MI REINO POR UN LIKE, TODO POR UN FOLLOWER

“Mamá, mamá, hazme un vídeo para tik tok”

Un niña de siete años le pide a su madre que la grabe mientras hace cabriolas en la arena de la playa; tras cuatro intentos de grabación, no satisfactorios para la niña que, recelosa y exigente, va y viene para comprobar las imágenes, la pequeña da su aprobación.

Y acompañado de música, su madre sube el vídeo a una aplicación, tan de moda entre los chavales como peligrosa por su exposición a personas indeseables; no en vano, en el Reino Unido varias asociaciones en defensa de los menores ya han pedido su prohibición.

“Ahora tienes que darle un like”, demanda la niñita ante una sonriente , orgullosa e inconsciente madre.

Leemos en la edición digital de varios periódicos que una menor de 16 años ha sido ingresada en la UCI, tras recibir una paliza, dada su popularidad en las redes sociales, al tener muchos seguidores en Instagram.

¿Qué demonios le está pasando a nuestra sociedad? ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Se ha perdido el control de la situación?

Ciertamente existe una desmesurada tendencia a la exposición pública a golpe de click, cuando precisamente, en puridad solemos ser pudorosos y celosos guardianes de nuestra intimidad.

Y es que una persona con dos dedos de frente, no va por la calle proclamando a los cuatro vientos que se va de vacaciones a la costa mediterránea o que va a hacer una parrillada de marisco en su casa, repartiendo fotografías por doquier a la gente a la que se encuentra, sean personas conocidas o no.

Sin embargo, esa misma persona no tendrá reparo alguno para subir fotos de su vida privada a facebook o instagram, en busca de la aprobación general, a medio de un like o “me gusta”

¿Pero, qué necesidad hay de actuar así?

La respuesta la tenemos en una lengua, no tan muerta por mucho que traten de desterrarla de los programas educativos: Vanitas, vanitatis.

Ya hablamos en alguna ocasión de dos palabrejas: FOMO, siglas en inglés de “fear of missing out” que, traducido al español, viene a significar “miedo a estar fuera” o “miedo a perdérselo” y POSTUREO, cuya mera dicción ya hace chirriar a nuestro diccionario, pero que resulta del todo elocuente.

Y es que nos encontramos atenazados por una sociedad donde domina cierta tiranía egocéntrica, aflorando en cada instante la comparación con los demás, que se sirve como principales parámetros, de lo material y la apariencia.

Se persigue que los demás sepan lo feliz que es uno, por lo que se tiene o piensa sobre la vida.

Y si los demás exponen sus vidas sin tapujos, lo habitual es imitar conductas ajenas y no quedar al margen de la rueda de la felicidad aparente.

Selfies poniendo morritos, estampas posando con fabadas y chuletones, fotos nadando con delfines e incluso frases motivadores de dudosa procedencia…. la gama de situaciones registradas con un móvil es tan amplia, como las actividades que realizamos en nuestros momentos de ocio, que acompañamos con reflexiones carentes de espontaneidad, con las que pretendemos demostrar que somos las personas más íntegras del mundo, cuando ni siquiera, a veces, se predica con el ejemplo.

Nadie, absolutamente nadie, es inmune a ello, por mucho que tratemos de disimularlo; a todos nos gusta ser apreciados y esperamos que, con un simple pulgar hacia arriba o un emoticono de una carita llorando de risa, los demás compartan nuestro momento feliz o rían nuestra gracia o chiste de turno. Quien diga lo contrario, miente.

Pero esa cansina exhibición y demostración de vanidad deviene estéril, más allá de reforzar nuestro ego de modo anti natural, toda vez que ni vivimos de nuestra imagen ni nuestra vida cotidiana es tan trascendente.

Sí resulta positiva, por el contrario, la búsqueda de la aprobación de nuestra actividad profesional, siempre y cuando no suponga un compromiso para el otro, claro está.

Hace poco leíamos en internet sobre una original iniciativa para apoyar a los negocios locales, tan vulnerables económicamente por culpa de la pandemia, mediante la imagen de una factura que desglosaba distintos conceptos a modo de siete ideas, más que razonables, que suponían coste cero para el consumidor: seguirles en redes sociales,like a sus publicaciones, comentar sus publicaciones, compartir su publicidad,interactuar en sus posts, mencionarlos en otras redes sociales y recomendarlos

Pero, como decimos, cuestión distinta es que busquemos el beneplácito ajeno, solo para satisfacer nuestro orgullo, y que los demás entiendan que no nos quedamos atrás, porque al igual que ellos, hemos sido invitados a la fiesta de la promoción personal y tenemos tantos likes o seguidores como el que más.

Porque si ya hablamos de followers, se ha llegado al absurdo de imitar a muchas celebridades que compran, literalmente, cuentas y seguidores falsos, para transmitir un mayor éxito a los fans que las siguen en sus redes sociales, en su afán de promocionarse falazmente, lo cual ya es rizar el rizo de la superficialidad más cínica.

Pero si ya los adultos, en teoría responsables y maduros, cometemos tales errores ¿ qué decir de los menores de edad, mucho más temerarios que temerosos, a la hora de mostrar su intimidad por doquier?

Antes, los chavales también éramos superficiales, en líneas generales, pero “fardábamos” por tener el álbum de cromos más completo, por meter más goles en un partido o por tener una mayor colección de vinilos.

Sin embargo ahora se alardea también de tener más seguidores en instagram, la gran mayoría desconocidos o de contar con mayores likes en una publicación, muchos de ellos forzados y por compromiso.

Quizás se nos achaque de pesimistas o agoreros, pero mucho nos tememos que lo peor está por venir.

Y es que nada es por casualidad para la consolidación de este narcisismo digital que nos subyuga para reforzar nuestra autoestima de forma tan superficial y del que otros se benefician económicamente, por mucho que se nos venda la gratuidad de las redes sociales.

¿A quién pertenecen Facebook, Instagram y whatsapp?

No hay más preguntas, Señoría.

Entradas relacionadas

Dejar una respuesta

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies