Si hay un personaje campechano en el mundo de la política ese es Miguel Ángel Revilla, Presidente de la Comunidad de Cantabria.

Atrevido donde los haya, en esa cercanía a la ciudadanía no exenta de populismo de la que alardea, a sus setenta y ocho años, Revilla ya ha publicado siete libros y sigue siendo muy cotizada su participación en diferentes programas de televisión, como recientemente ha ocurrido en El hormiguero de Antena 3.

Y es que en todas sus intervenciones, un parlanchín Revilla ha venido abordando sin reparo cualquier tema polémico de la actualidad social y política.

Muchos no saben que el destino del dinero obtenido por su participación en los medios ha sido la Cocina económica de Santander.

Sin embargo, la memoria es frágil y solo queda lo más reciente.

Decimos esto porque ni siquiera el carisma que Revilla atesora parece haber evitado que sea dura y justamente criticado por haber mentido descaradamente a la opinión pública y del modo más pueril.

Y todo ello, en un momento en que está a flor de piel la sensibilidad ante los efectos de la profunda crisis que se avecina, tras las restricciones por culpa de la pandemia, que ha supuesto unas pérdidas económicas millonarias en el sector de la hostelería.

Todo ocurrió tras difundirse un vídeo grabado por unos hosteleros afectados por la normativa de su gobierno autonómico que,para evitar contagios, ha ha fijado una limitación de horarios y de comensales en sus establecimientos.

En las imágenes se veía a Revilla mientras era duramente criticado, tras asistir, puro en boca, a una comida privada en Santander, saltándose a la torera las propias normas que había impuesto su Gobierno, visto se celebraba en el interior del restaurante, sin la obligada ventilación.

“Para que quede claro, he comido en un lugar abierto y ventilado, no en un espacio cerrado, invitado por una importante empresa de Cantabria, que fue la que eligió el lugar y realizó la reserva” fue la respuesta que daría tras ser difundido el vídeo .

Es más, ante la acusación de que estaba fumando en la mesa, si bien Revilla inicialmente negó que el puro fuera suyo, de inmediato aclaró que sí lo era, pero que en todo momento había encendido el cigarro fuera del restaurante.

La reacción de la Asociación Empresarial de Hostelería no se hizo esperar, denunciando los hechos ante la Consejería de Sanidad del Gobierno de Cantabria, al tiempo que Revilla manifestaba que solicitaría protección policial dado el acoso que estaban sufriendo tanto él como su familia.

Semanas después y ya en sede parlamentaria autonómica, a preguntas de los portavoces de otros partidos políticos, el Presidente no tuvo más remedio que reconocer los hechos, ante lo que no dejaba de ser una torpeza mayúscula y posterior chiquillada al negar la evidencia:

«Es cierto que he mentido. He mentido porque me sometieron a una presión en un momento determinado que ya no sabía ni lo que decía; no por mí, por los que me acompañaban, porque el bochorno fue terrible

Ahí, si que mentí porque es que ya no sabía ni lo que decía. Yo, estaba acosado por cinco o seis personas que me soplaban al oído y por la vergüenza de dos señores que vienen a invertir y se ven acosados de esa manera. Sentí verdadero bochorno»

Y ya siendo recientemente entrevistado por Pablo Motos en El Hormiguero a donde acude con frecuencia, Revilla quería dejar zanjada la polémica, cuando Motos le preguntaba sobre su inicial negativa a reconocer que el puro era suyo:

«Me rodearon ocho tíos que, si me dicen que he matado a Joselito, lo admito». «Sentí una vergüenza… pero no por mí, sino por esos señores que venían a invertir en Cantabria y se encontraron con ese incidente»

A continuación, detallaba cómo había persistido el acoso que había denunciado en los medios:

«Me fui a vacunar y me gritaban hijoputa y cosas peores. Lo entiendo hasta cierto punto, pero también lo veo un poco ingrato, porque mi dedicación a esa tierra es eterna».

Compartimos con Miguel Ángel Revilla que nunca ha de estar justificado un insulto o cualquier conducta vejatoria hacia una persona que se ha equivocado, máxime si ésta ha dado muestras de su buen hacer como político en defensa de la ciudadanía, como lo demuestra el mayoritario apoyo a su gestión por parte del electorado cántabro

Pero es obvio que la imagen del Presidente ha quedado seriamente dañada por culpa de su agravio a la hostelería a la que,como a cualquier ciudarano, debe respetar, y de una mentira que, como se ha demostrado, tiene las patas demasiado cortas.

Su experiencia política de décadas debería haberle servido para contenerse ante la denuncia inicial sin dar mayores explicaciones hasta meditar una respuesta ponderada o directamente pedir disculpas, lo cual hubiera sido más honesto ante una opinión pública que seguramente hubiera sido más indulgente.

Así,parafraseando al Rey de España tras las la polémica suscitada en 2012 por la cacería afrciana de elefantes, bastaría un «Lo siento mucho,me he equivocado.No volverá a suceder » en vez de mentir.

Como se suele decir, en boca cerrada no entran moscas y la mujer del César, además de ser honrada, tiene que parecerlo.

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