EL LIBRO Y LA PELÍCULA DOCUMENTAL DE HOY: CIENCIOLOGÍA (2013) Y GOING CLEAR: CIENCIOLOGÍA Y LA PRISIÓN DE LA FE (2015)

En otra entrada de nuestro blog, ya tuvimos oportunidad de hablar de las técnicas de manipulación de buena parte de los nuevos movimientos religiosos, siendo algunos de ellos calificados como sectas.

Y dentro de esos movimientos, no cabe duda que la Cienciología ha acaparado multitud de titulares en las últimas décadas y en especial, desde que de dos de sus más fieles devotos, a la sazón estrellas de Hollywood, se han posicionado públicamente para defender sus postulados con una vehemencia que ha sorprendido a propios y extraños.

Tras la aparición en 2013 del exitoso libro del escritor Lawrence Wright, Cienciología. Hollywood y la prisión de la fe, no tardaría en rodarse un documental, dirigido por Alex Gibney y producido en parte por el propio Wright.

Y siendo un gran reto poder condensar en ciento veinte minutos la profusa y documentada obra del escritor, al menos se ha conseguido dar unas pinceladas muy interesantes sobre lo que ha supuesto la Cienciología, no solo en Norteamérica, donde surgió, sino en el resto del mundo, donde mantiene su vocación de progresión.

No en vano, en España goza del pleno reconocimiento como religión desde 2007,algo que curiosamente aún no se ha alcanzado en el país que la vio nacer, si bien,como veremos, en Estados Unidos, ya cuenta desde hace casi tres décadas con el beneficio de la exención tributaria.

No obstante, en otros países de nuestro entorno, o bien la siguen rechazando como confesión religiosa o directamente, la consideran una organización criminal, pese a que los cienciólogos mantienen que han sido los mayores defensores de los derechos humanos, con labores solidarias tales como las promovidas tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 o consiguiendo la deshabituación y rehabilitación de adictos a las drogas, a través del programa Narconon.

Aunque no existen datos oficiales sobre el número de fieles, si hacemos caso de los que nos ofrecen sus actuales representantes, se estiman en la nada despreciable cifra diez millones de personas en todo el mundo.

Y si ya hablamos de su patrimonio económico, y en especial de sus propiedades inmobiliarias, las cifras son ciertamente mareantes.

Este sentido, basta con acercarse a ver la sede de la Cienciología en Madrid, inaugurada en 2004 por un actor del que luego tendremos ocasión de escribir y del que tanto el libro como el documental dedican bastantes páginas y minutos, Tom Cruise.

Para un profano a su mundo ciertamente resulta complejo definir qué es la Cienciología, pero se puede decir que se trata de método de aplicación espiritual y de filosofía de vida que persigue ayudar a que la gente recupere sus capacidades, disociando el cuerpo de la mente para erradicar los sentimientos y pensamientos negativos.

Y se deduce tanto del libro como del documental que para una plena integración en el movimiento, el denominado preclaro y futuro cienciólogo, previo test de personalidad, debe pasar por un paulatino proceso formativo a medio de cursos, charlas y sesiones.

Pero es que además deberán ser examinados por los auditores, considerados ministros de la iglesia, que se sirven de los E-Metros, aparatos similares al polígrafo, que miden el pulso y la respiración a través de dos cilindros y cables, y cuya aguja es indicativa de los diferentes estados del examinado, que puedan servir para su evaluación, siempre puntual y sujeta a posteriores revisiones.

En el libró se dedican varias páginas para describir el periplo de este movimiento religioso que fue fundado en 1954 en California por L. Ron Hubbard, para muchos un histriónico personaje que pasará a la historia como célebre escritor de novelas de ciencia ficción, poseedor de varios records Guiness por su producción literaria y que marcaría las líneas maestras de la Cienciología, actualmente liderada por el no menos controvertido David Miscavige.

El escritor Lawrence Wright incide en que hay de partir de la base de que la Cienciología nació en el seno de una joven nación, donde la propia sociedad norteamericana es viviente ejemplo de multiculturalidad y amalgama de múltiples creencias y valores.

