MICHAEL JACKSON: ¿ÁNGEL O DEMONIO?

Hace poco escribía en el blog que una vez había tenido la oportunidad de asistir a un encuentro de fútbol, para ver jugar al que probablemente haya sido el mejor jugador de la historia, Maradona.

No obstante, en la publicación no apuntábamos la fecha del partido, 1 de noviembre de 1992, ni tampoco el estadio de fútbol, antiguo Carlos Tartiere de Oviedo.

Pues bien, mes y medio antes de haber presenciado al Dios del Fútbol, con ocasión de un concierto durante las fiestas patronales de la ciudad, tuve ocasión de coincidir en idéntico escenario con el Rey del Pop, Michael Jackson, uno de los fenómenos musicales más importantes de la segunda mitad del pasado Siglo XX, junto con Elvis y Los Beatles

Nadie ya discute su trayectoria profesional, quizás anclada al final en cierta repetición de su estilo musical,pero con un huella que lo dice todo:
Treinta y nueve Guinness World Records, incluyendo el de Artista Más Exitoso de Todos los Tiempos, quince premios Grammy, veintiséis American Music Awards, dieciseis World Music Awards y trescientos cincuenta millones de discos vendidos….una auténtica barbaridad, que difícilmente nadie alcanzará jamás.

Pero la sombra de la desgracia siempre ha acompañado al mito, hasta el punto de que no seríamos osados al aseverar que Michael Jackson nunca conoció la felicidad plena,visto que para él,una de cal siempre ha venido acompañada de otra de arena, con funestas consecuencias, como veremos.

Su infancia estuvo marcada por la explotación y malos tratos que sufrió de su padre, Joseph Jackson, según la versión que daría el propio cantante en el libro Moonwalk.

Y si bien luego le pediría disculpas a su padre por haberlo relatado, en un posterior documental al que luego nos referiremos, el artista volvió a insistir sobre ello.

Jackson era uno de los diez hijos del matrimonio y al igual que a sus hermanos, le fue impuesta con mano de hierro una severa disciplina paterna, tendente a sacar lo mejor de su talento para la música y poder pulir unos diamantes en bruto, cuyas cualidades artísticas para canción y baile ya empezaban a destacar.

Y a golpe de cinturón para corregir los errores hasta lograr la perfección, el padre de los Jackson Brothers / Jackson Five terminaría alcanzando su objetivo de ganar una fortuna a costa de la entrega de sus hijos.

Michael Jackson había debutado con solo tres años en un escenario y muy pronto destacaría por su voz y sus bailes, relegando a sus hermanos a meros comparsas en la que sería mítica banda de los setenta.

Pero siendo ya muy niño, se sentía ciertamente dolido con su padre, al margen de los malos tratos que le infligía, por su falta de respeto a su madre, Katherine Jackson, atada a un matrimonio cuya indisolubilidad era obligada en el seno de la comunidad de Testigos de Jehová a la que pertenecía y que solo a través de una probada causa de infidelidad podía romper.

Precisamente esa sería la perdición de Joseph Jackson, visto que ni siquiera escondía sus continuos devaneos amorosos, durante las interminables y agotadoras giras que tuvo que afrontar el grupo durante varios años.

Tras el paso de la Motown a Epic Records, perteneciente a la CBS, Michael Jackson ya se veía independizando del yugo paterno en lo personal,pero en lo profesional sería acogido por el productor Quincy Jones, que relanzaría su carrera exclusivamente en solitario.

Off the wall de 1979 sería el brillante preludio del álbum Thriller en 1982, que no solo constituiría su mayor éxito, sino el de cualquier artista hasta la fecha y quizás nunca sea superado: el disco más vendido de la historia, con casi de setenta millones de copias.

Los españoles tampoco olvidaremos aquella Nochevieja de 1983, en la que nuestro tiempo se detuvo durante la emisión en hora punta del que probablemente sea el mejor videoclip de la historia, para promocionar la canción que da título al LP, con un cortometraje de catorce minutos de duración, realizado por John Landis y que costó un millón de euros de la época.

Durante el resto de la década de los ochenta y gran parte de los noventa, Michael Jackson se mantuvo en la cima del éxito, mientras su ropa, estilo, baile,canciones y vídeos musicales marcaban tendencia para ser seguidos por una legión de fans e imitados por infinidad de artistas.

Y como artista célebre que era ,no cabe duda que tuvo que padecer el hostigamiento que era,cuando era abordado por la calle o con ocasión de los conciertos.

