Uno podría aventurar, sin riesgo a equivocarse, que tras los acontecimientos de los últimos años, la cinematográfica saga de 007, lejos de haber agotado sus fuentes para nuevas tramas de espionaje, tendría cuerda para rato, una vez fuera elegido el mejor candidato para encarnar a Bond.

Sin embargo, si aplicamos el cuento a lo acontecido en España, lo que en apariencia puede sugerir cierto estilo y elegancia británicas, queda revestido de una ordinariez que causa pasmo, cuando no cierta vergüenza ajena.

Y es que de esperpento mayúsculo ha de calificarse la enésima torpeza de un Gobierno, empeñado, erre que erre, en llevarnos a todos a un precipicio, como aquel perro pastor del que siempre hablamos y que, enloquecido, conducía a su rebaño a una muerte segura en el relato de Thomas Hardy luego llevado a la pantalla, Lejos del mundanal ruido.

Ciertamente, uno ya no sabe si todo obedece a una estrategia prediseñada para consolidar el clima de cabreo que está arrojando a un creciente electorado descontento a los brazos de VOX, si es que Feijoo no consolida el renacer del Partido Popular, para polarizar aún más si cabe a una España, más que dividida, fracturada o si tan solo se están improvisando soluciones absurdas para contentar a los socios gubernamentales y agotar, sea como sea, la legislatura más estrambótica de nuestra actual democracia.

Lo que nadie puede cuestionar ya es que Pedro Sánchez pactará con quien sea y al precio que sea, para terminar su mandato sin adelanto electoral y si se tercia, poder seguir en la Moncloa cuatro años más, consciente de lo fácil que resulta manipular a una sociedad tan infantilizada como la española.

En nuestra última publicación relatábamos cómo una ilícita sustracción informática de unos archivos del teléfono móvil del Presidente de la Real Federación Española de Fútbol habían puesto en jaque su credibilidad como máximo mandatario, al tiempo que revelaban la poca ética de la conducta de un deportista profesional de la talla de Piqué, que cuando le interesa a su empresa también hace las veces de comisionista.

Pues bien, sin solución de continuidad, dentro de la dinámica de suma vulnerabilidad de nuestra intimidad en la que todos nos encontramos expuestos en la presente era digital, hemos conocido la denuncia formulada por Carles Puigdemont y otros muchos que fueron menos cobardes que el prófugo de la justicia española para luego ser condenados y posteriormente indultados por el Gobierno de España, tras su fracaso independentista.

Todos ellos acusaban al propio Gobierno de haber espiado a cerca de setenta personas, accediendo a sus móviles a través del programa israelí Pegasus, un software que en teoría se vende a los Estados por motivos de seguridad (algunos sostienen que se puede adquirir en la Deep web) y que tras detectar las vulnerabilidades de los dispositivos, permite que otros puedan hacerse con el control del mismo, con todo lo que ello significa: desde recabar todo tipo de datos hasta acceder a nuestras aplicaciones o activar la cámara y el micrófono…..

Antes de continuar, parece necesario refrescar la memoria para recordar el contexto político de nuestro país, cuando hace casi un año se otorgó una medida de gracia que obedeció, ni más ni menos, al mantenimiento de un apoyo parlamentario de quienes antes habían intentado romper con el estado español y a quienes no les temblará la mano para volver a hacerlo si se presenta la oportunidad.

Pues bien, el denominado Catalan Gate ha sido destapado por un controvertido periodista del New Yorker, Ronan Farrow del que ya tuvimos oportunidad de escribir al hilo de las denuncias por los supuestos abusos sexuales a su hermana, hija de Woody Allen y Mia Farrow, y de algunos de los ya han llevado a prisión a Harvey Weinstein.

No es la primera vez que la opinión pública conoce de la existencia de Pegasus, un programa que de haber sido adquirido por nuestros servicios de inteligencia para labores de investigación, debe incardinarse dentro de la normativa propia de los secretos oficiales y siempre con respaldo de la autoridad judicial.

Llegados a este punto, de necios sería negar la tentación de cualquier Estado que pueda recurrir a tamaño artificio, si precisamente existe la posibilidad legal de recabar información de aquellos que precisamente pueden atentar contra sus instituciones, bien sea con actos terroristas o golpistas.

