El gran Mads Mikkelsen, recordado por su papel de villano en Casino Royale de la saga de 007 y por su brillante Hannibal Lecter televisivo, obtuvo por esta película el premio al mejor actor en el Festival de Cannes.
Su director Thomas Vinterberg es conocido por ser cofundador del movimiento cinematográfico Dogma 95, tan aclamado por original como vilipendiado por intelectual y que paulatinamente ha abandonado como muchos de sus integrantes, para avenirse a un cine más comercial y convencional, al alcance de todos.
La trama avanza como una bola de nieve, que se agranda más y más, intentando aplastar al protagonista de la película, que lejos de amilanarse y derrumbarse, se enfrenta valientemente a toda una comunidad, tras haber quedado libre de cargos por una grave acusación de abuso en una guardería infantil.
Con el único apoyo de su familia, lucha contra la injusticia de quienes antes eran sus camaradas y ahora son parte de una colectividad que acosa y margina sin miramientos.
Una visión sin tapujos sobre la volubilidad del ser humano en virtud de las cambiantes circunstancias.
Su final no es del todo amable y nos anticipa que aún quedarán muchas heridas. Algunas solo por curar. Otras por cicatrizar.