En este sentido,resulta muy ilustrativa su reflexión autobiográfica en el libro Moonwalk:

«Como actúan por amor,no se dan cuenta de que pueden hacerte daño.Tienen buenas intenciones,pero puedo asegurar que ser acosado duele.Sientes que vas a ahogarte o que te van a desconyuntar.Hay miles de manos agarrándote;una chica te está torciendo la muñeca y la otra tira del reloj;te agarran del pelo y tirán con fuerza,y aquello duele una barbaridad;te caes y los arañazos son horribles.Todavía tengo las cicatrices y sé en qué ciudad me hice cada una de ellas.Enseguida aprendí a correr entre multitudes de chicas agresivas fuera de los teatros, los hoteles y en los aeropuertos.Es importante protegerse los ojos con las manos porque a las chicas, llegado cierto punto de intensidad emocional se les olvida que tienen uñas. Sé que los fans tienen buena intención y los quiero por estusiasmo y apoyo,pero los tumultos son espeluznantes

Sin embargo, sus excentricidades estaban en boca de todos por unas innecesarias cirugías para cambiar su mentón, hoyuelo incluido.

Pero lo que más ofendía a los de su raza, y era considerado ridículo para los demás, fue que se evidenciara un progresivo blanqueamiento de su piel, asociado a intervenciones que siempre fueron desmentidas por Jackson.

Y es que prácticamente nadie creyó al número uno de la música, cuando justificaba el cambio en su piel al padecimiento del vitíligo, una enfermedad de pigmentación que provoca manchas de color blanca.

Como luego veremos, al final pudo verificarse que decía la verdad, aunque de la manera que él nunca hubiera deseado, con su autopsia.

Pero a la ya de por sí figura de cera que representaba su cuerpo, había que sumarle continuos implantes de injertos, hasta que finalmente optó por llevar peluca con pelo listo, lo cual tampoco fue bien visto.

La causa de ello también tenía una justificación, puesto que Michael Jackson había sufrido graves quemaduras durante la grabación de un videoclip para Pepsi en 1984, cuando tras una imprudencia en el uso de la pirotecnia, una chispa provocó que ardiera su largo pelo y el fuego se llevara parte de su cuero cabelludo y de su rostro.

Su imagen de Fantasma de la Opera, era bien conocida, puesto que pese a sus imponentes actuaciones en directo ante miles de espectadores, Michael Jackson sufría de una timidez extrema y prefería ocultarse con paraguas y tras una máscara que le protegiera, no solo del sol, sino de los flashes.

Al final, optó por refugiarse en una ciudad de ensueño, construida a su imagen y semejanza: la de una niño de ocho años que había dejado de crecer, en un cuerpo de treinta.

Y así, su nueva propiedad, bautizada Neverland, estaría dotada de todos los recursos que le permitían no depender de nadie en un enorme rancho, emplazado a gran distancia de cualquier vecino curioso.

Neverland no solo contaría con una lujosa mansión dotada de servicio doméstico propio de la Reina de Inglaterra, sino de todo aquello que un niño podría desear: parque de atracciones, estación de tren, zoo, juegos recreativos por doquier, cine y golosinas, muchas golosinas…Un capricho demasiado caro, cuyo mantenimiento le suponía un millón de euros al mes.

En cuanto a su vida sentimental, siempre han existido especulaciones, ya desde que Jackson era adolescente, como la de tantas otras estrellas cuya intimidad es profanada por los medios como carnaza para vender titulares.

Y es que de él se ha dicho que era homosexual, bisexual, asexual, todo, menos pansexual; Cierto es que sus compañías femeninas tampoco disiparon los rumores sobre una extravagante conducta que se salía de la norma que imponía la sociedad de cada momento.

Así, su primera novia conocida fue un niña prodigio como él, Tatum O´Neal, aunque más tarde fue visto en compañía de otras mujeres maduras como Jane Fonda o la propia Diana Ross, su madrina musical, si bien ellas siempre han mantenido que solo era un gran amigo.

Más tarde, con su peculiar matrimonio de unos meses con la hija de Elvis se consolidaría la más poderosa entente de la música en lo referido a los derechos de autor sobre las grabaciones discográficas y por ende una incalculable fortuna: los heredados por su esposa de Rey del Rock, los del propio Rey del Pop y los de Los Beatles, adquiridos por Jackson en 1985 por cuarenta y siete millones de dólares.

Su segundo matrimonio sería aún más extraño de cara a sus fans, ávidos de ver que su ídolo compartiera su vida con alguien célebre, cuando se unió a la enfermera de su dermatólogo, con la que tendría dos hijos naturales.

