
Y es que, como se suele decir, de aquellos barros vienen estos lodos, al margen de las investigaciones que aún persisten por las circunstancias de su fallecimiento y por las disputas que sobre su herencia ya se están desatando.
Quienes más lo han conocido, como compañeros y entrenadores, insisten en que Maradona no era un mal tipo, generoso con todo el mundo, tanto en lo personal como en lo material, hasta el punto de que se convirtió en un cajero automático andante para aquellos que quisieron aprovecharse de su célebre compañía que disfrazaban de amistad.
Y ello tuvo como negativo efecto el que, siendo tan joven en ganar una millonada, desde siempre estuviera rodeado de un séquito de caraduras que, cual parásitos, se aprovecharon de su inmadurez y lo acompañaron durante sus excesos.
Con el tiempo, el personaje de Maradona ya se estaba devorando a la persona de Diego Armando y su televisada vida, no hacía más que dilapidar las esperanzas de quienes aún pretendían recuperarlo.
Pero ya era demasiado tarde para un ídolo con los pies de barro, que se había enfangado por culpa de sus adicciones.
Pero la maldita casualidad ha querido que el fallecimiento del futbolista coincidiera con el día internacional contra la violencia de género, el 25 de noviembre y es aquí donde hay que examinar si la reacción de la joven jugadora gallega ha sido ecuánime o desproporcionada.
Porque, más allá de su puntual gesto simbólico de darle la espalda a la grada, lo más relevante, a nuestro juicio, fueron sus contundentes palabras recogidas por la prensa gallega y que volvemos a recordar:
“me negué a guardar ese minuto de silencio por un violador, pedófilo, y abusador.
Pues bien, para comprobar que dichos calificativos se corresponden con un hecho cierto y demostrado, habrá que adentrarse en un somero examen de los problemas que Maradona ha tenido con la Justicia penal, excluidos los múltiples procedimientos en los que ha figurado y aún figura como demandante o demandado, sobre filiación, conflictos matrimoniales, protección del honor o sanciones deportivas.
En 1991, Maradona fue condenado por un Juzgado napolitano a catorce meses de prisión, cuya ejecución quedó en suspenso, al reconocerse culpable de posesión de cocaína.
En 2002, la Corte Suprema de Justicia argentina (nuestro Tribunal Supremo) confirmó una condena de dos años de prisión, cuya ejecución quedó en suspenso, que había sido impuesta tras haber agredido Maradona a varios periodistas en 1994, uno de los cuales resultó herido, tras ser disparado por el futbolista con una escopeta de aire comprimido, mientras hacían guardia frente a las rejas de su finca.
La relación con su ex novia Rocio Oliva fue de todo menos apacible y en su momento se filtró un vídeo en el que se aprecia como un embriagado/drogado y agresivo Maradona la increpa por estar todo el tiempo al móvil, para acto seguido dar un fuerte manotazo, si bien en las imágenes no se aprecia si el golpe impacta en el cuerpo de la chica o en el móvil. De hecho, ni por parte de su ex ni de la Fiscalía se ha acusado formalmente al argentino por la comisión de un delito de malos tratos.
“Juro por mis hijos que jamás le levanté la mano a una mujer (…) Le manoteé el teléfono, me hago cargo, pero estoy muy tranquilo con esto. La situación no siguió y no pasó a mayores”, manifestaría Maradona a una periodista.
Justo hace un año, se tenía conocimiento de la estrategia seguida por unos abogados, que pretendían formular una denuncia contra Maradona por pedofilia, dada su negativa a reconocer la paternidad de su cliente, fruto, al parecer, de las relaciones que Maradona había mantenido con su madre ya fallecida, siendo ésta menor de edad. Ahora no les queda más remedio que instar una exhumación del cadáver para continuar promoviendo la causa en el orden civil.
El combativo y controvertido grupo Anonymous filtró este año una fotografía de hace al menos dos décadas, tomada en Cuba, probablemente durante la etapa en la que inició su luego frustrada rehabilitación en la Isla, y en la que aparece un ya obeso Maradona, abrazado a dos jóvenes desnudas, en apariencia menores de edad; no consta que Maradona haya sido denunciado por estos hechos.
