Hay deportes, como la gimnasia rítmica, que tienen un enorme poder hipnótico para un espectador de televisión, aunque uno realmente no sea experto en la disciplina.
Se asiste a la pantalla, admirado por la entrega de las participantes, que no solo deben superar a su rival, sino incluso a sí mismas, para aspirar a la perfección, donde los ángulos, grados y giros son primordiales, bajo la atenta mirada de las jueces de competición, cuya puntación asombra por su meticulosidad a la hora de valorar la dificultad, la parte artística y la ejecución.
Y si quien participa en la prueba está representando a tu país, la habitual inquietud que le supone a cualquiera con mínima sensibilidad y aprecio por el esfuerzo ajeno en algo tan complejo, se transforma en verdaderos nervios patrios y deseos de que acabe cuanto antes la prueba, sin una mácula que pueda penalizarla, arruinando por ende sus expectativas de medalla.
Deporte olímpico desde Los Ángeles 1984,la gimnasia rítmica persigue realizar la más bella composición, ya sea individual o de conjunto, acompasada con la música, en una bella combinación de gimnasia, ballet y danza con el uso de la cuerda, la pelota, las mazas, el aro y la cinta.
Siendo eminentemente femenina, como tantos deportes, es preciso que se practique desde edades muy tempranas, cuando la flexibilidad de los cuerpos y la capacidad de maduración y desarrollo están aún intactas.
A partir de ahí, tras mucho esfuerzo, dedicación, paciencia y cuidado del cuerpo, además de una total disciplina y progresivo aprendizaje, se intentarán alcanzar los retos que puedan ser asumibles, en función de las circunstancias personales de cada chica.
Pero lo que no cabe duda es que, lejos de una práctica como mera aficionada, si realmente se aspira a alcanzar unas mayores cotas en la disciplina, como participar en las competiciones nacionales e internacionales, y por qué no, en los Juegos Olímpicos, el sacrifico será aún mayor, hasta el punto de que algunas terminan desistiendo por problemas físicos o agotamiento psicológico.
Por tanto, hay que tener mucha madurez para asumir tamaña vida espartana, que implique, además de compaginarla con los estudios, perderse muchos momentos en los que en la flor de la vida, siendo tan joven, otras amigas y compañeras del instituto, no deben estar tantas horas como ellas, entrenando, viajando y compitiendo lejos de sus familias o controlando su peso de forma tan rigurosa.
Y es que, lo de que al que algo quiere, algo le cuesta, cobra especial significado en este deporte, que exige demasiadas renuncias.
En este sentido, uno de los mayores dramas que puede vivir una de estas niñas y jóvenes que han de verse preciosas, para estar preciosas en su actividad, es el de los trastornos alimentarios, que en nuestro país ya fue objeto de un riguroso análisis por parte de una Comisión del Senado en 1999.
No en vano, tanto la anorexia como la bulimia constituyen verdaderos traumas de nuestra sociedad, la de los países de primer mundo, en los que los estereotipos marcan tendencia, hasta el punto de que muchos jóvenes, generalmente de sexo femenino, llevan su cuerpo a unos niveles de exigencia fuera de lo normal, que en el caso de los deportistas, puede llegar a arruinarles no solo su futura trayectoria, sino su salud mental y física.
No cabe duda que desde hace años las redes sociales han implicado una permanente exposición y comparación con los demás en torno a ideales de belleza, que no hacen más que multiplicar el grado de insatisfacción corporal y los trastornos de alimentación
En este sentido , puede llamar la atención que, si bien existen millones de personas que apenas tienen para comer, y se dan hambrunas que ni siquiera en el Siglo XXI hemos sido capaces de erradicar, otras personas con todos los recursos del mundo, rechacen precisamente lo que los más vulnerables económicamente anhelan.