Y sin ser estrictamente original, en base a su exitosa obra Dianética, la ciencia moderna de la salud mental, se narra que Hubbard fue desgranando de aquí y allá para perfilar un abigarrado compendio de dogmas que beben del humanismo, cristianismo o budismo y pueden llegar a servirse de métodos muy cercanos a la psicología clínica, como el uso de hipnosis regresiva en la búsqueda de manifestaciones trascendentes como las experiencias extracorpóreas.

Y si bien se dice que Hubbard se había ilustrado ampliamente sobre la obra de Freud y su discípulo Jung, siempre ha sentido un odio visceral hacia la Psiquiatría, como rama la medicina.

Sin embargo, muchos asocian este sentimiento a que sus detractores siempre han cuestionado su salud mental, incluida una de sus esposas, que en su momento intentó que fuera ingresado en un hospital psiquiátrico.

En palabras de uno de sus mayores críticos, el doctor Stephen Wiseman, psiquiatra de la Universidad de Columbia británica, su personalidad evidencia un “narcisismo maligno” al ser “un individuo extremadamente inseguro que se protege mediante prepotencia agresiva, rechazo de todas y cada una de las necesidades de los demás, orientación antisocial y una embriagadora y toxica mezcla de rabia, cólera, agresión, violencia y paranoia”

Sea como fuere, esa aversión a la psiquiatría recalaría en su doctrina, proclamando que es es perniciosa para la salud, confabulando con la industria farmacéutica para dañar a las personas, tanto con sus medicamentos como con sus métodos invasivos del cerebro.

A diferencia de otras religiones, Hubbard no se consideraba un profeta, receptor de la revelación de un ser superior, sino que desde su personal óptica trató de plasmar un mundo trascendente al terrenal, basado en buena parte en sus relatos de ciencia ficción.

Y así, el fundador planteaba que hace setenta y cinco millones de años el ser humano habitaba en un mundo muy parecido al nuestro, si bien estaba superpoblado.

Tras elegirse a Xenu como tiránico gobernador de una confederación galáctica, la comunidad de psiquiatras se unió a él para conspirar contra la raza humana, a la que se sometió a un proceso de congelación.

Posteriormente se llevarían los cuerpos en naves espaciales hasta el planeta prisión Teegeak, donde serían finalmente arrojados dentro de unos volcanes, en los que lanzarían bombas de hidrógeno.

Desaparecidos los cuerpos, surgirían unos espíritus, los thetan, obligados a ver proyecciones de películas en 3D para ser implantadas imágenes negativas.

Y cuando un nuevo ser humano nace, varios thetan entran en su cuerpo, portando todos los males y energía negativa que se pretende erradicar.

De entre las grandes polémicas que siempre han existido sobre la vida de Hubbard, tanto el libro como el documental destacan las sospechas de que se haya tratado de falsear la realidad por parte de sus fieles, atribuyendo al fundador unos meritos militares durante la Segunda Guerra Mundial que nunca han sido contrastados o una supuesta capacidad milagrosa para superar secuelas físicas que nunca se han diagnosticado, incluida una ceguera provocada por el sol, tras supuestamente haber sobrevivido a un naufragio.

Y aunque forma parte de la rumorología más que de fuentes fiables, de Hubdard también se ha dicho que se servía de la escritura automática o que tenía poderes curativos sobrenaturales e incluso podía teletransportarse.

Pero tanto de la lectura del libro como del visionado del documental se evidencia que la vida del pelirrojo fundador de la Cienciología ha sido apasionante, digna de película, más allá de excentricidades tales como auditar un tomate con un E-Metro, al entender que los seres vivos del reino vegetal también tienen sentimientos.

El legado documental de Hubbard es incalculable, producto de su profusa obra literaria, cuyos originales están guardados a cal y canto en un bunker de Nuevo Mexico, a prueba de explosiones nucleares.

Pero también lo es su fortuna, teniendo en cuenta que sus más de mil publicaciones han generado una colosal suma derivada de los derechos de autor.

