Madrugada del sábado 8 al domingo 9 de mayo de 2021.
Gritos de libertad resuenan por las calles, mientras las masas se reúnen en amplías zonas públicas de las principales ciudades del país, siendo la más significativa, la congregada en la Puerta del Sol de Madrid.
¿Qué ha sucedido? ¿Se habrá derrocado a un régimen dictatorial?
¿Se ha defenestrado un intento de Golpe de Estado? ¿Se está volviendo con la matraca de la liberación de Pablo Hasél o los condenados por el intento secesionista?
Nada más lejos de la realidad; ha cesado el Estado de Alarma y ahora los jóvenes y no tan jóvenes muestran su jovialidad y excitación al poder hacer con su vida nocturna lo que ellos quieran, esto es divertirse, previo consumo de ingente cantidades de alcohol, cuando no de drogas.
Hace poco escribíamos en el blog sobre lo que considerábamos una gran irresponsabilidad, al decretarse el cese del Estado de Alarma, con un virus que no deja de mutar en nuevas variantes, cuando tan solo un 15-20% de la población ha sido vacunada y sin que los diferentes territorios tengan un amparo jurídico para revertir la situación en caso de un mayor índice de contagios y de saturación en los hospitales.
¿Acaso alguien pensaba que nuestra población en edad de juerga se iba a quedar casa viendo la televisión, tras un año y medio sin poder tomar unas copas como Dios manda, con los colegas?
Pues bien, ojalá no nos equivoquemos, pero en tan solo diez días conoceremos el resultado de este desenfreno sin parangón, y quizás quien ahora aparece sonriente en nuestros televisores sin mascarilla, copa en mano, apelando a la libertad, ya pueda estar incubando el virus, contagiando a algún familiar/amigo/conciudadano o padeciendo una terrible estancia en la UCI que no se la desearía ni a su peor enemigo, si es que lo puede acabar contando.
Llegados a este punto, no quisiéramos ser alarmistas ni tampoco jugar la fácil baza de criminalizar a la población que decida salir de noche para divertirse, como antaño, faltaría más. Todos lo hemos hecho.
Pero el problema es que antaño las circunstancias eran radicalmente diversas y no habían fallecido ochenta mil personas, teniendo en cuenta unos datos oficiales que según parece, se quedan cortos.
Y desde el Gobierno, como de costumbre, dando palos de ciego pese a que algunos ya han visto las orejas al lobo.
Decía en rueda de prensa el controvertido director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias,Fernando Simón que «Siempre hay gente que no pertenece al grupo de los sensatos. No estoy enfadado; estoy decepcionado, mucho. Estoy decepcionado, quizá hasta conmigo porque no hemos sabido transmitir el mensaje ni a los ciudadanos, ni a los medios de comunicación ni a los políticos»
En fin, que todo se trata en una labor de comunicación, hasta de pedagogía social…..acabáramos.
Por eso, cuán diferente es la imagen que se está transmitiendo de los jóvenes de ahora, si la comparamos con la ofrecida justo ahora hace diez años en los mismos espacios públicos.
Nos estamos refiriendo a un movimiento social, el 15 M, cuya fecha significativa fue el 15 de mayo de 2011, momento en el que inició la primera de las concentraciones masivas en la Puerta del Sol de Madrid, extensiva a otros lugares de España.
Todo partía de la publicación del manifiesto “¡Indignaos!” escrito en 2010 por Stéphane Hessel, héroe de la Resistencia a los nazis, sobreviviente del campo de concentración de Buchenwald y uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Hessel ponía el acento en el deterioro social que se estaba padeciendo tras la crisis económica de alcance mundial de 2008 y que alentaba a una insurrección pacífica para modificar el status quo y la corrupción de las instituciones.
Sirva como ejemplo algunos pasajes: “Les digo a los jóvenes: buscad un poco, encontraréis. La peor de las actitudes es la indiferencia, el decir “yo no puedo hacer nada, yo me las apaño”. Al comportaros así, perdéis uno de los componentes esenciales que hacen al ser humano. Uno de sus componentes indispensables: la capacidad de indignarse y el compromiso que nace de ella
“Hagamos siempre un llamamiento a una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen como horizonte para nuestra juventud más que el consumismo de masas, el desprecio de los más débiles y de la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos”.
Tal y como señalaba el entonces nonagenario autor en una entrevista concedida al diario El País:
“Necesitamos otros gobernantes, y también, compromiso de la sociedad para aupar a los más decentes. No podemos caer en esa desazón de la juventud, ni en pensar que todos los políticos son iguales, porque no es cierto. La rabia y la indiferencia no nos llevan a ninguna parte”
Pues bien, alentado por el reciente éxito reivindicativo de la Primavera Árabe, amén de otros movimientos sociales de otros países de nuestro entorno más cercano, con una ya consolidada realidad digital a través de las redes sociales, la plataforma “Democracia real, ya” convocaría a una participación masiva de protesta de la ciudadana, en demanda de una democracia más participativa, alejada del bipartidismo y para mostrar su repulsa ante el poder ilimitado de las entidades bancarias.
