No lo tenía nada fácil el argentino Andy Muschietti, cuando asumió la dirección de esta película, que tras la cuestionable adaptación televisiva de principios de los años noventa, pretendía llevar a la pantalla su personal versión de la monumental obra literaria de Stephen King, publicada en 1986.
No cabe duda que It era esperada con mucha ilusión , aunque también con cierta desconfianza por todos los aficionados del género de terror y más en concreto, de la literatura de King, empapada de cierta nostalgia ochentera, a la que se han aproximado forzadamente otros productos como Stranger Things.
Pero la película sorprendió a propios y extraños, a crítica y público, que fueron en masa a verla durante el verano y otoño de 2017, convirtiéndose en la película del género más taquillera de todos los tiempos, superando a todo un clásico de 1973, El exorcista.
La explicación estriba en que It no solo atrajo a las salas al aficionado al cine de terror, sino que el boca a boca contribuyó a la sensación generalizada de que la extraordinaria calidad de la película obligaba a un visionado de otro público no tan afín a los sobresaltos en la butaca y que se vio recompensado con el resultado de un laborioso esfuerzo que aportaba un producto, sin parangón en los últimos años.
Y su inesperado éxito obligó a reformular la idea inicialmente prevista, que no contemplaba el empleo de tantos flash backs como los que al final se utilizaron en el fallido Capitulo Dos, estrenado en 2019.
De partida se había apostado por dividir la nueva adaptación en dos capítulos: el primero, que relataba la etapa infantil de los protagonistas en su primer enfrentamiento contra el payaso asesino, y el segundo, que narraba la etapa adulta que derivaba en el final de la trama.
Ello suponía un más que notable cambio respecto de la voluminosa novela de Stephen King y la versión televisiva de notable duración, que entremezclaban ambas etapas, lo que sin duda facilitaría una mejor comprensión para el espectador.
Pero fue tal el reconocimiento que obtuvieron los actores infantiles de la película de 2017 que resultaba obligatoria una mayor presencia de los mismos en el segundo capítulo, si bien los niños, en dos años habían crecido sobremanera, lo que se evidencia en el Capitulo Dos.
Con un guión parcialmente escrito por Cary Fukunaga, inicial candidato para dirigirla, en este Capítulo Uno se descartaron los pasajes más difíciles de trasladar desde las páginas, amén de variar la parte de texto más crudo de King que Fukunaga pretendía rodar, cuando la niña protagonista mantiene relaciones sexuales con cada uno de sus amigos, en un continuado acto de consagración del vínculo que les unía. En su lugar se sustituyó por un inocente pacto de sangre.
En esta magnífica película se plasman todas las obsesiones que King repite hasta la saciedad en su prolífica obra literaria y que, bajo otra dirección más torpe, constituirían simples estereotipos, tantas veces vistos:
El matón con demonios internos y aquejado de una evidente psicopatía, que se sirve de otros cobardes para atosigar al indefenso acomplejado por sus defectos físicos, las insinuaciones de abuso y acoso sexual por parte de los adultos; el maltrato infantil, evidenciado en la madre aquejada del Síndrome de Münchhausen, que genera trastornos de ansiedad en su hijo.
Todo un compendio del mal, en definitiva, en estado puro.
Y para hacer frente a esos miedos externos en un ambiente tan opresivo como el de la ficticia localidad de Derry, encontramos el valor de la unidad inquebrantable dentro del grupo de aparentes perdedores, unidos por un vínculo de amistad, que solo el paso de los años y las experiencias venideras podrían o bien reforzar o bien romper.
Bill Skarsgård asumió con brillantez el difícil rol de Pennywise, la encarnación del mal que acosa a los niños y que se alimenta del miedo de sus víctimas, toda vez que el precario estado de salud de Tim Curry, que lo había bordado en la versión televisiva, aconsejaba un lógico recambio para un personaje, que muchos ya han asociado al origen de la coulrofobia, esto es, el miedo irracional a los payasos y a los mimos. El payaso de Poltergeist tampoco le va a la zaga.
Pero la que, nunca mejor dicho, se devora literalmente la pantalla es la pelirroja Sophia Lillis, con un encanto y fuerza interpretativa arrolladores, que en absoluto supo prolongar la consagrada Jessica Chastain, al asumir su papel para el personaje adulto en el Capítulo Dos.
A destacar la estupenda banda sonora del británico Benjamin Wallfisch, a quien conviene seguir de cerca, como digno sucesor de directores veteranos como John Williams o Howard Shore, siendo una composición del todo ecléctica, que contiene tramos melódicos ciertamente emotivos y se nutre de inquietantes nanas (sin duda, las de It ya forman parte de la historia, siguiendo la estela de La semilla del diablo, Terror en Amityville, Pesadilla en Elm Street, Poltergeist, y por qué no decirlo, nuestras ¿Quién puede matar a un niño? y Los otros) si bien anticipa en exceso las escenas más terroríficas haciéndolas previsibles, con atronadores (d)efectos sonoros.
Finalizamos nuestra reseña a la segunda película que abordamos en nuestro blog, basada en una novela del escritor de Maine , comentando una anécdota que revela el fino humor de algunos “friquis” (con quienes se identifica, orgulloso, el que escribe estas líneas ) al afrontar la global situación que nos atenaza, con la actual pandemia aún coleando.
No en vano se ha publicado un estudio conjunto de dos universidades en Estados Unidos y otra en Dinamarca,que revela que los aficionados al cine de terror han demostrado estar psicológicamente mejor preparados para afrontar la crisis sanitaria provocada por el conoronavirus.
Pues bien, últimamente está proliferando la venta de unas camisetas, cuyo breve texto traducimos del inglés:
2020, escrita por Stephen King.
Nos la compraremos.