Sentado lo anterior, siendo indiscutible su genio, no hace falta tener un título en psicología o psiquiatría para dictaminar que su salud mental siempre ha estado mermada, ya sea por la explotación y maltrato de su padre en la infancia o porque no supo digerir un éxito,que Jackson divinizaba a la categoría de mesiánico.

Por ello, de cara a la opinión pública, más que envidia, despertaba cierta lástima, visto su progresivo deterioro físico y lo insólito de su comportamiento.

Pero lo que siempre ha sido público y notorio, amén de su trabajo como artista, es que, pese a su evidente megalomanía y narcisismo, Michael Jackson parecía disfrutar haciendo feliz a los más desfavorecidos, demostrando una filantropía, solo superada por Bill Gates.

Así, el cantante fue ejemplo de su altruismo y solidaridad, materializada en millones de dólares en donaciones y obras sociales en favor de enfermos y desfavorecidos económicamente.

Emplearíamos muchísimas líneas de texto para recordar todos sus gestos solidarios, pero como muestra de su generosidad, dos botones: el millón de dólares que Pepsi le donó como compensación por el accidente sufrido y que el cantante nunca había reclamado, fue destinado por Jackson a unidad de quemados y su activa participación con la canción We are the world, dentro de la causa USA for Africa, logró una recaudación que mitigó el hambre de miles de personas.

No obstante, la mayor sombra que se cernió sobre el Rey del Pop, precisamente vendría por su acercamiento a los que formaban parte imprescindible de su objetivo altruista, un colectivo especialmente sensible y vulnerable.

Y así, visto que, por mucho que se esforzara, su vida de adulto no podía ser como la de los demás, siempre procuró estar rodeado de menores de edad, quienes con su sola presencia y el esbozo de una sonrisa, ya colmaban las carencias afectivas de una estrella que no había tenido una verdadera infancia ni juventud y padecía un síndrome de Peter Pan de libro. Un Peter Pan en Neverland.

Dejad que los niños se acerquen a mí, nos decía Jesucristo.

Pero Michael Jackson, por mucho que pretendiera, nunca podría llegar a serlo y con el tiempo comprobaría que su mayor satisfacción se tornaría en la mayor de sus penurias, visto que dentro de su rebaño de corderos blancos y puros, también habría ovejas negras dispuestas a dañarlo.

El calvario de acusaciones contra Jackson se inició tras una denuncia de abusos al menor Jordan Chandler pero pronto se comprobaron las contradicciones en su versión sobre lo sucedido y un más que sospechoso interés económico del padre no custodio del niño, que pretendía evitar la causa criminal.

Y así, consciente de que hubiera derivado en una más que probable absolución de la estrella, ante la carencia de pruebas sobre una conducta criminal, el padre forzó hasta el límite las posibilidades de llegar a un acuerdo económico.

A Jackson, en todo su apogeo musical, le convenía evitar que el asunto fuera a los tribunales en el orden civil ya que ello supondría un proceso de varios años, donde serían exhibidas pruebas fotográficas de un desnudo Michael Jackson.

Y es que el menor había declarado que el cantante estaba circuncidado, y a instancias del tenaz Fiscal Tom Sneddon, se ordenó que fueran examinados sus genitales, algo que Jackson nunca superaría, por la enorme vergüenza que le hacía sentir, pese a que no fuera cierto lo denunciado por el menor.

El asunto motivó un cambio de la legislación procesal norteamericana; desde entonces, ante una denuncia por la comisión de un delito contra la libertad sexual, existe la imperiosa obligación de acudir a la vía penal en primer lugar, antes que la civil.

Cierto es que la opinión pública no estaba tan dividida como ahora, sobre la inocencia de Michael Jackson, pero el acuerdo civil no hizo más que mantener la llama viva de quienes ya elevaban la sospecha a la categoría de indicio probatorio, por su comportamiento de depredador sexual, tan propio de un bicho raro como él.

En los años ochenta, el artista había pretendido lavar su imagen de chico bueno, convirtiéndose en un monstruo aterrador (Thriller) o en un chico malo e incluso machote (Bad) pero en la década de los noventa las tornas ya habían cambiado.

Y es que, de cara a una gran parte del público, de nada le sirvió que tratara de ofrecer su lado más amable, el que probablemente sea cierto, sin que tampoco le ayudara su activismo en contra de las guerras y el hambre, ni dejar títere con cabeza en sus canciones de denuncia social frente a la clase dominante.

La cruel sociedad ya no podría aceptar una renovación de roles; a ojos de muchos, Michael Jackson, no solo era un monstruo, por su apariencia, sino que además era considerada una mala persona, un vil pederasta.

