LA SERIE DE HOY: ANTIDISTURBIOS (2020)

Hace breves fechas publicábamos en el blog que en España y más específicamente en Cataluña, se estaban produciendo graves incidentes generados por radicales antisistema, que aprovechaban las manifestaciones convocadas en aras exigir la liberación del rapero Pablo Hasél, actualmente en prisión, para dar rienda suelta a su absurda violencia.

Es más, tras una escalada de declaraciones de unos y otros sobre la actuación policial, desde los sectores más radicales de Cataluña, los CDR, se está pidiendo la disolución de los antidisturbios de los Mossos, cuerpo policial autonómico, algo ciertamente inaudito y que evidentemente no se va a producir.

Ciertamente, en esa comunidad autónoma se llevan varios años de continuos sobresaltos callejeros , en especial a raíz del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, donde se votó por la independencia.

Y Barcelona, la ciudad más emblemática de Cataluña y una de las más bellas de España, ha pasado de ser un lugar modélico en cuanto al civismo y la seguridad, al escenario de un permanente conflicto en las vías públicas.

Por ello, tanto los ciudadanos residentes como los turistas, indefensos ante la indolencia y cinismo de los políticos, en estos momentos no saben con lo que se van a encontrar, con cuantiosas pérdidas económicas por los destrozos que serán pagados por el de siempre: el contribuyente.

Pues bien, el pasado año fue estrenada en Movistar Televisión una serie de seis capítulos, que cobra actualidad, Antidisturbios.

Su director es Rodrigo Sorogoyen, uno de los cineastas jóvenes más interesantes de los últimos tiempos y que de la mano de su coguionista Isabel Peña ya había demostrado toda su valía en brillantes películas como Stockholm, Que Dios nos perdone y sobre todo, El Reino , que arrasó en los Goya de 2019, con siete premios.

Interpretada en sus principales papeles por Vicky Luengo, Raúl Arévalo, Hovik Keuchkerian, Álex García , Roberto Álamo, Patrick Criado y Mónica López, Antidisturbios nos muestra la obsesiva investigación de una agente policial de asuntos internos que sigue la pista de varios efectivos de la Unidad de Intervención Policial, un cuerpo de antidisturbios de la Policía Nacional en Madrid, cuya irregular actuación en un intento de desalojo ha tenido como consecuencia una muerte accidental,pero que más allá del supuesto exceso de fuerza policial, encubre una trama de corrupción que afecta a superiores instancias policiales,judiciales, políticas y financieras.

Más que por su argumento, en esencia muy sencillo, Antidisturbios sorprende por el ritmo de su realización, con escenas cargadas de tensión, en especial las que nos muestran las cargas policiales, con un sorprendente realismo, hasta el punto de que literalmente lleva al espectador a ser un agente más, con una factura cinematográfica más que televisiva, que parece documental.

Pero su reparto es quizás lo mejor de esta gran serie y en especial los integrantes masculinos del furgón policial, que en uno de sus capítulos, durante el transcurso de una cena, dan lo mejor de sí mismos en una desatada orgía de testosterona.

Ya sabíamos de la gran solvencia de actores como Raúl Arévalo o Roberto Alamo, y desde luego que el joven Patrick Criado apunta muy buenas maneras para el futuro.

Pero desde Javier Bardem no se recordaba en España a un actor con tanta presencia como un imponente Keuchkerian, que encarna al líder a un grupo, que tiene que ser una verdadera piña, ante las acusaciones en su contra.

Todos ellos evidencian que bajo esos aparatosos medios de defensa se esconden personas, como otras cualquiera, con sus miserias y bondades, dentro de la enorme presión a la que están sometidos por su peculiar y peligroso trabajo, ciertamente estigmatizado y aclamado socialmente a partes iguales.

Y frente a esa violencia física y verbal, siempre a flor de piel y que a veces surge tras una falta de autocontrol y paciencia que no muchos asumirían, tenemos la fría, metódica, escrupulosa y hasta terca búsqueda de la verdad por parte de la agente de asuntos internos, encarnada por una Vicky Luengo, en apariencia frágil, pero de un carácter que ya quisieran muchos.

Si bien ha sido unánime el halago por parte de crítica y público, no faltaron críticas desde algunos sindicatos policiales.

Y así, por parte del Sindicato Unificado de Policía se ha manifestado que ofrece una imagen distorsionada de la realidad y que los integrantes de la Unidad de Intervención Policial ni son violentos ni agresivos y tan solo defienden el órgano constitucional.

Sin embargo, otros como JUPOL, se han referido a la serie como “basura” y llena de bulos.

Pero tal y como han insistido sus creadores, si bien para el proceso del guión, tanto Rodrigo Sorogoyen como Isabel Peña se entrevistaron con agentes reales para recabar información sobre su difícil y cuestionado cometido, la historia se trata de una mera ficción, no de un documental, aunque ciertamente lo parezca, por su extraordinaria factura.

El problema es que un país con la piel tan fina, tardaremos en acostumbrarnos a lo que en el resto del mundo ya se ha venido produciendo desde hace muchas décadas en cine y televisión.

Ciertamente hablamos de un trabajo muy ingrato, al que la ley ampara en cuanto al recurso a un uso proporcionado de la fuerza, en ocasiones enfrentada a unos desalmados delincuentes que, actuando como guerrilla urbana, los reciben con agresiones y lanzamiento de todo tipo de objetos y sustancias.

Pero no cabe duda, que en un clima tan encrespado socialmente,muchas veces tienen que acometer a ciudadanos indefensos, que como apuntaba uno de los soldados del film Aliens de James Cameron, solo pueden en su contra lanzarles “palabrotas”.

Sentado lo anterior, es obvio decir que muy pocos están capacitados tanto física como psicológicamente para tamaño cometido, donde más que contar hasta diez, han de hacerlo hasta mil, sin perjuicio de que, como comprobamos en la serie, solo se deben a las ordenes de un superior y al sentido común.

Por eso, cobra especial importancia lo de que generalizar a veces supone injusticias, porque al margen de que siempre pueda existir algún garbanzo u oveja negra, lo cierto es que nos tenemos que sentir muy satisfechos y orgullosos por el papel que desempeñan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, máxime en momentos tan tensos como vivimos, con el hartazgo ciudadano por la situación socioeconómica en tiempos de pandemia.

Llegados a este punto, no podemos más que mostrar nuestra indignación tras las manifestaciones de Alejandra Matamoros, letrada y pareja de Pablo Hasél al referirse a «las torturas que se cometen día sí y día también en los cuarteles de la Guardia Civil y en todos los Cuerpos de Seguridad del Estado» afirmando alegremente además que España ha sido condenada por las torturas cometidas por, entre otros, la Policía Nacional.

Lo anterior ha encontrado como respuesta una querella por injurias y calumnias por parte del referido Sindicato Unificado de Policía.

Y es que mal negocio el de defender a tu pareja, cuando ambos están tan sumamente radicalizados; es como defenderse a sí misma.

Y ya sabemos lo que decía Abraham Lincoln al respecto.

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