Acusado de bígamo y de maltratar a una de sus esposas e incluso denunciado por haber secuestrado a su propia hija para alejarla de aquella, Hubbard sintió el aliento en su nuca de otro enemigo mucho más peligroso para sus fines, la Agencia Tributaria de los Estados Unidos.

Y así, hostigado por sus continuos requerimientos, para eludir la acción gubernamental se sirvió de la sui generis Organización del mar, y de su flota de buques, para surcar los océanos en búsqueda de aguas internacionales, donde permaneció durante muchos años.

Tanto en el documental como en el libro se recogen testimonios de ex cienciólogos que lo acompañarían en su aventura náutica, firmando un contrato con Hubbard de nada menos que mil millones de años.

Y califican aquel periplo como una delirante sucesión de expediciones tendentes a recuperar tesoros ancestrales o descubrir civilizaciones extraterrestres, desde cuyas estaciones espaciales despegarían naves cuyo propósito era salvar el planeta.

Pero también narran episodios de explotación laboral cercanas a la semiesclavitud, malos tratos psíquicos, como vejaciones o degradaciones injustificadas y también físicos, como castigos tales como tirar por la borda a los infractores.

Y como fieles devotos, en el caso de que cuestionasen las órdenes o directamente se predispusieran en contra de su líder, pasarían a ser personas represivas y enemigos de la Cienciología, por mucho que sus mandatos fueran en ocasiones difíciles de seguir o directamente, incomprensibles.

Mientras tanto, Hubbard se paseaba por cubierta, vestido de uniforme y rodeado de una pléyade de adolescentes femeninas que formaban una curiosa guardia pretoriana, siempre atenta a espiar a los sospechosos o corregir a los díscolos.

Ya en tierra firme, el fundador pudo sortear todos los escollos judiciales que continuaban acorralándolo y permanecería oculto durante varios años hasta su fallecimiento en 1986,cuando contaba con setenta y cinco años.

En el libro se narra que Hubbard había sufrido un accidente cerebrovascular y no son pocos los que entienden que tal patología puede asociarse a una vida poco saludable y llena de excesos.

Muchos de sus fieles todavía esperan su regreso, reencarnándose en el cuerpo de un niño pelirrojo.

Al dejar nuestro mundo terrenal, Hubbard no había logrado el objetivo que siempre había perseguido, esto es, que se reconociera a la Cienciología en Estados Unidos como confesión religiosa, lo que supondría la obtención de beneficios fiscales, necesarios para proteger el inmenso patrimonio que se continuaba amasando.

Pero el reconocimiento oficial implicaría también la posibilidad de acogerse a la Primera Enmienda de la Constitución norteamericana, que reconoce el derecho a la libertad religiosa, por lo que, salvo flagrante delito, se daría rienda suelta a su progresión como culto, amparándose en un continuado secretismo legalmente consentido.

Y Hubbard no vivió lo suficiente para lograr la soñada exención tributaria, pero sí su sucesor, David Miscavige , reforzando un poder que hoy parece incuestionable.

Pero el nuevo líder tampoco lo tuvo muy fácil, puesto que en los años noventa los nuevos movimientos religiosos continuaban siendo vistos con mucha desconfianza, y algunos de ellos, calificados de peligrosos para los súbditos norteamericanos.

Y tras el suicidio colectivo de miembros de varias sectas, la tragedia de Waco no hizo más que incrementar las alarmas de las autoridades pese a la Cienciológia no persigue entre sus fines una inmolación de sus fieles.

Porque, más allá de que sus dogmas siempre hayan sido vistos como excesivamente extravagantes, lo que en esencia se achacaba al movimiento era su innegable intencionalidad crematística y su vocación de captar adeptos con solvencia patrimonial.

No en vano se atribuye al propio fundador una frase ciertamente reveladora: “si quieres ganar un millón de dólares, inventa una religión”

Pues bien, según el libro y el documental no es poca la cantidad que un preclaro y posterior cienciólogo debe ir aportando para progresar de grado en grado dentro del escalafón predeterminado, en su búsqueda de aspirar a lo máximo, el nivel OT VIII, reservado para unos pocos, como el propio Hubbard, David Miscavige o Tom Cruise.