Conviene advertir que en aquel momento gobernaba un partido de izquierdas, el Partido Socialista Español, bajo la presidencia de un ya desgastado José Luis Rodríguez Zapatero que había sufrido meses antes una Huelga General y que convocaría elecciones anticipadas para noviembre de ese año 2011, momento en el que sería revelado por el conservador Mariano Rajoy, tras obtener la mayoría absoluta el Partido Popular.
Por eso, a diferencia de lo que sucede en la actualidad, con unas posiciones reivindicativas sumamente mediatizadas por posiciones ideológicas concurrentes en un contexto de división social al que los propios medios de comunicación colaboran, con aquel Mayo del 68 a la española no se estaba representando a ningún partido político, siendo por tanto un movimiento heterogéneo y abierto a todos.
Cierto es que las concentraciones luego darían lugar a permanentes acampadas, estructuradas de un modo asambleario, más afín a ideología de izquierdas y con el tiempo se suscitó ciertos recelos entre una población inicialmente congratulada, pero que terminaría incrédula ante unos postulados que parecían dogmas irrealizables y hasta cierto punto cansinos.
En agosto de ese año, cuando ya se terminaba de desalojar al resto de acampados, Carlos Paredes, portavoz de la plataforma Democracia Real Ya, contestaba a las preguntas de los lectores del Diario El País, manifestando su desconfianza a la clase política, a tres meses de las elecciones generales.
Lector:¿crees que el gobierno en funciones podría adoptar varias de las propuestas del 15-M para adoptarlas de refilón y así restar adeptos al movimiento?
Carlos Paredes:No, creo que el gobierno en funciones tratará de conseguir votos por todos los medios (como hacen todos los partidos) y no tendrá problema alguno en prometer llevar a cabo las iniciativas del M de la misma manera que podría prometer la Luna. Es una vergüenza lo de las promesas electorales.
Lectora:Se os tacha de utópicos. ¿Tenéis una agenda de mínimos? ¿Qué cambios y medidas tangibles serían un éxito suficiente?
Carlos Paredes: Si la pregunta es cuándo pararía el movimiento, la respuesta no está en nuestras manos, está en los políticos y sus acciones, después de todo, este es un movimiento de reacción ante las atrocidades cometidas por nuestros políticos en el congreso, que con educadas palabras y finos trajes, son responsables (ignorantes muchas veces) de miles de dramas diarios en este país, surgidos como consecuencia de sus nefastas políticas.
Y en su mensaje de despedida era del todo concluyente:
Entiendo que en un movimiento tan multitudinario como este, opiniones hay para todos los gustos, pero hagan un análisis sincero con ustedes mismos. ¿Están de acuerdo con que les recorten las pensiones? ¿Están de acuerdo con que les eliminen las coberturas médicas? ¿Están de acuerdo con tener que trabajar más por menos dinero? Si no lo están, entonces, hagan algo, porque eso, es lo que está pasando, y eso, llevado al extremo, es el futuro que tendrán sus hijos. Tal vez el movimiento no sea perfecto. Nada de lo que nos rodea lo es, pero no sabemos cuando habrá otra oportunidad como esta para evitar que eso suceda. No se queden en sus casas sentados o lamentándose. Salgan afuera, y actúen. Tienen un enorme poder y una enorme responsabilidad para las generaciones venideras. Úsenlos. No permitan que sus hijos vivan peor de lo que vivieron ustedes.
Es evidente que aquel movimiento de indignados supuso un antes y un después en nuestro país, aunque no siempre para bien, como el tiempo ha venido demostrando.
En cuanto a la superación del bipartidismo, es indudable que el objetivo se cumplió y de qué manera, con la posterior irrupción en la política nacional de Podemos, Ciudadanos y Vox.
A consecuencia de ello, se sentaron las bases de lo que actualmente rige, si bien en estos momentos la situación dista de ser idílica, vista la polarización que nos atenaza, tal y como hemos escrito en nuestro blog.
En cuanto a la clase política, aunque la tan criticada corrupción en puridad no se ha logrado erradicar del todo, como sería deseable, cierto es que ya no son toleradas muchas de las prebendas que escandalizaban a la ciudadanía.
Y en cuanto al poder de los bancos, sería impensable que pudiera ver peligrar su futuro uno de los sustentos de nuestra economía desde hace décadas, pero al menos el impacto del progresivo empobrecimiento de los ciudadanos más desfavorecidos ha calado en el legislador y por ende en los tribunales, con una mayor protección hacia los prestatarios de operaciones crediticias antaño abusivas e inasumibles en periodos de sangría económica.
Por eso, quienes se congregaron aquel 15 de mayo de 2011 no solo hicieron evidente la brecha social existente entre la ciudadanía y la élite dominante, sino que perseguían un objetivo plausible y beneficioso para el interés general.
Nada que ver con los irresponsables que ahora celebran, cual Nochevieja primaveral, la finalización de un Estado de Alarma, a tan solo un mes y medio de la llegada del verano.
Para entonces quizás tengamos que surfear la quinta ola y entonces estaremos todos muy, pero que muy indignados.