EL DISCURSO DEL ODIO EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Tras el cuarto día del comienzo del Estado de Alarma, la situación sigue tan incierta como preocupante.
Si bien es cierto que la pandemia está afectando con distinta incidencia según el territorio de la nación española, las perspectivas no son nada halagüeñas en cuanto a conocer el momento exacto en que se alcanzará el pico del contagio para empezar a descender, máxime cuando dicha circunstancia aún no se han dado en Italia, nación que anticipa en una semana lo que luego sucederá aquí.
Y si la crisis sanitaria es alarmante, el efecto económico empieza a ser demoledor, avecinándose una larga temporada de penuria.
Por tanto, son momentos en los que se necesita la máxima colaboración institucional para transmitir responsabilidad a los ciudadanos, a los que se nos exige que seamos solidarios y nos sacrifiquemos por el bien común, siguiendo las instrucciones de la autoridad sanitaria y cumpliendo a rajatabla los mandatos de restricción de movimiento y circulación, que algunos incautos se saltan a la torera.
Y son momentos en que, para conseguirlo, debemos aunar esfuerzos, olvidar nuestras diferencias e ideologías y remar en el mismo sentido para que la nave avance, porque las vías de agua empiezan a ser preocupantes.
Porque si no lo hacemos, no llegaremos a tierra, la nave se hundirá, económica y socialmente; alguno pervivirá durante un tiempo por disponer de salvavidas, otros se ahogarán al instante, pero para unos y otros nada volverá a ser como antes, al menos durante esta generación.
Por eso debe calificarse como de irresponsable y nada constructivo que nos sirvamos de internet y en concreto de las redes sociales para favorecer el insulto y fomentar el discurso del odio.
En su momento se exigirán responsabilidades, muchos pagarán en las urnas el precio de su ineptitud política y otros serán cesados por su deficiente gestión.
Pero como personas civilizadas, que debemos pensar no ya hasta diez, si no hasta veinte, dadas las circunstancias, antes de lanzarnos a escribir desde la trinchera para desprestigiar públicamente al otro, quizás debamos seguir con nuestras vidas y ser más constructivos que destructivos.
Y tan dañina es la agresividad latente en el contenido de las publicaciones que se efectúan con descalificaciones que pasan de la mera crítica al insulto, como la ironía macabra para mofarse de personas o colectivos en momentos tan trágicos como los que estamos viviendo. Más que de humor negro, cabe calificarse de humor estúpido e inhumano.
Y me estoy refiriendo con ello a la reciente publicación en Twiter de Clara Ponsatí, ex consejera de Educación del Gobierno catalán de Carles Puigdemont, y que se encuentra fugada de la justicia al igual que él.
En dicha publicación al referirse a la pandemia y conocedora del creciente número de fallecidos en España y muy especialmente en la Comunidad de Madrid, compartió en su cuenta y para aplauso sus acólitos la conocida frase “De Madrid al cielo”.
Más tarde eliminaría de su cuenta tal vileza, pero el daño estaba hecho y la evidencia probatoria más que suficiente para multitud de personas, puesto que queda para siempre.
En una escena de La red social, conocida película de David Fincher, el personaje interpretado por Rooney Mara, ante las disculpas de Marck Zuckerberg sobre el contenido de una publicación mofándose de ella, le reprende señalando gráficamente que en internet no se escribe con lápiz, sino con tinta.
Así que ni borrón, ni cuenta nueva para Clara Ponsatí y esperamos que la querella interpuesta por el Movimiento contra la Intolerancia le sirva de escarmiento, cuando no de una severa condena.
En dicha querella, pendiente de ser tramitada cuando se escriben estas líneas, se acusa a la política independentista de hispanófoba, de estigmatizar a los madrileños, mofándose de ellos y lesionar la dignidad de las personas, lo que podría quedar comprendido dentro la conducta calificada como delito de odio por nuestro Código Penal, en concreto su artículo 510.
El término discurso del odio tiene su origen en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y en las resoluciones del Consejo de Europa y supone una agresión a sujetos individuales o colectivos, especialmente vulnerables, a través de distintos vehículos de comunicación, resultando especialmente relevante el artículo 10 del Convenio Europeo de derechos humanos , de 1950 que declara que si bien toda persona tiene derecho a la libertad de expresión, podrá ser sometida ciertas condiciones, restricciones o sanciones, previstas por la ley que constituyan medidas necesarias en una sociedad democrática, para la seguridad nacional, la integridad territorial, la seguridad pública, la defensa del orden, en la protección de la reputación o de los derechos ajenos.
Según la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo el elemento que caracteriza a los delitos de odio es el ánimo subjetivo que conduce al autor a la comisión del hecho agresivo, esto la animadversión hacia la persona, o hacia colectivos, unificados por el color de su piel, por su origen, su etnia, su religión, su discapacidad, su ideología, su orientación o su identidad sexual, o por su condición de víctimas , siendo menester calificación jurídica de los hechos en función de la realidad social del tiempo en el que ha de aplicarse la norma.
Movimiento contra la Intolerancia insiste en su querella en el aparto 2 del citado artículo 510 del código penal, que castiga con pena de prisión de seis meses a dos años y multa de seis a doce meses a quienes lesionen la dignidad de las personas mediante acciones que entrañen humillación, menosprecio o descrédito de un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquél, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad.
Hemos de traer también a colación una reciente condena de conformidad, dictada por el Juzgado de lo Penal nº 1 de Sevilla condenando a 6 meses de prisión y multa de 1.080 euros a tres personas que acudieron el 8 de marzo de 2018 a una manifestación por el Día de la Mujer, y realizaron una grabación de mujeres asistentes, a las que calificaron de “guarras que no trabajan” y “golfas”, vídeo que fue subido a un grupo de whatsapp para ser posteriormente difundido por uno de sus participantes, hasta que un usuario de Twiter lo denunció en la red social, obteniendo 227.000 visualizaciones.
Desgraciadamente se ha producido un masivo contagio de Coronavirus en la última manifestación del 8 de marzo de 2020 a la que acudieron más de 100.000 personas, siendo ahora Madrid, como decíamos, uno de los principales focos de contagio.
Y muchos habían advertido que era una inconsciencia mantener la convocatoria pese a lo que estaba sucediendo en la no tan alejada Italia; como inconsciente fue igualmente que el partido Vox reuniera a 9.000 de sus fieles en un mitin en el Pabellón de Vista Alegre, también en Madrid.
Durante estos convulsos días quien escribe estas líneas no ha tenido suficiente tiempo para revisar todo lo acontecido en las redes sociales al respecto, pero es de suponer que diariamente, minuto a minuto, segundo a segundo, el virus del odio se está propagando tan rápido como el Covid-19. Por desgracia, el confinamiento me obligará al teletrabajo y tiempo tendré para ello.
Mientras tanto, desde nuestra web alentamos para que impere la cordura, mantengamos la calma y respetemos a los demás, porque la verdadera guerra que debemos librar en estos momentos no es de ideologías, ni de creencias.
Quizás todos estamos un poco crispados, pero actuando como “haters” y alimentando el odio, no solucionaremos un problema histórico que nos ha tocado vivir; un único enemigo que no entiende de ideologías, ni creencias.
Confiemos en que pronto se descubra la vacuna que erradique esta enfermedad, tan inesperada como destructiva para la humanidad.
Pero manifestándose el odio a través de la violencia verbal, conviene ahora recordar que como dice el actor norteamericano Edward James Olmos, la mejor vacuna para erradicar la violencia es la educación.