Punto, juego en blanco, set, partido…y Novak Djokovic ha de largarse de Australia.
A estas alturas de película, todos conocíamos al fenomenal tenista, uno de los mejores de la historia, con permiso de Federer, y actual número uno del ranking mundial.
Y también conocíamos su triquiñuelas de antaño de mal deportista, al simular lesiones cuando el partido se le ponía cuesta arriba, y una notable inmadurez en sus inicios que le convertían en un tenista díscolo con los arbitrajes y bastante borde con los rivales.
Y nos nos ciega la pasión patria enfermiza para defender a Rafa Nadal, nuestro deportista de más renombre internacional, ante la disputa del Open de aquel país.
No, no se trata de deporte, en este caso profesional y de mucho prestigio que además aporta pingües beneficios para quien pertenecen al circuito tenístico profesional, sino de la salud pública.
Y ella ha de prevalecer por encima de todo y de todos, en especial de quienes se niegan por sistema a acatar las leyes y a hacer trampas para saltárselas, por mucho que seas una celebridad.
O precisamente por eso, el problema es que esa celebridad se convierta en adalid de una postura contracorriente que yo me atrevo a calificar de anti-sistema.
Ya tuvimos oportunidad de escribir sobre otra de ellas, quizás en horas más bajas, Miguel Bosé, a raíz de sus polémicas y surrealistas afirmaciones negacionistas de la pandemia y contrarias a la vacunación.
Y en lo relativo a nuestro país, también expusimos en el blog la controversia jurídica existente en relación con la vacunación obligatoria.
Sea como fuere, lejos de ser residual, el núcleo poblacional que continúa sin vacunarse no es nada desdeñable, lo cual supone un riesgo para el resto, amén del suyo propio.
En este sentido, recientemente se ha sabido que una cantante de cierto renombre en la Republica Checa y antivacunas de pro, ha fallecido tras inocularse voluntariamente el virus, aprovechando el contagio de un familiar, para demostrar que la mayoría estamos equivocados; ver para creer, pero nosotros seguimos aquí y ella no.
Y en los mentideros de Hollywood también se ha conocido que uno de los principales motivos de la ruptura de la siempre controvertida actriz, de capa caída, Lisa Bonet y el actor Jason Momoa (Acuaman) precisamente ha podido ser la diferente postura ante la pandemia y la necesidad de la vacunación.
Pues bien, volviendo al “asunto Djokovic” si hay una persona con la que me suelo identificar en cuanto a sus opiniones, esa es el escritor Juan Manuel de Prada, siempre sosegado y ecuánime en cuanto a sus afirmaciones.
Sin embargo, en mi modesta opinión, compartida por los medios de comunicación que le han atizado recientemente, no me parece de recibo que en una de sus columnas del diario ABC, manifestara que:
“Djokovic es mejor tenista que cualquiera de los tenistas que han competido con él. También lo saben esos tenistas incluidos quienes en estos días han hecho declaraciones miserables, excitados ante la posibilidad de aventajarlo en la aburrida estadística que dentro de cincuenta años nadie recordará”
No hay que ser muy avispado para deducir que el escritor apunta, precisamente, a nuestro número uno del tenis español, Rafa Nadal.
El mallorquín, que no se caracteriza precisamente por esconderse, había respondido a las preguntas de los periodistas cuando se suscitó la controversia, al tiempo que participaba en un torneo de preparación y aún se desconocía el devenir de los acontecimientos que han finalizado con la obligada salida del serbio del país y su imposibilidad de participar en uno de los grandes torneos del Gran Slam.
Siempre prudente, Nadal señalaba que “Lo que ha pasado no es bueno para nadie….. no tengo todos los detalles para tener una opinión clara sobre el asunto de Djokovic (…………) Al final del día, sólo puedo decir que estamos pasando por momentos difíciles, con muchas familias sufriendo durante los dos últimos años, y es normal que la gente en Australia esté frustrada por este caso, porque han tenido muchas restricciones, muchas australianos que no han podido volver a casa o moverse de sus ciudades (……………)
Solo puedo decir que creo que la gente que sabe de medicina dice que tenemos que vacunarnos, y necesitamos hacerlo. Pasé la COVID y yo lo he hecho dos veces, y si lo haces no tienes problemas para jugar en el Open de Australia ni en ningún sitio. Del resto, no opino, porque me falta información (…………)El mundo ha sufrido suficiente como para no seguir las reglas. Cada uno debe hacer lo que piensa que es bueno para él, pero no vacunarte te puede provocar inconvenientes, es la única manera de parar esta pandemia (……..) Creo que si él quisiera jugar podría haberlo hecho sin problemas. Cada uno es libre de tomar sus decisiones, pero tienen sus consecuencias. No me gusta esta situación, y lo siento por él de alguna manera, pero conocía las condiciones desde hace meses (…………) Él ha tomado sus decisiones, nadie le obliga a vacunarse o a no hacerlo, es una persona mayor y con sus decisiones tiene que pagar las consecuencias. Desgraciadamente estamos en una pandemia y hay que pararla como sea, y la única manera es seguir las indicaciones y las normas que nos dicen».
Desconocemos cuánto ha influido en las decisiones personales del serbio el ex tenista y ahora gurú/coach Pepe Imaz, dedicado profesionalmente a la preparación mental y psicológica de tenistas profesionales, si bien muchos apuntan a cierto adoctrinamiento sectario de lo que predica según su cacareado movimiento de AMOR Y PAZ .
Pues bien, puede que el serbio tenga amor de sobra para dar y tomar, no lo discutimos, pero carece de sentido de la responsabilidad.