Y de pura hipocresía cabría hablar de quienes, primero se saltaron a la torera nuestra Constitución y las resoluciones judiciales, luego se beneficiaron del indulto de un Gobierno maniatado ( que incluso a través del Tribunal de cuentas luego les daría oxigeno, eximiéndoles de contribuir con fianzas que asumió el erario público) y ahora se llevan las manos a la cabeza y rasgan las vestiduras ante el escándalo de un supuesto espionaje.

Pero como siempre ha sucedido con este Gobierno hecho a base de retales, lejos de defenderse con uniformidad, cada uno ha tragado los sapos como buenamente ha podido, dejando, eso sí, en evidencia a la Ministra de Defensa, Margarita Robles, que en una nueva acalorada sesión del Parlamento, anunciaba sorpresas que callarían muchas de las bocas que ahora echan espuma en su contra.

Y todo ello, en vísperas de someterse a la aprobación de otro Real Decreto (hemos perdido la cuenta de cuántos llevamos ya en esta legislatura) para adoptar urgentes medidas económicas tendentes a contener la crisis derivada de la Guerra de Ucrania, que aún sigue y seguirá segando vidas humanas y arrastrándonos a todos hacia un incierto panorama económico, salvo que el 9 de mayo, Día de la victoria en Rusia, Putin nos de la sorpresa y retire sus tropas.

Para variar, la emoción estaba servida y con el precedente surrealista del voto fallido del diputado del Partido Popular que permitió sacar adelante la reforma laboral in extremis, no se podía descartar el que, en caso de perder la nueva votación, el Gobierno tuviera que recular para poder pactar con el principal partido de la oposición.

Pero no, si siquiera lo impidió el voto negativo de la cabreada formación catalana independentista ERC, supuestamente espiada por el propio Gobierno, dado que Pedro Sánchez contó con el apoyo de BILDU, otro aliado cuyos antecedentes hay que encontrarlos en el brazo político de la banda terrorista E.T.A.

Y a cambio de su voto se posibilitaría el que una de sus diputadas pudiera formar parte de la comisión de secretos oficiales del Congreso, algo nunca visto desde su creación en 1995 y que ahora permitirá conocer de primera mano las explicaciones que el CNI tenga que dar al respecto del supuesto espionaje a través de Pegasus o de otra cuestión que pueda dirimirse en el futuro.

Es evidente que una concesión de tal calibre parece criticable tanto en el fondo, como en la forma, vistos los precedentes y las actuales circunstancias.

En el fondo, porque como muchos han calificado, es como poner a la zorra al cuidado del gallinero, permitiendo que puedan ser conocidos secretos del Estado por parte de, no solo de quienes conspiraron contra el Estado promoviendo un referéndum ilegal y una declaración de independencia, sino también de los herederos de una banda terrorista que todavía cuenta en sus filas con miembros que formaron parte de E.T.A. y que no han condenado la violencia de la banda asesina que tanta sangre ha derramado en nuestro país.

Y en la forma, porque a través del Legislativo se ha salvado la cara (a nuestro juicio, más dura que el cemento) de un Ejecutivo que navega a la deriva en aguas tan turbulentas como turbias sin importar la indisposición de gran parte del pasaje de un buque, desde donde todavía no se acierta a ver tierra firme antes de irse a pique, visto que a duras se mantiene a flote más agujereado que un queso gruyere.

Cuando escribimos estas líneas, se ha anunciado la próxima comparecencia de la directora del CNI en el Congreso de los Diputados para dar cuenta sobre lo denunciado por los independentistas catalanes.

Muchos sostienen que la suya será la primera cabeza en rodar y quizás sea su posible cese lo único que trascienda, visto que la reunión es a puerta cerrada y se exigirá confidencialidad a los asistentes; yo les aconsejaría que procurasen no mandarse mensajitos nada más salir, por si las moscas.

Pero cuando ya creíamos que lo habíamos visto o escuchado todo, a través de una Portavoz del Gobierno, que, con su atractivo rostro siempre hace bueno aquello de “poner dientes” que decía la Pantoja, (por cierto, recientemente absuelta de un delito de alzamiento de bienes) se revela a la opinión pública algo que nos ha de dejar ojipláticos, por insólito.

