DE PATERNALISMOS, PLANDEMIAS, DEBACLES BLAUGRANAS Y VUELTAS AL COLE.

El fin del verano siempre es triste, nos cantaba en los ochenta el grupo malagueño Danza invisible, y varias décadas después no podemos estar más de acuerdo, viendo el otoño que se nos avecina.

Y es que pese a que aún queda poco más de un mes para que se produzca el cambio de estación, la situación para los próximos se antoja harto complicada, como ya nos vienen advirtiendo desde hace tiempo.

Si ya los psicólogos nos venían insistiendo en que las estaciones otoñales son las más duras para los melancólicos y depresivos, la de este año puede ser de aúpa.

Nunca podríamos suponer al comienzo de nuestra andadura profesional en la realidad digital, que el primer año de arranque de nuestra actividad en la red coincidiría con una situación tan sumamente crispada y enrevesada, ampliando aún más si cabe el abanico y repertorio de contenidos que podemos abordar desde nuestro blog. Salimos ganando, no cabe duda.

El ejemplo más reciente lo tenemos en la estancia de un conocido matrimonio de ministros y sus tres hijos pequeños por tierras asturianas, precisamente en un zona donde más se puede comulgar con su ideología política.

Una pintada en una carretera, calificada como acoso (y que nosotros entendemos como un grave insulto y nada más) ha sido atribuida a la extrema derecha y ha desbaratado unas idílicas jornadas en el Paraíso Natural.

Pero mucho peor lo ha pasado una señora, que ni siquiera tiene cuenta en redes sociales, que fue confundida con una tuitera que había indicado la ubicación de los referidos ministros, para que otros les hicieran una visita y no precisamente para llamarles guapos.

La señora en cuestión, frutera de profesión, por tal desaguisado y confusión recibió cerca de dos mil mensajes en su teléfono móvil con graves amenazas e insultos. Eso sí es acoso en toda regla.

El discurso de odio campa pues por sus anchas en la redes sociales, siendo twiter el ejemplo de estercolero en grado sumo, la tensión política se ha elevado hasta el límite de lo insoportable y los pocos españolitos de a pie que no hemos perdido los nervios, optamos por la tesitura de ser escépticos y resignarnos ante unos acontecimientos cuyo devenir no depende de nosotros, sin que ello suponga una sumisión incondicionada a los dictados que nos vengan impuestos desde nuestros representantes políticos. Al menos eso es lo que pensamos. Almas de cántaro, lo más probable.

El papel de nuestras administraciones públicas, con honrosas excepciones a nivel autonómico o municipal, ha sido más que deficiente, sin que pueda servirnos el consuelo de que en la gran mayoría de los países occidentales de nuestro entorno sus dirigentes políticos, al igual que los nuestros, han rozado el ridículo por la gestión de la pandemia; mal de muchos, consuelo de tontos,sin duda.

Desde que finalizó el Estado de Alarma el pasado 21 de junio, el Gobierno de la nación optó por lo previsible: pasarle la patata caliente de la gestión de la crisis sanitaria a las diecisiete comunidades autónomas, alguna de las cuales se saltó parte de las fases de desescalada de una sola tacada.

Y pese a que cierto ministro nos había sorprendido hace meses aseverando que el turismo español era estacional, precario y de bajo valor añadido (nada que ver con aquello de que es un gran invento, como rezaba el titulo de la película de Paco Martínez Soria ) desde Moncloa se sabía perfectamente que de no abrirse las puertas, aunque solo fuera unas semanas, sufriríamos en nuestra jeta la sonora bofetada de la recesión económica que ya casi todos dan por hecha, imposible de recuperar a corto o medio plazo.

Pero como se suele decir, pan para hoy, hambre para mañana….y no es aventurado apostar que desde Moncloa también sospechaban que era inevitable lo finalmente sucedido: con esa apertura al turismo, asociado al ocio nocturno, pronto nos veríamos abocados a un nuevo Estado de Alarma y ante un más que probable segundo confinamiento.

Cuando finalizó el Estado de Alarma el número de contagiados en España era de 246.272 personas, y a falta de diez días para finalizar el mes de agosto la suma asciende a 370.867. Las cifras se disparan y se acercan peligrosamente a los albores del primer confinamiento, con el sistema sanitario a punto del colapso.