Y a diferencia de otras terapias o procesos curativos o de superación personal que alcanzan un límite de tiempo y dinero, la Cienciología siempre exige dar un paso más y por tanto, más desembolso económico.

Téngase en cuenta además, que aparte de abonar los libros, cursos y charlas, para seguir progresando, quien ha sido auditado con un E-Metro, a su vez debe auditar a otros preclaros o cienciólogos, por lo que debe adquirir a un precio muy elevado un aparato muy rudimentario y con escaso coste de producción.

Lawrence Wright relata que ya en vida de Hubbard, a través del rimbombante Proyecto Blancanieves, se había intentado socavar los cimientos del Gobierno de Estados Unidos, con infiltraciones de cienciólogos en distintos departamentos, para obtener información que pudiera perjudicar sus investigaciones o desprestigiar a sus empleados.

Pero David Miscavige utilizaría una táctica que ya sería recurrente cuando su iglesia es atacada: responder al ataque, atacando.

De esta manera, se dispondría de todo el arsenal jurídico para batallar con fiereza contra cualquier litigante en contra de la Cienciología, desprestigiando públicamente a unos demandantes que eran mayoritariamente ex cienciólogos y que en su día habían confiado a sus auditores.sus secretos más íntimos, que ahora eran revelados.

Pero el movimiento religioso lograría su mayor propósito, al iniciarse una batalla judicial sin precedentes en Estados Unidos, tras presentarse miles de demandadas contra la Agencia Tributaria desde todos los territorios del país.

Y visto que el coste procedimental era inasumible por las autoridades, los acontecimientos obligaron a que el Gobierno Federal pactara con Miscavige, en aras de que se retiraran al unísono todas las demandas, posibilitando a cambio convertir en realidad el sueño de todos los cienciólogos: la exención tributaria.

Al margen del los impuestos,la Cienciología nunca se ha librado de multitud de críticas y declaraciones de personas represivas que manifiestan que en Gold Base, instalaciones que componen en California su mayor centro de operaciones, amén de su sede internacional, persisten los maltratos psíquicos y físicos por parte de Miscavige.

Y así, el actual líder supuestamente degrada a sus fieles para someterlos a duros procesos de rehabilitación o los castiga por no cumplir los objetivos de difusión del culto, mientras vive rodeado de lujos, sirviéndose de cienciólogos como empleados, por un ridículo salario que puede llegar a ser recortado en caso de sanción.

Pero es que además, al igual que otros movimientos religiosos calificados como sectas, se achaca que sus prebostes se sirven de las técnicas de manipulación mental para lavar el cerebro, como adoctrinamiento para unos fieles que, temiendo por su inmortalidad espiritual, rara vez abandonan la religión, tras haber sido apartados de sus familiares y amistades ajenos a su religión.

Pero si por algo es conocida la Cienciología es por sus muchos fieles famosos.

Hubbard, ciertamente perspicaz, había tenido la virtud de propagar su doctrina ciencióloga recurriendo a personas populares con mucho poder mediático y que difícilmente podían ser cuestionadas ante la opinión publica.

Y así, en 1969 fundaría el Centro de celebridades en plena meca de Hollywood, donde luego recalarían actores de la talla de John Travolta , Tom Cruise, Jason Lee, Kristie Alley, Anne Archer, Priscilla Presley, Giovanni Ribisi, Juliette Lewis, el director y guionista Paul Haggis (que en el documental da su testimonio como ex cienciólogo) , músicos como Leonard Cohen , Chick Corea y Marc Isham e incluso actrices de doblaje como Nancy Cartwright, famosa por poner su voz a Bart Simpson.

Pero de entre todos ellos, no cabe duda que Tom Cruise es quien se lleva la palma por la sucesión de acontecimientos que han venido acompañando a la carrera de este actor, uno de los más taquilleros de la industria del cine.