Pero curiosamente, sería el propio artista, quien lejos de acallar los rumores, reabriría la caja de Pandora, accediendo a la realización de una serie de entrevistas para el periodista británico Martin Bashit, que se recopilaron en el documental Living with Michael Jackson.

A toro pasado es fácil decir que el material debió ser revisado por los que asesoraban a la estrella, antes de su emisión en 2003, puesto que cualquiera puede llegar a la conclusión de que Jackson vivía en un mundo paralelo, inaceptable para su sociedad.

Durante las entrevistas, Jackson negó la mayor sobre sus intervenciones quirúrgicas (tan solo reconoció dos) y recordó los trágicos episodios de violencia física y mental que su padre le había infligido.

Pero lo peor para él, es que con un ánimo sospechosamente tendencioso, el periodista descartó muchísimo material de muchas horas de grabación, entre las que se incluían sus labores de activismo social.

Sin embargo, aparte de las singulares entrevistas, tan solo se nos mostró sus esperpénticas apariciones públicas, al margen de los conciertos.

Así, tras reconocer que su fortuna era de mil millones de dolares, se veía a un caprichoso y mimado Michael Jackson, rodeado de enfervorizados fans, acudiendo a una tienda de un centro comercial de Las Vegas para empezar a elegir, como si fueran gominolas, múltiples artículos de lujo.

Y si ya lo anterior no era suficiente para evidenciar que un Jackson demasiado excéntrico y materialista no era un adulto al uso, se ofrecía además su lado más irresponsable, como padre de dos hijos muy pequeños, siempre enmascarados en la vía pública.

Así, se nos muestra como el artista se empeña en acudir a visitar un zoo en Berlín, mientras es asediado por una multitud de fans y periodistas que se agolpan, con riesgo físico para sus dos hijos pequeños.

Pero esa imprudencia, que a Jackson no parece afectarle, alcanzaría el colmo del delirio, que pudo acabar en tragedia.

Todo sucedió cuando Jackson quiso que sus fans pudieran conocer de primera mano a su tercer hijo, recién nacido de un vientre de alquiler y cual Simba en El Rey León, fue exhibido por la ventana de un hotel berlinés.

Aquellas imágenes dieron la vuelta al mundo, mientras se escuchaba la inmediata reacción de alaridos por parte de los presentes.

Pero Bashit se mostró especialmente inquisidor al final del documental, cuando, aprovechando un alarde de sinceridad de Jackson, más propio de un niño carente de total madurez, mostró la faceta más pueril e infantil que nadie quería ver ya.

Y es que el Rey del Pop, por activa y por pasiva, reconocía que en muchas ocasiones dormía en la habitación de los niños que acudían a Neverland, como si fuera un amigo más de su edad.

En las imágenes, Jackson aparecía cogido de la mano de Gavin Arvizo, de trece años, un niño enfermo de tantos que habían estado con él en su rancho de fantasía y que se había recuperado gracias a su altruismo.

Suponemos que al ver esas entrevistas, unos pocos se quedarían con el lado más sensible y tierno de Jackson, pero apostamos a que sus personas más cercanas se llevaron las manos a la cabeza, ante lo que parecía un reconocimiento de culpabilidad a ojos de la justicia social, que ya había dictado sentencia hacía tiempo.

Y es que tras la emisión de Living with Michael Jackson, en medio del revuelo popular por el documental, los padres de Arvizo, denunciaron que el niño había sido violado por el cantante, tras haberlo emborrachado. Los nubarrones reventaron en tormenta.

Si bien desde los años noventa, tanto el FBI como la Policía de Los Ángeles se empeñaban en controlar la vida del artista, sin encontrar indicio alguno, a raíz de esta denuncia se dictó una orden de registro de Neverland en la búsqueda de pruebas incriminatorios, mientras el cantante se encontraba fuera del rancho.

La causa criminal siguió adelante y muchos todavía recordamos su fotografía en la ficha policial de la posterior detención,que muestra un ya decrépito rostro, con expresión asustada. Como si de un niño se tratara.

En 2005, el artista quedaría libre de todos los cargos, viéndose frustradas todas las expectativas de la acusación ya conocida por Jackson; no en vano repetían el Fiscal Tom Sneddon y el mismo abogado que había cerrado el acuerdo civil, tras la primera denuncia, una década antes.