Los españoles siempre nos hemos vanagloriado de ser los más marchosos del mundo; no en vano en nuestro país es el sitio donde más tarde cierran los bares. La juerga está pues, asegurada.

Por eso hasta un niño sabe que por mucha precaución, distancia social, mascarilla y lavado de manos que como ciudadanos cumplamos durante el día, la noche nos confunde, como decía un personaje de la telebasura de infausto recuerdo. Y el verano, mucho más aún.

Y es que intentemos exigir a nuestros hijos de dieciocho años que tengan puesta la mascarilla todo el tiempo, incluso cuando salgan con sus amigos por la noche.

Seguramente los chavales lo harán, delante de nosotros; pero una vez que se sumen a un grupo, salvo que tengan una madurez y sentido común fuera de lo normal y reciban considerables rapapolvos de sus amigos, difícilmente podrán substraerse a la inercia del selfie, de arrimarse a la chica que les gusta o de sumarse a multitudinarios botellones.

Pensar lo contrario es vivir fuera de la realidad. Todos hemos sido jóvenes y sabemos lo que había entonces y lo que hay ahora.

Por ello las estadísticas nos están confirmando que el tramo de edad con mayores contagiados después de la finalización del Estado de Alarma precisamente se corresponde con el periodo que abarca desde la adolescencia hasta los treinta y tantos, esto es, el tramo vital en que la mayoría de los jóvenes suele salir por la noche y consumir alcohol.

¿Significa ello que debemos culpabilizar a nuestra juventud de los rebrotes, y del crecimiento alarmante de los contagios?

En parte sí, no cabe duda. Por mucha juventud y por muchas ansias de salir con los amigos e incluso de mantener relaciones afectivas durante la época del año en los que nos sentimos más atractivos, uno debe tener la suficiente templanza para saber sacrificarse no solo por el bien personal sino colectivo. Y si hay que dejar de salir de noche, se hace. Un sacrificio menor, comparado con lo que se puede padecer luego.

Pero como se suele decir, el sentido común es el menor de los sentidos, y proclamar lo contrario para intentar convencer a la masa juvenil sería como predicar en el desierto. Todos los días nos desayunamos con informativos que narran graves incidentes de la Policía a la hora de disolver reuniones de chavales desprovistos de mascarillas.

De la norma únicamente podrán salirse aquellos jóvenes con cercanía a quienes se hayan contagiado durante el primer semestre del año y hayan sufrido los peores efectos del coronavirus.

Lo triste es que nuestro Gobierno ha jugado sus bazas de forma inteligente, a diferencia de los ciudadanos que o bien hemos mordido el anzuelo o hemos mirado hacia otro lado, sin importarnos las consecuencias.

Y es que lejos de cumplir y acertar en sus decisiones, nos ha gestionado de forma caótica, improvisando a base de normativa tan cambiante como delirante (ni siquiera los juristas hemos tenido tiempo, ni casi ganas, de asimilar toda la información aparecida en en los boletines oficiales, con una motorización legislativa que nos lleva a sabe Dios donde, sin frenos ni casco y a doscientos por hora) y una vez que ha dado el testigo de la gestión a las comunidades, como Pilatos se ha lavado las manos.

Y ello supone adoptar una postura tan cómoda como lamentable al hacer responsable al ciudadano del devenir de los acontecimientos.

“Si no respetas las restricciones que te hemos impuesto, serás un insolidario ciudadano, tú serás el culpable de lo que pueda venir”

Pero cabe preguntarse ¿ No nos decían vds hace unos meses que no era obligatorio llevar la mascarilla? ¿ No es más cierto que no la imponían entonces porque no existía una provisión suficiente para la mayoría de la población?

No obstante, sí que podemos estar de acuerdo con esta postura de Papa Estado, que nos riñe a los ciudadanos por habernos portado mal, cuando compruebas que nuestros compatriotas adoptan unas posturas tan ridículas, que si nos limitáramos a calificar a esas personas como descerebradas seríamos canonizados y probablemente santificados.

