No es que sea yo un Eurofan, precisamente, más bien diría lo contrario.
Que yo recuerde, en las últimas dos décadas, lo más cerca que he estado de seguir la retransmisión del Festival de Eurovisión fue con ocasión de la descacharrante participación del Chiquilicuatre.
Y es que su paródica canción era toda una bofetada a mano abierta en la cara de una afición que apoyaba un certamen que había pasado de la caspa y antigualla al esperpento y posmodernidad.
Es más, ni siquiera fui uno de los millones de españoles que a comienzos del presente siglo siguieron las andanzas de los triunfitos en las academias de Televisión Española, como espaldarazo para la elección de un candidato potable que diera la talla en Europa, vista mi discrepancia con el vuelco que se estaba viviendo en el panorama español, como antesala de lo que vendría después y que, a mi juicio, todavía envilece nuestra cultura musical: reggaetón, trap, etc
Pues bien, con ocasión de la emisión de la edición del concurso musical celebrado en la ciudad italiana de Turín, pude comprobar cuánta razón tenía el indómito cantante Jorge Martínez con su grupo Ilegales al recordamos con su tema Yo soy quien espía los juegos de los niños una verdad como un puño:
“Nuevos cantantes hacen el ridículo en viejos festivales como Eurovisión”
Y es que, como televidente asistí atónito a la actuación en el Festival de The Rasmus, un grupo de rock finlandés que a comienzos de este siglo tuvo bastante popularidad en todo el mundo.
Llegados a este punto, cabe preguntarse qué demonios hacía yo viendo algo que tanto detesto como el Festival de Eurovisión.
Antes de continuar, debo matizar, que mi condición como espectador durante las casi cuatro horas de duración se limitó tan solo a los minutos de intervención del citado grupo y de nuestra candidata, Chanel, amén de seguir (todo hay que decirlo, muy atento y casi emocionado) el resultado de unas votaciones cuyo sistema es más difícil de entender que un tratado de física cuántica y que dieron como ganadora a Ucrania, segunda a Reino Unido y tercera a España.
Cabe decir que el mínimo interés que le dispense al evento y en especial a ver y escuchar a nuestra cantante, no era de melomanía o gusto por el baile, ni mucho menos, visto que el estilo de su canción y la coreografía parecen una más que evidente imitación de Jeniffer López.
La explicación residía en que, aparte de que siempre deseo que quien representa a mi país y genera gran expectación como es el caso, gane jugando hasta en las chapas, me había llamado poderosamente la atención que ya desde meses atrás se había generado una polémica tan absurda como lamentable, como absurda y lamentable es nuestra sociedad.
El caso es que, a raíz de la victoria de Chanel en el Festival de Benidorm por delante de las gallegas Tanxugueiras y la catalana Rigoberta Bandini fueron muchas las voces que clamaron en contra de la ganadora, que con su primer puesto se aseguraba poder representar a España en Eurovisión, como así ha sido.
En este sentido, muchos de los siempre apasionados eurofans, notablemente exacerbados tras no haber ganado su canción favorita, tras denunciarse falta de transparencia en las votaciones, dieron rienda suelta a todo su odio en este estercolero en que se ha convertido Twiter, hasta el punto de que Chanel tuvo que abandonar la red social, tras recibir graves insultos.
La cantante, tras su decisión, daría el clavo al ser entrevistada en un programa de la cadena pública, porque mejor no se puede expresar una reflexión que muchos imbéciles deberían tatuarse en sus posaderas:
“El arte es subjetivo, cada uno tiene una opinión y es totalmente comprensible y respetable. Lo que no se puede permitir como sociedad es linchar a una persona por un gusto propio “
Por si fuera poco, la lamentable cruzada personal contra Chanel, vino acompañaba de una politización que no deja de enfrentarnos desde el comienzo de la legislatura.
Lo decimos porque desde el PSOE algunas voces iban más allá al censurar una letra que en buena lid había batido al pegadizo Ay mamá, de Bandini, que, todo hay que decirlo amén de tener un marcado carácter de himno feminista, desde hace meses apunta como canción del verano.
Voces, como la de Lidia Guinart , que durante la última Comisión Mixta de control parlamentario a RTVE no tenía pelos en la lengua:
“Las letras de muchas canciones, especialmente de algunas tendencias en pleno auge, ofrecen a la ciudadanía, especialmente a los más jóvenes, mensajes que van justo en la dirección contraria a la lucha contra la violencia hacia las mujeres……….Y la prostitución es eso, ni más ni menos, una forma de violencia contra las mujeres. Una canción que remite a cualquier forma de violencia no parece la mejor elección para llevar a un festival como ‘Eurovisión”.