El éxito de la defensa de Jackson fue tan rotundo que ni siquiera existió necesidad de que subiera al estrado para declarar, vista la credibilidad de los testigos de su defensa , entre los que destacó el testimonio de la que fuera estrella infantil, Macaulay Culkin e incluso y contra todo pronóstico, algunos de los solicitados por la propia acusación, entre ellos, Deborah Rowe, ex mujer de Michael Jackson y madre no custodia de sus dos hijos.

Todos aseguraron que el cantante era una extraordinaria persona y jamás habían presenciado o eran conocedores de ninguna conducta inapropiada.

No obstante, pese a que Jackson fue exculpado, amén de que el proceso le supuso un gasto de millones de dólares en el que constituyó el juicio más costoso de la historia, los anteriores acontecimientos ya supondrían una losa demasiado insoportable para una persona tan endeble anímicamente y que se sentía traicionado por aquellos a quienes había ayudado desinteresadamente.

Durante los cuatro años siguientes, el cantante se mantendría al margen de la música y ahogado por las deudas generadas por un descontrolado despilfarro de una persona acostumbrada a lujos que, o bien no estaba asesorada o bien hacía oídos sordos a los consejos de los demás.

Y quizás ello fue lo que finalmente motivó, para delirio de sus fans y sorpresa de todos, que apareciera en público para anunciar su vuelta a los escenarios con la que iba a ser su última gira, This is it.

La gira estaba inicialmente prevista para solo diez conciertos, pero sus promotores vieron en This is it un filón, y en Jackson la gallina de los huevos de oro.

Y así, convencieron (o forzaron) al cantante para quintuplicar el número de actuaciones, lo que constituyó demasiada presión para un Michael Jackson ya entrado en la cincuentena, que se sentía en deuda con sus seguidores y como perfeccionista que era, le obligaría a dar la talla física ante tamaño esfuerzo físico y mental.

Para ello, tuvo que afrontar muchas horas de ensayos diarios de los que apenas podía recuperarse como hacía antes.

Ya era conocido su insomnio, pero la ansiedad ante el compromiso asumido tuvo como consecuencia que apenas pudiera conciliar el sueño.

Pero en vez de procurarse una saludable recuperación corporal y anímica, bajo supervisión de su médico personal, Conrad Murray,se abandonó a la ingesta de medicamentos que ya tomaba a mansalva para calmar sus dolores, desde el accidente sufrido mientras rodaba el anuncio de Pepsi.

En la mañana del 25 de junio de 2009, Michael Jackson sufrió una parada cardiorrespiratoria e ingreso cadaver en el hospital.

De inmediato surgieron todo tipo de especulaciones sobre su fallecimiento; de hecho algunos familiares, incluido su padre, le habían advertido que valía más dinero muerto que vivo.

Pero muy pronto se demostró que había recibido una dosis fuera de control de propofol, un anestésico lechoso empleado en cirugía, al que Jackson era adicto y que acabó con la vida de un cuerpo ya atiborrado de medicación para dormir.

La autopsia reveló además que su frágil cuerpo ya sufría de artritis, vitíligo, lupus y principio de cáncer de próstata y muchos aún se preguntan como es posible que hubiera pasado el éxamen médico exigido por la aseguradora de la promotora de This is it.

Conrad Murray sería condenado a cuatro años de prisión por homicidio involuntario, aunque solo cumpliría la mitad de la pena.

El emotivo funeral público de Jackson se celebró el 7 de julio de 2009 en el Staples Center de Los Ángeles, donde juegan Los Lakers y su retransmisión fue seguida por cerca de dos mil quinientos millones de personas en todo el mundo.

Una vez más, Michael Jackson pulverizaba todos los records, tras superar la anterior emisión más vista, la llegada del hombre a la Luna. Lástima que él no estuviera aquí para verlo.

Pero ni siquiera muerto Jackson ha podido descansar en paz,porque justó una década después, en el festival de Sundance se estrenó una película documental que supuso una sonora bofetada a mano abierta para todos los seguidores del artista, entre los que se incluye quien escribe este artículo: Leaving neverland.

Producido por el canal H.B.O, y dirigido por Dan Reed, se trata de un relato durísimo de casi cuatro horas de duración que detalladamente y sin miramientos de ningún tipo, narra los abusos a dos niños que, ya como adultos y una vez fallecida la estrella, habían decidido acudir a la Justicia.

Y es que ha sido tal el impacto del documental, ganador del Emmy, que la reacción de muchos de sus fans ha sido la de, literalmente, tirar a la basura toda su discografía, arrancar su poster de la pared y eliminar cualquier archivo digital de su ordenador o dispositivo.

Además, muchas cadenas de radio y televisión han decidido no volver a emitir sus canciones, llegando incluso a ser retirado un capítulo en el que participaba el propio Jackson en la aclamada serie de animación Los Simpson.

