El mundo de las estafas piramidales es abordado en esta ácida y divertida comedia dirigida por Vicente Villanueva, que luego daría su particular visión del psicoanálisis en la película Toc Toc.
Encarna, una amargada mujer que desea dar un vuelco a su monótona vida, se reencuentra con María Dolores, una amiga del instituto que le propone formar parte de una empresa multinivel, cuya imagen pública está representada por la famosa actriz Victoria Abril. Tras ilusionarse con el nuevo proyecto y ganar confianza de acuerdo con las estratégicas directrices del negocio, muy pronto se ve obligada a endeudarse y comprometer económicamente a familiares y amigos.
Alexandra Jiménez es quizás una de las mejores actrices de la reciente cinematografía española; recuerda mucho a Carmen Maura y como ella, asume con soltura aquellos roles de mujeres, no exentas de simpatía y encanto, pero con mucho carácter. La secunda Cristina Castaño, perfecta en su papel de su neurótica amiga y gancho principal del entramado piramidal, en cuya cúspide está la citada Victoria Abril, rescatada del cine galo y sobreactuada en su interpretación de sí misma.
Ya tratamos en su día sobre las técnicas sectarias de manipulación mental. No cabe duda que de ellas se sirven ciertas empresas multinivel, como la descrita en el film, en su captación de personas que, por sus circunstancias, son especialmente vulnerables para ser engañadas y arrastrar consigo deudas propias y ajenas, difícilmente asumibles en periodos de crisis económicas.
Y esos sueños de grandeza, enmascarados bajo el pretexto de una evolución personal, sustentada en una forzada y ficticia autoconfianza, que insuflan frases lapidarias, elevadas a la categoría de mantras, con el tiempo se transforman en ilusiones perdidas, conflictos familiares, amistades rotas y cuentas bancarias en números rojos.
Nacida para ganar apuesta por ofrecernos una visión irónica y agridulce de lo que representa un verdadero drama para muchas personas estafadas. Y aunque la ficción pueda parecer exagerada e incluso esperpéntica en algunos tramos, no está tan alejada de la realidad, desgraciadamente, en la que no es oro todo lo que reluce.