Si hay algo que nos ha enseñado la torpe y contraproducente campaña del Ministerio de igualdad relativa al respeto de quienes no tienen cuerpos perfectos y desean ir, faltaría más, a lucirlos a la playa, es que el culto a la belleza de quienes pretenden emular a las celebridades no está reñido y es tan respetable con situaciones en las que, bien por constitución física, enfermedad o mera dejadez a la hora de comer, la inmensa mayoría tiene que conformarse con lo que hay o hacer esfuerzos para mejorar, en la medida de lo posible.
En mi caso, he de decir que es el año en el que he ganado más peso, no siendo mi línea la de un Adonis, precisamente.
Y he de confesar que inicialmente sentía cierto reparo a la hora de exhibir mis carnes blanquecinas en la playa durante los primeros fines de semana de julio, quizás abandonado a los placeres culinarios, quizás resentido por la falta de una práctica deportiva en alguien renqueante por ciertas dolencias no demasiado bien tratadas.
Pero pasado el pudor inicial y visto que precisamente en la playa no abundan cuerpos esculpidos conforme al modelo de belleza de la Grecia clásica, he de decir que ya he pasado el peor trago y ahora mis mollitas cincuenteras, alimentadas por tapas y helados, se suman a las otros cuerpos grasosos, como dicen allende los mares.
Sea como fuere, ha sido mayúsculo el ridículo perpetrado desde el Gobierno de coalición, pagado con nuestros impuestos, porque más allá de centrarse exclusivamente en los cuerpos femeninos (parece que los hombres, flacos o gordos, no existimos) sino que se ha consumado tamaño despropósito que ha traspasado nuestras fronteras nacionales.
Y es que amén de servirse para un cutre Photoshop de copia y pega de imágenes de otras mujeres no residentes en España sin su debido consentimiento, lo que abocará en futuras reclamaciones en el orden civil, y a indemnizaciones que saldrán del bolsillo de los españoles, la campaña alcanza tintes surrealistas, toda vez que se ha mutado la prótesis de una de ellas, por la imagen de una pierna sana y se ha añadido vello a su axila.
De esta manera tan tosca se estaba centrando la nota diferencial y de posible discriminación, no ya en su evidente discapacidad física, sino en que tenía el sobaco sin depilar.
Es evidente que vivimos en la sociedad de la apariencia y no aburriremos ahora al lector que ya conoce nuestra postura contraria a lo que ahora se denomina extimidad en redes sociales, opuesta a la intimidad que conviene salvaguardar en la medida de lo posible.
Algunos hablan incluso de la cultura del envase, en la que lo que importa no es el contenido, sino el envoltorio, lo que se muestra a los demás.
Sea como fuere, sí que compartimos en esencia con el Ministerio de igualdad que quizás sea el sexo femenino el que más se está viendo afectado por esta necesidad de perfeccionar su imagen que se quiere mostrar en la vida digital, recurriendo en sus smarphones a ridículos filtros, que cantan más que la Caballé o lo que es peor, a innecesarios y retoques quirúrgicos, incluso a edades muy tempranas.
Pero además, tal y como hemos relatado en nuestro blog, la obsesión por el cuerpo puede llegar hasta una distorsión de la realidad afectante a la salud mental y con graves consecuencias para muchas mujeres, jóvenes y adultas.
Por ello, desechadas iniciativas tan penosas como la que comentábamos, en ocasiones nos encontramos con agradables sorpresas de particulares, alejadas del ideario político y en lugares insospechados para nosotros, visto el recelo que nos suscitan las redes sociales y sus principales protagonistas, los denominados influencers, que en su gran mayoría carecen de la necesaria formación y generalmente adolecen de mal gusto.
Lo decimos tras haber comprobado la iniciativa de Jackie ‘Jax’ Miskanic, una cantante no profesional que interpreta la canción protagonista de esta publicación y que entronca con esta banalización absurda sobre la belleza, que tanto daño hace a muchas chicas y mujeres que se ven en el espejo de las modelos de pasarela o de anuncios, muchas de ellas de apariencia cadavérica por su extrema delgadez.
De hecho, la propia artista ha reconocido que siendo más joven padeció dismorfia corporal, esto es, un trastorno alimentario, por lo que se ha basado en una experiencia personal para componer el tema.
Y es que la letra de la canción no tiene desperdicio:
Dios, desearía que alguien me hubiera dicho cuando era más pequeña
que no todos los cuerpos son iguales
Photoshop, modelos diminutas en las portadas de revistas
Me decían que tenía sobrepeso
Dejé de comer, que fastidio
Una chica sexy de verano no puede tener carbohidratos
Si pudiera volver atrás para decirme a mí misma
Diría….Pssst
Conozco el secreto de Victoria, chica no lo creeras
Ella es un viejo que vive en Ohio
Ganando dinero con chicas como yo
Sacando dinero de traumas corporales
Vendiendo piel y huesos con grandes tetas
Conozco el secreto de Victoria
Fue creada por un tío.
Me gustaría que alguien me hubiera dicho que “muslos gruesos”
Significa muslos humanos normales
La jodida presión bajo la que estaba para perder el apetito
Y combatir la celulitis con los juegos del hambre
Como cada noche
Si pudiera volver a ser joven y decirme a mí misma
Yo diría, hola tonta…
Diría….Pssst
Conozco el secreto de Victoria, chica no lo creeras
Ella es un viejo que vive en Ohio
Ganando dinero con chicas como yo
Sacando dinero de traumas corporales
Vendiendo piel y huesos con grandes tetas
Conozco el secreto de Victoria
Fue creada por un tío
Conozco el secreto de Victoria
Ella nunca fue hecha ni para mi ni para ti
Y para promocionarla, se ha servido de un simpático vídeo en el que aparece la joven cantante dentro de su vehículo, acompañada de Chelsea, una niña a la que cuida y que había sido objeto de mofa por parte de sus “amigas” tras haberse probado un bikini de la marca Victoria´s Secret en un centro comercial, que la hacía “plana y gorda”, según ellas
La chiquilla, que a bien seguro pasó uno de los peores momentos de su vida por culpa de quienes supuestamente tendrían que apoyarla y nunca criticarla por su físico (que por cierto, no son de sexo masculino), no dejaba de reírse ante el objetivo de la cámara del teléfono que registraba el momento, mientras que su cuidadora, que derrocha gran sentido del humor, cantaba su propia canción que reproducía en dentro vehículo.
Irene Montero y adláteres , tomad nota, por favor.
Esto es originalidad, feminismo bien entendido y buen gusto, cosas de las que carecéis quienes comandáis un Ministerio que igual da……