En 2017, una periodista rusa denunció ante los medios de comunicación que Maradona le había ofrecido dinero por mantener relaciones sexuales y había intentado quitarle la ropa mientras estaban a solas en la habitación de un hotel; no tenemos constancia de que la chica, más allá de su aparición en los medios de comunicación, formulara denuncia en la Policía ni prosiguiera con su pretensión ante los tribunales.
Sentado lo anterior, opinando como personas, podríamos decir que Maradona es mucho más villano que héroe, por lo que nos sumaríamos al aplauso a la jugadora, de entender que ha actuado desde la convicción y el sentido común, como mujer solidarizada con las víctimas.
Pero como juristas, no podemos compartir que se califique a Maradona de violador, pedófilo o abusador, cuando no ha sido condenado por esos delitos, sino por los de agresión a un tercero y posesión de drogas, lo cual ya es bastante.
Cuestión diversa sería si Paula Dapena, como deportista, hubiera basado su gesto reivindicativo y repulsa en lo que luego mínimamente matizaría en la COPE, sobre la pésima imagen de Maradona por su adicción a las drogas o incluso si, como persona pacífica de bien, se hubiera postulado en contra de la violencia, sin distinción de género, habida cuenta de su agresivo comportamiento recogido en su condena penal.
Pero, al concentrar su rechazo al ex futbolista, dando por sentado hechos que no han resultado acreditados ante un Tribunal, no solo se desautoriza a quienes han decidido no seguir adelante con las denuncias, sino se da pábulo a los juicios paralelos que, como bien sabemos, no siempre coinciden con la verdad de lo sucedido.
Llegados a este punto, si bien en los medios de comunicación y por ende, en la ciudadanía, se ha consolidado el criterio de que cuando alguien es imputado/ investigado por un delito, es presunto autor de unos hechos, nada más lejos de la realidad jurídica.
Porque una persona tan solo podrá un supuesto autor, y la suposición nada acredita ni directa ni indiciariamente.
Y si de algo es presunto cualquier ciudadano, es de la inocencia, mientras no se demuestre su culpabilidad.
Pero sucede, que Maradona, como decimos, ni siquiera ha sido acusado ni de violación, ni de pedofilia, ni de abuso por lo que, como ahora dicen en las tertulias periodísticas, tampoco le “compraríamos” a Paula Dapena las citadas palabras, añadiendo lo de supuesto a “pedófilo, violador y abusador.”
Lo triste de todo ello es la manipulación que se hace desde distintos ámbitos, según como sople el viento.
Y así, cuando se conoció el fallecimiento del astro argentino, Izquierda Unida publicó un tweet con una fotografía en la que aparecía Maradona, vistiendo una camiseta del Ché, acompañado de Fidel Castro y la frase “Siempre Maradona.Siempre Fidel”
Pero ante el aluvión de críticas recibidas, una hora más tarde, se rectificó el texto:“ Nos ha dejado un símbolo, pero no podemos olvidar y menos el 25 N los oscuros episodios de su vida,relacionados con la violencia machista”.
De las críticas tampoco pudieron evadirse otros líderes políticos de izquierdas como Errejón o el mismísimo Pablo Iglesias, que no olvidemos, no solo es Vicepresidente del Gobierno, sino esposo de la actual Ministra de Igualdad, adalid de la defensa de la causa feminista.
Y es que no fue visto con buen agrado por sus acólitos ni tampoco desde la derecha, que recibiera tantas loas futboleras pero que no se hiciera referencia a los episodios de violencia sobre las mujeres.
Pero, insistimos, en el plano estrictamente jurídico y más allá de opiniones de barra de bar o de tertulia de Sálvame Deluxe, al César lo que es del César, y a Maradona, lo que es de Maradona, pese a quien le pese.
Por tanto, sí, pero no, Paula. O como diría un viejo amigo, en un peculiar asturiano, Paula, tienes razón pero non ye así.
D.E.P. Diego Armando Maradona (1960-2020)