En cualquier caso, tanto la anorexia como la bulimia suponen una alteración de la percepción sobre el cuerpo, si bien la primera, básicamente supone dejar de comer y la bulimia implica una voracidad por alimentarse, seguida de un arrepentimiento y sentimiento de culpa, materializado en una provocación del vómito, uso de laxantes y diuréticos, para adelgazar.
Y en lo que se refiere a una competidora de gimnasia rítmica, la presión no será solo social, sino también deportiva ,lo que aún se agudizará más si la joven tiene un alto nivel de autoexigencia, perfeccionismo o baja autoestima
La razón es muy simple; en el caso de la competición deportiva, no se trata de alcanzar un cuerpo bello y delgado para sentirse mejor consigo misma, sino de alcanzar un peso adecuado para los objetivos que se pretendan alcanzar y donde mirar a la báscula y al espejo puede llegar a convertirse en una obsesión..
Al respecto, es importante señalar que en lo relativo a las deportistas, su incidencia suele darse en periodos de la vida (pubertad y adolescencia) durante los que se producen notables cambios físicos y psicológicos.
Y los efectos de estos trastornos de esta voluntaria falta de energía pueden ser devastadores: ansiedad y depresión , fatiga crónica con una disminución de la densidad ósea y riesgo de lesiones, contínuo dolor de cabeza, problemas de menstruación, con graves consecuencias de cara a la fertilidad, problemas hormonales, cardiovasculares, respiratorios y gastrointestinales, así como dificultades en el sistema inmunológico y disminución de la capacidad metabólica.
El pasado año, una joven de 17 años, Olatz Rodríguez, relataba su experiencia a los medios de comunicación , tras haber dejado la selección española de gimnasia rítmica, con la que había sido finalista con aro, en el Campeonato Junior de Europa de 2018.
Comentaba la joven, que al principio apenas tenía que cuidar su línea de forma rigurosa, porque siempre había sido de constitución delgada, pero una vez inmersa en las competiciones más exigentes , a partir del verano y finales de 2018 cruzó el límite de lo razonable
Sin consultar a ningún especialista, ni siquiera a sus padres, decidió hacer su propia y peculiar dieta para verse mejor, dejando de comer pan y nutrientes, para basar su alimentación principalmente en verduras, huevos y yogur sin lactosa.
Como consecuencia, un progresivo y preocupante adelgazamiento que fue advertido por los profesionales del Centro de alto rendimiento de León (CAR) al que Olatz pertenecía .
Tras ser vista por los doctores y psicólogos del CAR, cada vez más débil, se mareaba con frecuencia, pero no se atrevía a decir que no quería comer para adelgazar, alegando que no tenía hambre, cuando no manifestaba que le dolía el estómago.
Con 1,65 metros de altura, su pesó llego a ser de treinta y siete kilos, y vista su alarmante desnutrición, Olatz tuvo que permanecer un tiempo ingresada en el hospital.
Nos parece necesario trasladar sus emotivas palabras,dedicadas a quienes puedan sufrir un problema tan grave como el suyo, para que lo pongan fin, antes de que sea demasiado tarde:
“ les recomiendo que se quieran a sí mismos. Cada cuerpo es único y perfecto para cada persona, y no intentéis ser como nadie, porque que ya sois mucho siendo vosotros mismos»
Pero en la gimnasia rítmica, el de la joven española no es el único, ya que existen otros precedentes y al más alto nivel competitivo, como el de la joven rusa Aleksandra Soldátova , también retirada de la competición en 2020 y que ahora cuenta con veintidós años.
Soldátova había ganado su primer oro individual en el Mundial de 2018 y todo apuntaba a una inmaculada trayectoria.
Pero tras sufrir un desvanecimiento y perder el conocimiento durante las pruebas de la Copa del Mundo disputada en Portugal en 2019, se encendieron todas las alarmas.
La conmoción fue aún mayor, cuando meses después se supo que había intentado suicidarse, lo cual fue inicialmente desmentido por ella, alegando que había sufrido un accidente doméstico,mientras preparaba el desayuno.