El risueño y saludable actor siempre ha manifestado que la Cienciología, entre otras bondades, tuvo como positivo efecto que pudiera superior su dislexia y todavía puede encontrarse en youtube un vídeo de casi diez minutos, en el que, con un lenguaje que solo un cienciólogo puede comprender, expresa su sentimiento al respecto de los parabienes de la religión.

Cruise fue introducido en la Cienciología por mediación de su primera esposa, Mimi Rogers, de la que terminaría divorciándose al enamorarse de Nicole Kidman, durante el rodaje de la película Días de trueno.

Eran tiempos en los que Cruise se había hecho gran amigo del nuevo líder de la Cienciología, David Miscavige, que compartía con el actor no solo una parecida apariencia física, sino varias aficiones.

Miscavige buscaba con ahínco que Cruise se consolidara como principal imagen pública de la religión, cogiendo el relevo de John Travolta, que pasaría a un segundo plano, tras haber alcanzado mucha notoriedad una década antes, tras el estreno de Fiebre del sábado noche.

Pero la captación de Nicole Kidman no iba a ser tan sencilla como habían pronosticado.

Si ya la observaban con cierto recelo, al ser su padre un reputado psicólogo en Australia, durante un tiempo Kidman consiguió que Cruise se centrará más en su carrera profesional y en su relación conyugal que en su labor de promoción de la Cienciología.

No obstante, su segundo matrimonio terminará fracasando y tras el rodaje de Eyes Wide Shut el divorcio era inminente, lo que dio lugar a una batalla legal por sus hijos adoptivos, que concluirá con un acuerdo de custodia compartida.

En 2001, se intenta captar a su nueva novia, la actriz Penélope Cruz, conocida por su acercamiento al budismo, si bien la relación con Cruise no duraría mucho.

Es entonces cuando a la vida del actor llega otra ciencióloga, la actriz Nazanin Bonialdi, conocida entre otros papeles por su aparición en la serie Homeland, si bien el romance tampoco terminó de cuajar.

Tanto en el documental como en el libro se narra que todo formaba parte de una estrategia de marketing diseñada desde la Cienciología, de la que el propio Cruise se mantuvo al margen y que fracasó, al no cumplir Bonaldi con las expectativas que se habían generado.

En el año 2005 Tom Cruise acaparó de nuevo los focos, si bien no con los positivos efectos que hubiera deseado Miscavige para reforzar la imagen de su confesión religiosa.

Ya hemos escrito en nuestra publicación sobre Brooke Shields que uno de los momentos más polémicos de su vida fue cuando su antiguo compañero de reparto la calificó de irresponsable por haberse servido de ansiolíticos para superar una depresión

Pero millones de espectadores serían luego testigos del comportamiento alocado de Cruise, cuando se abalanzó entre carcajadas sobre Oprah Winfrey al ser entrevistado en relación a su nueva pareja, Katie Holmes, de la que también se terminaría divorciando años después.

Sea como fuere, el actor continua siendo el mayor embajador de la Cienciología y su enorme capacidad para reunirse por todo el mundo con personalidades de renombre y autoridades influyentes continua siendo muy valorada por Miscavige, en el ánimo de captar nuevos y poderosos fieles.

De momento,Steven Spielberg, ha dicho que no.

El autor de la novela, Lawrence Wright, concluye su obra aseverando que es lícito que la Cienciología, pueda aspirar al mismo reconocimiento y amparo que protegen a tantas otras religiones y cuyas teorías, planteamientos o dogmas de fe pueden igualmente parecer descabellados para un agnóstico y que,como el cristinanismo
,en sus orígenes sufrieron persecuciones y represión.

Pero partiendo de la base de que la humanidad ha evolucionado de forma sustancial en la busqueda del respeto de todos los derechos fundamentales,no solo el de libertad religiosa,es necesario escuchar los testimonios de aquellos que han profesado la Cienciología.

Y dotando de credibilidad a muchas de las acusaciones que han formulado en su contra y que la confesión religiosa siempre ha desmentido, lo que tanto el libro como el documental ponen en seria duda es que la Cienciología sea un movimiento religioso diáfano y que respete los derechos individuales de unos súbditos,probablemente inconscientes de que forman parte de una estafa en sí misma.

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