Leaving neverland está muy bien realizado, con la calidad de siempre que HBO ofrece a sus espectadores y para descubrir la realidad de un depredador sexual, merecedor de toda repulsa, antes de describir sus atrocidades, con pelos y señales, te engancha de forma muy inteligente durante los primeros cuarenta minutos, en los que se nos muestra el lado más amable del icono del pop, al tiempo que te obliga a empatizar con unos niños, alucinados con su amistad.

Pero cual giro argumental, torna en un film de terror, para dar a entender que todo había sido un perverso proceso de encantamiento y seducción, no solo de los dos niños, sino de las dos familillas que los acompañaban.

A partir de entonces, se narra un retahíla de episodios que ciertamente resultan desagradables , para describir a un lobo con piel de cordero sediento de sexo con menores e incluso amenazante para unos niños que deberían ocultar lo sucedido. Una auténtica bestia,sin corazón.

Cierto es que muchos seguidores de Jackson, conocedores del documental, han preferido no verlo para no sufrir. Ojos que no ven….Pero para los fans que sí lo han visto, emerge un terrible dilema moral, generado por la tensión que caracteriza toda disonancia cognitiva.

Y es que de ser cierto lo que se expone en Leaving Neverland, es lógico que sientan un enorme disgusto, por haber secundado y creído a un horrible monstruo, al que se ha alimentado económicamente con la compra de sus discos.

Llegados a este punto,cabe decir que siempre ha existido un encendido debate sobre si lo correcto es afirmar que la fama de un personaje célebre ha de ir unida a su intimidad, sin que por tanto pueda disociarse su vida pública de lo hecho en su vida personal.

En nuestra opinión, si examináramos con lupa la vida de todas las personas que han triunfado en su faceta de artistas y descubriéramos su lado más oscuro e incluso delictivo, más de la mitad serían condenados al infierno del reproche y ostracismo y tanto la cultura como el arte, quedarían reducidos a la mínima expresión.

Hace unos meses escribíamos sobre el acoso y maltrato que había recibido una de las ambiciones rubias de Hitchcock, y que ni siquiera estaba penado por entonces, pese al reproche moral que hoy día cabe hacerse al respecto de tal vacío legal de antaño.

Pero penadas determinadas conductas, conviene recordar que tal y como escribíamos sobre Maradona, una cosa bien distinta son los juicios paralelos y otra bien distinta son las resoluciones judiciales que establezcan un relato de hechos probados, tras un juicio justo, razonamiento que igual hicimos extensivo en nuestra publicación sobre Woody Allen.

Por ello, la presunción de inocencia ha de primar por encima de todo y al igual que el Pelusa o Woody Allen sobre sus supuestos (que no presuntos) maltratos o abusos a menores, en el caso de Michael Jackson, nunca ha habido una sentencia condenatoria que establezca que el Rey del Pop, fue además un depredador sexual, como sostienen los que siempre le venían poniendo el capirote, para enviarlo a la hoguera.

Sin embargo, sí ha existido un condena por delito pedófilo en el caso del cantante británico Gary Gliter, nada menos que a dieciséis años de prisión.

Y si bien se levantó una auténtica polvareda con ocasión de ser incluida su famosa canción Rock n roll, part 2, en la banda sonora de la película Joker de 2019, por el recuerdo de su delito, hasta el punto que representantes compañía discográfica que tiene registrados los derechos se apresuraron a manifestar que el cantante no veía un solo dólar, pocos habían protestado años antes, cuando el tema sonaba para motivación de los aficionados en todos los pabellones de Estados Unidos, durante los partidos de la NBA y eran bien conocidas por todos sus conductas obscenas y cargos por posesión de pornografía infantil.

Pero, volviendo a Leaving neverland, he de reconocer que si bien quedé ciertamente impactado tras el visionado del documental, no me he visto influenciado, hasta el punto de renunciar a mi afición musical que mantengo desde niño.

Y la razón es que, a diferencia de otros, ni siquiera he experimentado el referido dilema moral, por cuanto me ha sido mucho más útil y cómodo refugiarme en mi faceta de jurista, antes de analizar cuanta información existe sobre lo sucedido, desde el contraste de diversas fuentes.

Pues bien, pese a que el asunto está parcialmente subiudice y sin sentencia definitiva y firme (hasta ahora, todas las resoluciones son favorables a la memoria de Jackson) hemos de mantener que, como siempre se dice, mientras no se demuestre lo contario, Michael Jackson es inocente y está limpio como una patena.