Sin embargo, más tarde Soldátova reconocería sus trastornos alimentarios, aún en fase de superación, toda vez que afirmaba que aún tenía pesadillas en las que se veía engordando.
Pero más allá de aquellas jóvenes, cuyo sumo grado de responsabilidad consigo mismas, le hace tomar erróneas decisiones, hasta el punto de perjudicar su salud, existen otros factores exógenos que pueden cercenar las posibilidades reales de aspirar a lo máximo y convertir su experiencia como gimnastas en un auténtico infierno.
El pasado mes de enero una joven de quince años, Claudia Jaimez, ex integrante del equipo nacional de gimnasia rítmica, ofreció una entrevista en Radio MARCA para ratificar lo que había publicado en redes sociales, y denunciado en el Consejo Superior de Deportes.
Jaimez narraba el trato vejatorio que habían sufrido tanto ella, como su compañera Carla Vilasánchez de dieciséis años, precisamente en el CAR de León.
Señalaba Claudia, con una locuacidad que sorprendía para su edad, que las entrenadores las insultaban, llamándolas “bollicao” “mazapán” “inútiles”, y las despreciaban, diciéndoles que eran “peor que las niñas pequeñas” y que las “iban a echar del equipo nacional”.
Y eso fue lo que a la postre ocurrió, dado que Claudia sería apartada, argumentándose por parte de los técnicos que no había más becas y que la chica no había cumplido los objetivos.
Tras su denuncia ante la autoridad administrativa, la respuesta que recibieron fue la de que, en lo sucesivo, se pondrían cámaras con micrófono en las salas del CAR de León.
Claudia afirmaba también que se trataba de una situación generalizada y aceptada por el resto de las gimnastas, argumentando que otras compañeras no lo habían denunciado por miedo a ser señaladas y excluidas:
«igual hay algunas que tienen esta situación normalizada porque te acostumbras a los insultos y entiendes que es algo normal, incluso necesario para llegar a lo más algo. Es deporte de élite y hay exigencias, no vas a jugar y nos tienen que exigir, eso lo sabemos.
Pero una cosa es eso y otra cosa son los insultos y la falta de respeto. Y otras igual no lo cuentan porque creen que es su único medio para llegar a lo más alto porque de esas personas depende que puedan llegar a lo más alto».
Tras sus manifestaciones, el equipo técnico del CAR de León emitió un comunicado:
«Queremos mostrar nuestra absoluta repulsa y rechazo ante los hechos y acusaciones descritos en los vídeos publicados en Instagram y en sus intervenciones en medios de comunicación reiterando o ampliando dichas difamaciones. Los insultos, las falsedades y el trato vejatorio que se está imputando a nuestros entrenadores y el equipo técnico, son rotundamente falsos»
“Exigimos una rectificación inmediata sobre las injurias y atentado contra el honor e imagen, la retirada de todos los vídeos de las redes sociales, así como una disculpa pública con el mismo medio y nivel de difusión que las vejaciones vertidas»
«Todo esto está provocando serios daños al prestigio e imagen de la institución y sus profesionales. En algunos casos se está requiriendo apoyo psicológico ante la gravedad de los hechos y las imputaciones descritos en las falsas denuncias de esta antigua deportista de la selección española».
“El equipo técnico de gimnasia del CAR de León y de la Federación de Gimnasia de Castilla y León trabaja con mucho esfuerzo, dedicación y pasión para conseguir los mejores resultados de sus deportistas, respetando siempre los protocolos de la Federación Española y demás instituciones oficiales. Más de treinta deportistas al año pasan por nuestra institución desde hace décadas consiguiendo ser, muchas de ellas, deportistas de élite internacional. Hasta la fecha nadie había puesto en duda el trabajo y trato humano de nuestro equipo técnico. Confiamos en que se aclare este desagradable episodio y que continúe esa imagen intachable»
Estaremos muy atentos al devenir de los acontecimientos, pero en unos términos no ya parecidos, sino mucho más graves es inevitable hacer referencia a dos documentales sobre la selección rusa de gimnasia rítmica.