Como decíamos, cuando Margarita Robles era torpedeada en el Congreso de por unos diputados, que se sienten enemigos de España y que mantienen que todavía no se han tapiado las cloacas del Estado, la ministra anunciaba sorpresas.

Y mayúscula ha sido, sin duda, el que ahora sepamos de boca del Gobierno que tanto ella como Pedro Sánchez también habrían sido espiados a través del mismo programa Pegasus en mayo y junio de 2021, es decir, en un momento clave, no solo por la concesión de los citados indultos, sino por seguir candente la grave crisis diplomática con nuestro vecino Marruecos.

Y es que aún quedaban varios meses para que se diera un giro radical de la posición al respecto del Frente Polisario y el Sahara Occidental, con una bajada de pantalones de nuestro ejecutivo, tras hacerse público el contenido de una peculiar misiva.

Sin perjuicio de que lo obtenido por espionaje que ahora se denuncia no es moco de pavo (hablamos de nueve megas en el caso de la ministra, que no parece demasiado, pero de dos con sesenta gigas y ciento treinta megas en el caso del Presidente del Gobierno y sin que se descarte que también haya podido espiada la anterior ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya ) lo que resulta más alucinante es que, a escasas semanas de ser anfitrión de un trascendental cumbre de la OTAN, se revele tamaña vulnerabilidad en un ejercicio de transparencia nunca visto en otros Gobiernos, que como éste, se sospecha que han podido ser espiados, pero que por lógica prudencia no lo han hecho público.

Estaremos muy atentos a la explicaciones de la Ministra y a la comparecencia del propio Presidente, por lo que de darse alguna novedad significativa, así la anotaremos como nota complementaria a este publicación.

Pero, curiosidades de la política, han sido sus enemigos naturales durante esta legislatura, los Populares y VOX, quienes le han permitido esquivar una Comisión de investigación en el Congreso para averiguar lo sucedido, al tiempo que en la Audiencia Nacional ya se investiga judicialmente la comisión de un delito de revelación de secretos por parte de un autor que probablemente nunca sea identificado.

Sentado lo anterior, cualquiera se arrima ahora a Pedro Sánchez, si bien a él le parece más que suficiente poder contemplar su imagen en el espejo mientras sigue poniendo morritos, al igual que Daniel Craig.

Eso sí, mirando de reojo a lo que pueda suceder en las próximas elecciones andaluzas que han de celebrarse dentro de un mes y que salvo sorpresas, se saldará con una victoria del Partido Popular con una mayoría que quizás no necesite el apoyo de VOX , lo que implicaría el pretexto idóneo para un adelantamiento de las elecciones generales.

No obstante, no hay que olvidar el efecto Macarena Olona, una política ciertamente empoderada, como tanto gusta decir ahora, cuyo ascenso sería idóneo para que el PSOE siguiera con la matraca del apoyo pernicioso de la extrema derecha, olvidando lo visibles que son sus costuras con un mandato a nivel estatal, sustentado gubernativamente por un partido de extrema izquierda y con el apoyo parlamentario de independentistas y proetarras.

Si los acontecimientos fuerzan a que, más pronto que tarde, el vanidoso Sánchez deje la Moncloa, quizás nos sorprenda a todos aspirando al papel del nuevo James Bond; su presencia y los morritos al estilo Daniel Craig serían un gran aval.

Pero por favor, mientras tanto, para evitar otro indeseable spyware, que le den un móvil de juguete.

La lástima para él es que no podrá hacerse selfis poniendo morritos.

NOTA COMPLEMENTARIA POSTERIOR.

Era evidente que rodarían cabezas y la directora del CNI tenía todas las papeletas.

Pero lo que pocos esperaban es que Margarita Robles,de lo más potable que permanece en este desquiciado Gobierno y una persona que ha hecho gala de integridad e independencia,después de haber dado la cara públicamente por ella,no solo haya consentido su cese sino que haya dado una bochornosa rueda de prensa para pretender que la opinión pública comulgue con ruedas de molino,apuntando que no ha sido destituida sino sustituida.

El que nos tomen por tontos empieza a tener un límite.Y a muchos electores ya empieza a agotárseles la paciencia.

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