LA PELÍCULA DE HOY: LA CALUMNIA (1961)

¿Qué podría salirle mal a la todopoderosa United Artist, con el estreno de esta película, que contaba con una combinación de destacados genios y celebridades de Hollywood?

Por un lado, tenía al mando a William Wyler, director de obras que ya habían pasado a la historia del cine, como Ben Hur, Los mejores años de nuestra vida o La heredera.

En segundo lugar, contaba con John Michael Hayes , guionista de alguna de las mejores películas de Hitchcock durante los años cincuenta, como La ventana indiscreta.

Por otro lado, recurrían a Alex North, compositor de bandas sonoras tan fascinantes como Espartaco.

Y para rematar la faena, para encabezar el reparto se servían de dos estrellas femeninas como Audrey Hepburn, adorable en Vacaciones en Roma y Shirley MacLaine, inolvidable en El apartamento y de todo un galán masculino en alza, James Garner, que ya había trabajado con Marlon Brando en Sayonara.

Pues la respuesta que cabe dar a nuestra inicial pregunta es, la fría acogida de los espectadores, puesto que La calumnia no constituyó un rotundo éxito en taquilla, pese a que hoy día, nadie discute su calidad fílmica.

Y la explicación para ello es que, a comienzo de los años sesenta, la sociedad norteamericana aún no estaba preparada para asumir una película que aborda sin tapujos la homosexualidad femenina.

Karen y Martha, son dos jóvenes profesoras, amigas desde la adolescencia, que regentan un elitista colegio privado para niñas en un pueblo de Norteamérica; una de sus alumnas, harta de ser castigada , aprovecha un desafortunado comentario de otra profesora y tía de Martha, que califica la amistad de su sobrina con Karen como antinatural, al referirse a los celos que muestra su sobrina al saber que su amiga se ha comprometido con un apuesto médico, lo que da lugar a una serie de malos entendidos, que derivan en la acusación de que las jóvenes mantienen una relación indecorosa, y a que el colegio se quede sin alumnas, tras llevarse la abuela de la delatora a su nieta, siendo de inmediato imitada por todos los progenitores.

Ciertamente, se trata de un remake del propio Wyler, tras llevar de nuevo a la pantalla la obra de la dramaturga Lilliam Hellman (The children´s hour) a su vez inspirada en una historia real acaecida en Escocia.

Estrenada en 1936 con el título Esos tres, la primera versión, sin duda se veía maniatada por un incipiente Código Hays, que ya en la década de los sesenta iba perdiendo fuelle, hasta su derogación en 1967.

Al igual que lo sucedido con Alfred Hitchcock, desde finales de la década de los cincuenta, el director venía recibiendo evidentes muestras de admiración por parte de sus colegas del viejo continente, en especial los jóvenes cineastas de la Nouvelle vague.

Y como respuesta, Wyler realizó una película quizás más “ europea”, con unos primeros planos tan recurrentes en las películas de Godard o Truffaut, que si bien pueden parecer forzados, refuerzan la intensidad de los personajes, expresada no solo a través de sus palabras, sino de sus miradas.

Aunque la única nominada al Oscar fue Fay Bainter, por interpretar a la escandalizada y luego arrepentida abuela, del resto del reparto cabe destacar a dos niñas, Karen Balkin, una psicópata de libro, tan manipuladora como retorcida y Veronica Cartwright, mucho más frágil pero también instigadora, muy a su pesar, de la difamación, y cuyos expresivos ojos azules, ya en color, centrarían toda nuestra atención en posteriores películas como Los pájaros, Alien o Las brujas de Eastwick.

No desvelaremos el final de la película, primer cásico en blanco y negro que traemos a nuestra sección. No será el último

Pero sí apuntaremos que resulta esperanzador el paseo de Karen de regreso a una abandonada escuela, en una de las escasas escenas rodadas en el exterior.

En ella, la profesora que interpreta Audrey Hepburn, absorta en sus convicciones, camina con la cabeza bien alta, que siempre mantendrá frente al rechazo general de una sociedad hipócrita e intolerante.

Casi cuarenta años después del estreno de La calumnia, si bien esa sociedad ha evolucionado en cuanto al respeto de las relaciones entre las personas del mismo sexo, aún conserva reminiscencias de una perspectiva no tan integradora como sería deseable.

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