En el primero de ellos, La liga de las ganadoras, de 2015 se hacía un repaso pormenorizado del duro día a día de las jóvenes gimnastas, en base a una serie de entrevistas, en las que se mostraban sus inquietudes e ilusiones que gravitaban sobre la verdadera protagonista: Irina Viner, Presidenta de la Federación Rusa de Gimnasia rítmica.
La esposa de uno de los magnates de Rusia, y una de las mujeres más influyentes de su país, se mostraba estupenda, casi como una vieja actriz del Hollywood clásico, muy segura de sí misma y ciertamente presuntuosa.
Se apreciaba en ella una ambivalente predisposición al rigor y a la comprensión a la hora de tratar a las gimnastas, si bien ella basaba su compromiso en el amor que sentía por las niñas.
Pero nada más lejos de la realidad; en 2017 se estrenó Al límite, documental centrado en una de las gimnastas entrevistadas en el anterior y en el que se mostró la peor cara de Irina Viner.
En poco menos de una hora, se resume la experiencia de la gimnasta rusa de veinte años, Margarita Mamun (Rita) antes de competir en las Olimpiadas de Rio de Janeiro en 2016, coincidiendo con la fase de metástasis del cáncer que le habían diagnosticado a su padre.
Durante el documental, Irina Viner, pese a ser consciente de que estaba siendo grabada, sin reparo alguno despreciaba vilmente a Rita al tiempo que la exigía más y más.
“Cobarde” “Perdedora”»Dos fallos en dos minutos, es inconcebible». «Vete a la mierda». «No eres un ser humano, eres un atleta». «No está preparada, hay que entrenarla como a un perro. Necesita trabajar hasta que no pueda ni tenerse en pie». «Estás perdiendo el ritmo, nunca me haces caso, siempre tan buenecita, tan cándida y tan dulce; me cago en ti y en tu candidez». «Estúpida perdedora». «¡Piensa en tu padre, mira al cielo como si le rezases a Dios
Y si bien su entrenadora, Amina Zaripova, al inicio parece mostrarse igual de dura e intransigente que Viner, consciente del enorme calvario físico y psicológico que estaba atravesando su pupila, en un momento familiar tan trágico, termina por apoyarla y mimarla, lo cual es repudiado por su superiora ante un comportamiento demasiado indulgente y cariñoso con ella.
Tras cuatro actuaciones perfectas en la final, Rita Mamum se convertiría en campeona olímpica , pero dos semanas después, y ya fallecido su padre, Mamun anunció su retirada.
No obstante, Irina Viner, siempre había sido calificada como un sargento de hierro; una de sus broncas más “famosas” fue cuando durante el Campeonato de Europa en Granada de 2002, hizo llorar a Zarina Gizikova, de 15 años, que había tenido la mala suerte de no sujetar una maza.
En este sentido, puede rescatarse el momento de youtube, siendo ciertamente significativos los comentarios que hace una de las experimentadas comentaristas de TVE, sobre lo negativo que podía ser para la autoestima de la chiquilla e invitando a que los espectadores se pudieran imaginar cómo podría ser su trato fuera de la competición, en la intimidad de los entrenamientos.
A raíz de ello, Zarina Gizikova dejaría la gimnasia.
España fue una de las naciones que más le tosió a Rusia, hasta el punto que le arrebató el Oro olímpico en la disciplina de conjuntos en Atlanta 1996.
En el documental Las niñas de Oro, se narra la experiencia de las campeonas, mucho más gratificante en cuanto al trato de los profesionales que estaban a su cargo, si bien incide en lo sacrificado de esta disciplina, tal y como hemos sostenido en las líneas anteriores.
Pero parece que no era oro lo que reluce, nunca mejor dicho; pese al orgullo por lo conseguido, en el documental relataban cómo la Federación Española, se había aprovechado del éxito olímpico y había escatimado el premio económico que les correspondía, nada menos que cinco millones de pesetas, lo que las obligó a tener que reclamarlo judicialmente.