Hemos de partir de la base de que, como en muchas facetas de la vida, resultará difícil que muchos cambien ya su opinión, cuando antes se han mostrado inflexibles y recalcitrantes en sus posturas.

Y para quienes ya daban por sentado que un “freak” como Michael Jackson era un pederasta de manual, el nuevo documental no ha hecho más que darles la razón que ya anticipaba Living with Michael Jackson, por mucho que un pronunciamiento judicial se la pueda quitar, e incluso ha servido como refuerzo argumentativo para quienes apuntan a una conspiración pederasta, de la que ya hablamos en el blog.

En el otro extremo, también podemos encontrarnos con quienes, sin ceder un ápice en la defensa de su ídolo, niegan la mayor porque sí, sin argumentos sólidos de defensa.

Pues bien, si analizamos lo expuesto en el documental, la conclusión a la que se puede llegar es que las supuestas víctimas en apariencia son sinceras,por destapar aspectos muy íntimos de su vida que avergonzarían a cualquiera y que, en condiciones normales,no querrían desvelar.

Pero las apariencias pueden engañar y lo penoso es que, por encima del orgullo, la vanidad o la vergüenza, la experiencia nos demuestra que en muchas ocasiones existe un estímulo que ayuda a superar ciertos complejos e incluso a mentir.

Quevedo lo decía claramente, Poderoso caballero es Don Dinero.

Ciertamente no todos somos iguales a la hora de exponer aspectos de nuestra vida privada o abrirnos en canal a los demás, máxime en asuntos tan delicados como el de la sexualidad.

Pero, como quiera que para muchos no es nada difícil fingir o manipular, necesariamente hay que poner en cuarentena lo expuesto en el documental, tras escuchar a las dos supuestas víctimas, Wade Robson y James Safechuck.

En apariencia los dos parecen creíbles, pero hemos de recordar que siquiera están declarando delante de un tribunal, que no se ha aportado un solo testimonio favorable a Jackson, que lógicamente no se puede defender, sin que pueda descartarse un sesudo asesoramiento de expertos en psicología clínica sobre el padecimiento de las víctimas de abusos sexuales, para preparar su testimonio y dotarlo de credibilidad.

Pero es que además, Leaving neverland no es un documental rodado por un videoaficionado; así, no deja de ser una costosa película, en la que no aparece cualquier víctima anónima, sino personas con experiencia en el mundo del espectáculo, que se encuentran por tanto capacitados para actuar delante de unas cámaras y que han podido ensayar para unas escenas, que han podido ser repetidas una y otra vez, para finalmente ser montadas de la forma más precisa, hasta lograr el propósito del convencimiento de la audiencia.

Se nos podrá decir que tanto el director como las dos supuestas víctimas también comparecieron en el conocido programa de la sagaz Oprah Winfrey para reiterar su denuncia, durante una larga entrevista.

No obstante, muchos cuestionaron su objetividad al sostener, con buen criterio, que la estrella de la televisión siempre había mantenido una relación de amor/odio con Jackson y que Oprah había llenado el plató de víctimas de abusos sexuales sin dar la oportunidad de réplica en defensa del supuesto pederasta.

No obstante,la mediatica estrella de TV sí se mostraría mucho menos condescendiente con el movimiento #Metoo frente a las acusaciones del que luego sí sería condenado, y sí se podía defender en vida, a diferencia de Jackson, su personal amigo Harvey Weinstein.

A quien esto escribe, ciertamente le resulta poco creíble que nadie de la familia de las víctimas estuviera al corriente de lo sucedido o al menos mostrara su desconfianza, en especial sus madres, cuya imprudencia sería del todo manifiesta, visto que todos compartían un mismo alojamiento durante las giras y promociones del artista.

Si lo anterior no fuera suficiente, existen datos objetivos que ya han venido cuestionando la versión de los denunciantes, hasta el punto de aseverarse por los defensores de Jackson que todo es inventado y que el único interés para este montaje es el económico, sirviendo además de recurso oportunista para ganarse el favor del público e influenciar en la justicia, constante aún el proceso judicial en el que se dilucidan sus millonarias reclamaciones.

Pero además, Wade Robson estaría cometiendo un delito de perjurio, quizás prescrito, ya que había declarado como testigo de la defensa, durante la causa en la que Michael Jackson había sido procesado y exento de responsabilidad penal en 2005, causa a la que también fue citado Safechuck para negar cualquier conducta inapropiada de Jackson con los menores.

