La victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial dio paso a un nuevo orden, en el que durante varias décadas compartirían su liderazgo dos naciones, tan poderosas en sus recursos, como distantes en lo ideológico: Estados Unidos y la Unión Soviética.
Y si bien lo que las diferenciaba en esencia era su sistema político, al ser la primera una democracia y la segunda una dictadura, en Estados Unidos, a partir de 1947, se dio una continua persecución a ciudadanos por el hecho de tener ideología comunista, considerada peligrosa para el pueblo norteamericano.
Bryan Cranston (eterno Heisenberg en Breaking Bad) interpreta en esta película a Dalton Trumbo, uno de los mejores guionistas de la historia y ganador de dos Oscars, que curiosamente no recibió, dado que fue optaron al premio bajo otros nombres; el primero, por Vacaciones en Roma, bajo el de uno de sus colegas y el segundo, recibido por El bravo, bajo seudónimo.
Y el motivo de ello fue que Trumbo llevaba varios años trabajando sin descanso, aunque subrepticiamente, tras ser denostado y repudiado por la cinematografía de su país, al integrar una lista negra y ser uno de los “ Diez de Hollywood”
Tras apoyar las reivindicaciones sindicales de los trabajadores de los estudios cinematográficos y escribir guiones de tendencias calificadas como izquierdistas, muchos fueron llamados ante el infausto Comité para la investigación de actividades norteamericanas, donde se negaron a declarar en relación a sus ideas políticas y pertenencia al Partido Comunista.
La opción que se les planteaba como defensa era, bien acogerse a la Primera enmienda, negándose a declarar, bien acogerse a la Quinta, para no declarar contra sí mismos. Y muchos de ellos, incluidos Trumbo, optaron por la Primera enmienda.
Confiados en que su segura condena por desacato al Congreso sería revisada, pronto se dieron cuenta de su errónea estrategia, al ser confirmada la pena de un año de prisión por el Tribunal Supremo.
Dalton Trumbo tuvo que ingresar en un centro penitenciario y vio como muchos de sus conocidos debieron abandonar el país, mientras que otros se arruinaban, tras ser anulados sus contratos laborales sin derecho a indemnización, lo que ocasionó no pocos divorcios y algún suicidio.
Pero lo más triste fue comprobar como la gran mayoría de sus amigos, actores y productores de Hollywood, les daban la espalda, mientras que otros, se declaraban anti comunistas y delataban a más compañeros de profesión.
Ya en libertad, el genial guionista, tuvo que dejar su acomodada vida e instalarse con su familia en una vivienda más modesta, sufriendo las iras vecinales por sus ideas políticas.
Pero gracias a su talento y a su prolífica dedicación en el anonimato, nunca dejaría de trabajar para otros estudios mediocres, que elevaban de forma considerable el nivel de sus producciones de serie B, con guiones sumamente brillantes, siempre bajo seudónimos, como su segundo premio Oscar.
Afortunadamente la represión fue relajándose con el tiempo, tras la muerte del senador McCarthy, uno de los precursores más contumaces de la Comisión, que se mostraba obsesionado con una ideología que entendía subversiva y veía espías soviéticos por doquier.
Y gracias a la tenacidad de un contestatario Kirk Douglas, el nombre como guionista de Dalton Trumbo renacería en pantalla por todo lo alto, con el estreno de una de las mejores películas de la historia: Espartaco
Cine, dentro del cine, sin duda una gozada por poder ver desfilar en la película a viejas glorias y celebridades del Hollywood cásico como, el productor Louis B. Mayer, los actores Edward G.Robinson, John Wayne y Kirk Douglas , el director Otto Preminger, y la cronista oficial, Hedda Hopper, interpretada por una siempre estupenda Hellen Mirren.
Una acertada visión de uno de los períodos más sombríos de la historia de la intolerancia y del cinismo en un país democrático.