También llaman poderosamente la atención los recuerdos que aún tenían sobre las odiseas que tenían que pasar entonces para esconder comida durante las concentraciones, para así poder saltarse el estricto régimen impuesto por su seleccionadora, la búlgara Emilia Boneva, a la que por cierto, seguían apreciando, tal y como se plasmó en una llamada telefónica que hicieron mientras rodaban el documental.
Sin embargo, no todas opinaban lo mismo.
María Pardo, una de las integrantes de la selección, relataba a El País en octubre de 1996, que las exigencias de la seleccionadora sobre la dieta constituyeron una presión añadida a la exigencia física de los duros entrenamientos y la tensión competitiva.
Y todo ello supuso que empeorara su rendimiento, hasta el punto de que llegó un momento en el que terminó por derrumbarse emocionalmente y abandonar la concentración, sin poder viajar con sus compañeras a Atlanta y sin que luego la Federación le diera el más mínimo reconocimiento a su esfuerzo.
La respuesta de un portavoz del Consejo Superior de Deportes, fue muy tajante:
«El deporte de alta competición es muy exigente. Las atletas están ahí porque quieren. Ella no pudo aceptar la disciplina y se fue”
Una de las deportistas más laureadas del deporte español y quizás la mejor que ha tenido España en Gimnasia rítmica ha sido Almudena Cid, que ha sido la única que ha participado en cuatro finales olímpicas, durante las dos décadas que estuvo activa.
Afortunadamente no se conocen situaciones sobre abusos sexuales, como ha sucedido con la gimnasia artística, pero al hilo del escándalo surgido en Estados Unidos por la condena por abusos sexuales al médico de la selección de gimnasia artística, Almudena reflexionaba sobre lo delicado del asunto, haciendo un triple llamamiento:
A los entrenadores, para que no encubran abusos ni abusen de su posición de poder sobre las gimnastas; a los padres de la niñas gimnastas, para que no se dejen cegar por los éxitos de sus hijas y las protejan; y a las gimnastas, para que se siempre se cuestionen si es normal que les hagan o exijan según qué cosas.
En su momento, realizamos en el blog un mero bosquejo sobre las novedades de la nueva Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, en lo que se refiere al deporte.
Pues bien, al respecto de los CAR, Federaciones y Escuelas municipales, amén de la obligación de contar con protocolos de actuación, establece como clave la implantación de un delegado de protección, en cuanto que encargado la persona encargada de velar por la seguridad de los menores, de garantizar la indemnidad física y psicológica de los menores deportistas y en su caso trasladar sus denuncias a la autoridad competente, tanto penal como administrativa.
El próximo verano se celebrarán, si el bicho no lo remedia, los Juegos Olímpicos en Tokio, cancelados el pasado año por culpa de la pandemia.
Quizás el hecho de que España no se haya clasificado en esta disciplina, supondrá que no estemos tan atentos a la competición de la gimnasia rítmica, dada nuestra supina ignorancia por este bello deporte, que en nuestro país ya es el cuarto en el orden de preferencia de las niñas.
Y bien que se lo han trabajado entre todas.
NOTA ACLARATORIA POSTERIOR
El 15 de mayo de 2021 el diario El País publicó que «el Consejo Superior de Deportes ha concluido, tras siete meses de investigación interna, que hay “indicios ciertos” de abuso verbal y acoso por parte de Ruth Fernández, entrenadora de gimnasia rítmica del CAR (Centro de Alto Rendimiento) de León y de su cuerpo técnico (Nuria Castaño, Eva Pelayo y Beatriz Brito). Todas son trabajadoras de la Federación española de gimnasia (RFEG). La investigación empezó en octubre tras la queja interpuesta por la madre de Claudia Jaimez, gimnasta del CAR de León y menor de edad»