E incluso la nefasta Ministra de Igualdad, que ya demostró públicamente su capacidad de empatía feminista desafiante para la justicia, al pretender instigar el debate social para reabrir causas judiciales “porque yo lo valgo”, con el tema de Rociíto, también evidenció lo que implica no respetar las reglas de juego ni aceptar el resultado de la mayoría, para arrimar la ascua a su sardina, un pescado que ya empieza a oler bastante mal.
“¿Por qué les dan miedo nuestras tetas? ¿Por qué les dan miedo nuestros derechos?” tuiteaba Irene Montero.
Sentado lo anterior, si esta policía del pensamiento llevará sus predicamentos hasta las últimas consecuencias, en las emisoras de radio se dejarían de escuchar cientos de temas, que para quien esto escribe son de dudoso gusto musical y ya de paso, con carácter retroactivo se nos robe nuestra infancia y adolescencia.
En este punto, recomendamos que se retome una publicación en nuestro blog al respecto de la defensa de la moralidad en el mundo de la música.
LA INCORRECCIÓN POLÍTICA HECHA VINILO DURANTE LOS AÑOS OCHENTA.
Sea como fuere, lo cierto es que no hay dios que entienda la letra de SloMo, que ha traído cola
: Let´s go
Llegó la mami La reina, la dura, una Bugatti
El mundo ‘tá loco con este body
Si tengo un problema, no es monetary
Les vuelvo loquito’ a todos los daddie’
Voy siempre primera, nunca secondary
Apena’ hago doom, doom con mi boom, boom
Y le’ tengo dando zoom, zoom on my yummy
Y no se confundan, señora’ y señore’
Yo siempre estoy ready pa’ romper cadera’, romper corazones
Solo existe una, no hay imitacione’
Y si aún no me creen pue’ me toca mostrárselo
Take a video, watch it slow mo, mo, mo, mo, mo (yeah)
Booty hypnotic, make you want more, more, more, more, more
Voy a bajarlo hasta el suelo-lo-lo-lo-lo If the way
I shake it to this dembow (to this dembow)
Drives you loco (yeah) Take a video, watch it slow mo
Te gusta to’ lo que tengo te endulzo la cara en jugo de mango
Se te dispara cuando la prendo Hasta el final, yo no me detengo
Take a sip of my cola-la Ponte salvaje, na-na-na
Make it go like pa-pa-pa-pa Like pa-pa-pa-pa-pa
Y no se confundan (y no se confundan), señora’ y señore’
Yo siempre estoy ready pa’ romper cadera’, romper corazones
Solo existe una, no hay imitacione’ (na, na, na)
Y si aún no me creen pue’ me toca mostrárselo
Take a video, watch it slow mo, mo, mo, mo, mo
Booty hypnotic, make you want more, more, more, more, more
Voy a bajarlo hasta el suelo-lo-lo-lo-lo If the way
I shake it to this dembow (to this dembow)
Drives you loco Take a video, watch it slow mo, mo, mo, mo, mo
Y no se confundan (y no se confundan), señora’ y señore’
Yo siempre estoy ready (yo siempre estoy ready) pa’ romper cadera’, romper corazones
Solo existe una (solo existe una), no hay imitacione’
Y si aún no me creen pue’ me toca mostrárselo (oh-yeah)
Take a video, watch it slow mo, mo, mo, mo, mo
Booty hypnotic, make you want more, more, more, more, more
Voy a bajarlo hasta el suelo-lo-lo-lo-lo If the way I shake it to this dembow (a este dembow)
Drives you loco (yeah) Take a video, watch it slow mo
Ósea, que muy de aquí, que digamos, no es la canción de Chanel, pero poco importa ya, visto lo que se ofrece desde otros lares para participar con sus respectivos países.
Aunque ciertamente se suscitaron dudas que apuntaban a que desde RTVE se había entrado al trapo hasta el punto de reconsiderar un cambio de letras, afortunadamente la sangre no llegó al río, y la letra, chusca o no en cuanto al léxico castellano, se quedó tal cual, sin revisión ni censura.
Pero no solo la letra ha sido objeto de polémica sino también la coreografía e indumentaria, toda vez que para algunos, la cantante ha lucido un envidiable culo y se ha vestido con un estilo torero.
Todo hay que decirlo, Chanel clavó sus ensayos precedentes para deslumbrar al público europeo con una canción y bailes que apenas tienen que ver con nuestra patria, pero que destilan alegría y desenfado, algo que se necesita a raudales en tiempos tan jodidos como los que vivimos.
No obstante, y al hilo de esto, a nadie le cogió por sorpresa que el voto popular fuera más solidario que justo con la calidad de las canciones, al apoyar masivamente una simplona canción que daba la victoria a un país que, precisamente ahora no está para muchas celebraciones y que tendrá que albergar la próxima cita del año que viene, si es que Putin lo permite.