Y lo que se dice, predicar con el ejemplo, nada de nada, en especial cuando miles de niños admiran al tenista y muchos han visto como sus mayores ha muerto por COVID o padecen serias secuelas tras contagiarse, porque insensatos como Djokovic se saltan la normativa sanitaria y ayudan a propagar el virus.
Llegados a este punto, conviene resumir cuál ha sido el devenir de los acontecimientos desde que la noticia nos sorprendiera a todos a comienzos de enero.
Lo primero que se supo es que el serbio llegaba a Australia, ciertamente confiado, toda vez que contaba con una autorización médica que le eximía de vacunarse, tal y como permitía la Federación australiana de tenis.
Sin embargo, Djokovic, por ignorancia o por soberbia, se topó con una de las legislaciones más restrictivas del mundo, la que imponía el Gobierno de Australia, a quien importó poco que existiera un organismo deportivo que hubiera avalado su entrada en el país para participar en el prestigioso Open.
Es más, ya en noviembre del pasado año desde el departamento de salud del país oceánico se advertía que «Aquellos que han pasado el covid-19 pero no han recibido ninguna dosis de la vacuna no se consideran personas inmunizadas y no serán autorizadas a entrar en el país».
La situación se fue enmarañando cada vez más, visto que se demostró, no solo que el serbio había mentido al afirmar que siendo positivo antes de acudir a Australia, había respetado el aislamiento (de hecho se le vio en pleno jolgorio en Marbella y en varios eventos, sin ni siquiera portar mascarilla) sino que se había manipulado la información al cumplimentar la documentación que exigían las autoridades australianas para la entrada del tenista en el país.
Como consecuencia de todo ello, le fue denegado por dos veces el visado, permaneciendo retenido en un hotel para ser finalmente deportado tras una resolución dictada por tres magistrados, que es todo un compendio de la prudencia en un momento tan delicado como éste para Australia y para el mundo entero:
» Un icono del mundo del tenis puede influir en personas de todas las edades, jóvenes o mayores, pero quizá especialmente en los jóvenes e impresionables, que quisieran emularlo. Esto no es especulativo, no necesita evidencia…………En consideración del interés público, creemos que las personas no vacunadas suponen un mayor riesgo para el contagio de Covid-19 y su propagación a otros, más que las personas vacunadas, que puede llevar a una saturación del sistema sanitario……….A pesar de que aceptamos que la reciente infección de Covid de Djokovic conlleva un riesgo insignificante de infección y, por lo tanto, presenta un riesgo insignificante para quienes lo rodean, su presencia en Australia, dada su bien conocida su posición sobre la vacunación, genera un riesgo de crecimiento para el movimiento antivacunas en una minoría de la población australiana”.
Muchos apuntan a que la tozudez del Gobierno australiano tiene su explicación en que en los próximos meses se disputan elecciones en aquel país y que de hacerse una excepción en el caso del tenista, serían decenas de miles los votos que se perderían por parte de dicho Gobierno que pretende ser reelegido.
Pues bien, sin que sirva de precedente, nunca un criterio de oportunidad política tuvo tanto sentido de Estado, máxime cuando lo que se trata de evitar es que la salud pública quede condicionada por una minoría que está equivocada de cabo a rabo y que supone un riesgo para los demás.
Y es que aunque yo puedo concebir y tolerar que uno sea vegano o que coma arena de la playa si eso le hace bien, porque no perjudica al resto, quien es anti vacunas constituye un peligro para la salud pública, salvo que viva aislado en una cueva y no se relacione con los demás.
Sea como fuere, aunque muchos apresuradamente vaticinaban el ocaso de este fenómeno del deporte, que es Djokovic, visto que se sospechaba que serían muchos los patrocinadores que dejarían de apoyar su carrera y pocos los torneos que permitirían su participación, al final, como siempre, todo es cuestión de dinero, desgraciadamente, y mucho nos tememos que en otros países serán mucho más permisivos.
De hecho, al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida le traicionaron sus propias palabras que apresuradamente tuvo que matizar, sin éxito, cuando señaló que el serbio sería un gran reclamo para el Open de la capital de España.
Pero si ya hablamos de tenis, en el comienzo de la estupenda película Match point de Woody Allen, se hacía una reflexión, a modo de metáfora sobre la incertidumbre de la vida, siempre sujeta al azar.
“En un partido hay momentos en que la pelota golpea con el borde de la red, y durante una fracción de segundo puede seguir hacía delante o hacía detrás. Con un poco de suerte sigue hacía delante y ganas, o no lo hace y pierdes”.
Pues bien, Novak Djokovic no ha perdido este partido contra el Gobierno australiano (y yo me atrevería a decir contra el sentido común de la mayoría de nosotros) porque haya tenido mala suerte o ni siquiera porque haya existido un error judicial en tres magistrados que han ratificado su deportación por unanimidad.
Djokovic, lo ha perdido por pasarse de listo, si bien ha quedado como un soberano tonto, eso sí henchido del amor y la paz.
NOTA ACLARATORIA POSTERIOR.-Casi un mes después, ya casi no suenan los ecos de la noticia que protagonizó titulares a comienzo del año.
Y es lo que toca ahora es rendirse ante el mejor tenista de la historia,Rafa Nadal,tras su legendario triunfo (uno más) en la final del Open de Australia que debería haber disputado el número uno del mundo.
El serbio tiene edad y talento suficiente para superar las estadísticas del español,pero para recuerdo quedará ya el «papelón» del primero ,mientras que el que el segundo no solo habría dado verdadero ejemplo ante el mundo de lo que es el no rendirse y creer en uno mismo para superar las adversidades,sino que ha demostrado tener sentido común y sensibilidad ante la pandemia.