En este sentido,es lógico pensar que sería del todo absurdo que Jackson decidiera recurrir a la ayuda de alguien que,ante las inicisivas preguntas de los letrados y Fiscal,pudiera derrumbarse en la vista pública ,al recordar sus propios abusos.

Es también público y notorio que Robson había salido varios años con una sobrina de Michael Jackson, con el que siempre mantuvo amistad e incluso, ya casado, visitó al artista en varias ocasiones,una de ella ,con ocasión de una barbacoa, un año antes de su muerte.

Pero además, después del fallecimiento del que había sido su ídolo, Robson llegaría a manifestar: «Su música, su movimiento, sus palabras personales de inspiración y ánimo y su amor incondicional vivirán dentro de mí para siempre».

Extraño comportamiento y manifestaciones en una persona que ha sufrido abusos.

¿Cómo puede justificar Robson, nacido en 1982, su radical cambio de postura sobre lo que había mantenido en 2005 y 2009, siendo ya entonces un joven que se supone maduro?

Pues bien, el denunciante es categórico al respecto y en el documental apunta a que su experiencia como padre, tras tener un hijo,le había abierto los ojos.

Así, cual resorte mental, producto de un oculto trastorno postraumático, súbitamente había revivido todo un infierno de abusos por parte de Michael Jackson, que antes asociaba a algo normal y propio de amantes, aunque hubiera una diferencia de casi treinta años y uno de ellos fuera un niño.

Tambien parece lógico pensar, al igual que los detractores de Robson, que la demanda del año 2013 pudo venir ocasionada, no solo por haber sido excluido del testamento de Jackson, sino por una venganza personal, tras ser rechazado como candidato a dirigir la coreografía de un colosal espectáculo del Circo del sol, en memoria del cantante.

Tras Robson, Safechuck fue el único que se subió al carro, actuando a rebufo de su demanda, sin que hasta ahora nadie más haya denunciado que, siendo niños no solo disfrutaron de la extraña compañía de su ídolo, sino que también sufrieron abusos.

Más bien ha sucedido lo contrario, hasta el punto de que, como un guiño al movimiento #Metoo (yo también) a la inversa ha surgido #MeNeither (#YoTampoco) en defensa de Jackson.

Y ello no parece baladí, si tenemos en cuenta la infinidad de niños que acompañaban a Jackson, salvo que se acepte la fácil tesis de que el cantante en vida o luego sus herederos, han comprado su silencio, al igual que el de las autoridades policiales y federales y la Justicia….casi nada.

Harvey Weinstein no ha tenido tanta suerte, pese a contar con más dinero que un arruinado Michael Jackson.

¿Quizás fue éste el motivo de su ruina, pagar el silencio de cientos de niños y el de todas las autoridades policiales y judiciales? se preguntarán también otros.

Mientras la justicia social ya parece haber dictado su condena con la sola emisión de un documental, nosotros queremos ser prudentes y esperamos el devenir de los acontecimientos para conocer la que realmente nos importa.

En estos momentos y salvo sorpresas, todo apunta a que el procedimiento de Robson corra parecida suerte que el de Safechuck, que ha visto recientemente desestimada su petición millonaria a las compañías del cantante, por haber sido cómplices de sus supuestos abusos.

Según ha trascendido, Safechuck incurrió en varias contradicciones en su relato de hechos cuando no falsedades, siendo la más destacada la de que había sido abusado por Jackson en un vagón de la estación de tren de Neverland, en un momento en el que ni siquiera había sido construida la estación o que su madre bailó de alegría al conocer que Jackson había muerto, porque así no abusaría de más niños, cuando el propio denunciante manifiesta que fue mucho más tarde cuando éĺ vio la luz sobre lo sucedido.

Mientras tanto, se ha sometido al arbitraje la pretensión de que el canal HBO pague una indemnización por el incumplimiento contractual de una clausula que impedía desprestigiar al artista.

Pero el contundente documental ya ha hecho demasiado daño a la memoria de Jackson y todo lo que él ha representado, hasta el punto de que el que fuera maravilloso rancho del artista y luego su hogar de pesadillas, si bien en su momento fue puesto a la venta con un precio de partida de cien millones de dólares, no solo no se ha revalorizado, sino que acaba de venderse por veintidós.

No obstante, como había vaticinado su padre, que podía ser un hombre violento,pero que de tonto no tenía un pelo, el Rey del Pop, vale ahora mucho más muerto que antes vivo.

Y es que Michael Jackson genera nada menos que cincuenta millones de dólares al año.

Su deuda, antes de morir, ascendía a quinientos millones de dolares.

D.E.P. Michael Jackson (1958-2009)

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