Poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, el movimiento sufragista perseguía insistentemente un reconocimiento parlamentario del derecho a votar para todas las mujeres del Reino Unido.
Y ante las sucesivas promesas incumplidas, fueron precisamente las de la clase obrera las féminas más activas, en una sociedad en la que no existía una pujante clase media, mientras que la más pudiente conservaba unos privilegios que eran entendidos más que suficientes por la mujeres de clase alta, con tímidas aspiraciones de recurrir al voto al que sus maridos sí tenían derecho.
Entre esas obreras se encuentra Maud, la protagonista de este film, que debe permanecer durante interminables jornadas en una fábrica para sacar adelante a su familia.
Y mientras muchas de sus compañeras sufren todo tipo de abusos de su patrón, ella se siente comprometida para luchar por una mejora en beneficio de todas, pese al sacrificio personal que tal apuesta le va a suponer.
Con esta película, la realizadora Sarah Gavron nos brindó la oportunidad de conocer la historia de unas activistas que por la lucha de unos derechos que hoy parecen incuestionables, fueron perseguidas y encarceladas como delincuentes e incluso arrebatadas de sus familias.
Muchas de ellas, mantuvieron en prisión huelgas de hambre en reivindicación de una causa sufragista que tuvo como punto álgido el fatal desenlace de Emily Wilding Davison, primera mártir de la causa, tras el incidente acaecido durante el Derby que presenciaba su majestad y que se reproduce fielmente en la película.
A la cabeza del reparto está la menuda Carey Mulligan, en el papel de Maud, personaje ficticio en apariencia endeble por su fragilidad física y dulzura casi infantil, pero del que emana una notable energía vital.
Y Maud encontraría su némesis en el inspector encarnado por Brendan Gleeson, condicionado por el deber policial de hacer acatar la legalidad vigente, pero finalmente sensibilizado a lo que deviene inevitable en su país.
Secundan a los dos protagonistas, Helena Bonham Carter y Anne-Marie Duff, como dos de las compañeras sufragistas de Maud así como Ben Whishaw, como su joven marido, aferrado al machismo imperante y que, viéndose desbordado por los acontecimientos, sucumbe ante el rechazo de una sociedad que considera indigna a su esposa, a la que abandona a su suerte, para privarla de lo que más quiere, su hijo.
También destaca, aunque sea a modo de cameo de escasos minutos, la presencia de Meryl Streep, en el papel de la líder feminista Emmeline Pankhurst, que en 1918 lograría su gran objetivo, y que en 1999 sería nombrada por la revista Time como una de las personas más influyentes del siglo XX.
La ganadora de tres premios Oscar, y que ostenta el record de nominaciones con veintiuna, siempre se ha mostrado incómoda cuando le preguntan el motivo de que elija papeles de mujeres fuertes y con carácter, dado que a los actores varones no les plantean la misma cuestión.
La música del siempre solvente Alexandre Desplat y la fotografía del barcelonés Eduard Grau nos acompañan en un film que contiene además una brillante ambientación y vestuario de la sociedad londinense de la época post victoriana de principios del pasado siglo y de finales de la segunda revolución industrial.
Todo un ejemplo para las feministas de hoy y un sentido homenaje a las mujeres que lo dieron todo, incluso su vida, para que las británicas, como otras europeas, pudieran ejercer el voto en igualdad de condiciones que los hombres.