LA PELÍCULA DE HOY: ME GUSTA TRABAJAR (2004)

Con un tono rayano en el cine documental, esta modesta producción italiana, dirigida por Francesca Comencini, es una perfecta radiografía en poco menos de hora y media, de lo que supone un acoso laboral de manual, lo que se conoce como mobbing.

Anna es una mujer de mediana edad, soltera y con una hija de diez años, Morgana, su mejor aliada para que ambas puedan salir adelante diariamente.

No en vano, se trata de una niña que pese a su corta edad, atesora una gran madurez y asume muchas de las tareas que su madre no puede afrontar, dado que con su horario difícilmente puede hacer encaje de bolillos y conciliar su vida familiar y laboral.

En este sentido, Anna es una eficiente y muy cualificada empleada de contabilidad en una macroempresa que no pasa por su mejor momento financiero.

Tras tener un incidente con un compañero de trabajo, parece que todo empieza a volverse en su contra, por la insistencia de su jefe de personal para modificar su situación laboral, sin encontrar un solo apoyo en el resto de compañeros de trabajo, que más que silentes encubridores del mobbing parecen cómplices.

Así, sin solución de continuidad, le encomienda tareas impropias de su categoría profesional, la primera de ellas, sin siquiera contar con un equipo informático que funcione.

Después es derivada a emplazamientos incómodos con compañeros a los que no conoce e igualmente le encargan que apresuradamente forme a una empleada en prácticas, algo que no le corresponde.

Tras una educada queja a su superior, éste la condena a estar sentada pendiente de una fotocopiadora, sin hacer nada durante toda la jornada.

Y si bien inicialmente Anna aguanta estoicamente la nueva humillación, nuevamente decide mostrar su disconformidad, visto que ni siquiera le está siendo productiva a su empresa.

Como “recompensa” es destinada a un nuevo puesto de trabajo nada complaciente, para que controle el horario de la jornada laboral de una decena de trabajadores, que de inmediato ponen el grito en el cielo, al sentirse espiados.

Es entonces cuando la situación llega alcanzar tal virulencia que Anna llega a ser acorralada físicamente, lo que termina por pasarle factura psicológicamente hasta el punto de somatizar gran ansiedad, dolores articulares y un agotamiento que abocan en el desmayo y la depresión.

En este sentido, invitamos a recuperar una publicación de nuestro blog, donde examinamos los perniciosos efectos que la salud de cualquiera puede padecer como consecuencia de un prolongado acoso laboral.

En suma, como reza el título de la película, a Anna le gusta trabajar, pero no la dejan. No es una persona que se abandona a la pereza y cobra un sueldo a final de mes.

Y el motivo lo encontramos en la propia confesión que la protagonista hace a Morgana con cierta resignación, cuando se encuentra postrada en la cama durante su baja por estrés y apenas quiere que le hable: ella es una víctima necesaria para que sus empleadores reduzcan costes. Así de triste.

Tras reincorporarse, como sucede tantas veces, el legal representante de la empresa le ofrece un incentivo económico a cambio de una carta de renuncia, siendo amenazada con sufrir un infierno aún peor, si se queda.

Pero Anna no la firma, indignada por la desfachatez del empresario, que ni siquiera duda un segundo en hacer referencias a su hija, para ablandarla emocionalmente.

Una elipsis nos basta luego para comprender que no solo ha denunciado la situación, sino que Anna ha salido victoriosa al percibir una indemnización, tras el correspondiente proceso judicial.

Victoria pírrica, al fin y al cabo en el plano personal, tal y como Anna le insinúa a la funcionaria que le entrega el cheque, pero imprescindible para evitar que estas situaciones se puedan volver a producir, o al menos, intentarlo.

Anna está interpretada por Nicoletta Braschi, mundialmente conocida por haber coprotagonizado con su esposo Roberto Benigni La vida es bella (1997)

Y en Me gusta trabajar encarna a una heroína moderna que debe luchar, como tantas, para que su mundo no se desmorone ante el comportamiento hostil de quienes le deben facilitar el digno desarrollo de su actividad laboral.

A su lado, la propia hija de la realizadora, Camille Dugay Comencini, interpreta con solvencia a la niña Morgana, algunas veces quejosa porque su madre no llega pronto a casa, pero que termina siendo comprensiva y muy afectuosa, al asimilar la difícil situación que su madre atraviesa.

El resto del reparto se compone de actores no profesionales, que en líneas generales resultan convincentes como participes de una realidad que desgraciadamente se repite en muchos centros de trabajo de todo el mundo.

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