Lo peor de todo es que muchos de ellos, incluso colegiados como médicos, se sirven de celebridades, algunas de ellas en horas bajas, pero con cierto peso mediático, como un conocido cantante que ha tenido la desgracia de perder a su madre este año y que nos ha dicho, como el que no quiere la cosa, que la crisis sanitaria viene a ser una invención, ideada por Bill Gates, que a través de la vacunación masiva planea implantarnos un chip en el cerebro para controlarnos a través del 5 G.

Y se ha quedado tan ancho. Con dos…..

Ciertamente parece una noticia surrealista leída en el siempre recomendable diario satírico El mundo today, publicación digital que muy a nuestro pesar ha perdido fuelle, precisamente porque desde hace unos años en España vivimos una situación de desconcierto propio del guión de una película de los hermanos Marx.

Y es que hoy día basta con acceder a cualquier noticia real para reír por no llorar, vista la deriva absurda que ha tomado el curso de los acontecimientos.

Pero las barbaridades del otrora exitoso cantante no se han quedado ahí; recientemente ha liderado la genial idea de que miles de personas negacionistas y conspiranoicas ( qué términos más feos pero qué gráficos, sin duda) se manifiesten en la calle contra del uso de mascarilla, que entienden una falacia planificada desde sabe Dios donde.

Lo gracioso del caso es que el propio cantante no acudió luego a la manifestación que había alentado y en la que la gran mayoría de los tres mil asistentes no llevaban puesta la mascarilla, ni por supuesto mantenían la distancia social.

Del lavado de manos no tenemos datos, pero el resto de ciudadanos responsables solo deseamos que sean sancionados con dureza y que si tienen la desgracia de haberse contagiado, sufran los menores perjuicios posibles. Bastante tienen con su galopante estupidez.

De todo lo anterior se puede extraer una preocupante reflexión: una irresponsable minoría es la que puede condicionar a una mayoría que cumple lo que resulta obligado.

Y más allá de las diabólicas componendas que dispone el juego de mayorías y minorías de votos y escaños para conformar Gobiernos tan imprevistos como atípicos (que se lo digan al actual, calificado por muchos como Frankenstein) difícilmente podemos encontrar ejemplos en los que unos pocos, pueden marcar el destino de muchos.

Y mientras tanto, el fútbol no se detiene, faltaría más. El opio del pueblo en tiempos de coronavirus.

Los que somos sufridos culés, tras tirar la liga, nunca podremos olvidar el 2-8 que nos ha endosado en la Champions el Bayern de Munich, pero hay que tomarse las cosas con filosofía y buen humor. Bastantes miserias tenemos ya como para disgustarnos por un resultado deportivo, por muy escandaloso que sea.

Y uno de los memes más graciosos fue el que mostraba a Fernando Simón (su tocayo Fernando Morán fue objeto de burlas y chistes en la década de los ochenta y el desaliñado doctor tiene todas las papeletas para emularlo, pese a que cuenta con admiradores que han llegado a tatuarse su rostro en la piel) manifestando que lo más probable es el que “el Bayern como mucho le marcará al Barcelona uno dos o dos goles como mucho”. Brillante.

Por ello, dadas las circunstancias, nos deben llegar a nuestra ya torturada mente todos y cada uno de los dichos, refranes y reflexiones que otros sabios nos han dejado para la historia.

Uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios, en boca cerrada no entran moscas y un largo etcétera.

Diez días antes del fin del Estado de Alarma, la ministra de educación, a preguntas de varios periodistas al respecto de si sería presencial el regreso a las aulas, la respuesta fue categórica: “Absolutamente sí”

Casi dos meses de aquello el plan del Ministerio de Educación pasa por una ‘vuelta al cole’ semipresencial a partir del segundo ciclo de ESO y por el establecimiento de los llamados ‘grupos burbuja’ en niveles inferiores. Y ello en la mejor de las previsiones,pero lo de grupos burbuja,mete miedo,la verdad.

Cruzamos todos los dedos de nuestras cuatro extremidades para que Fernando Simón no sea preguntado al respecto de este asunto.

Y mientras tanto, a todos nos sigue pareciendo graciosísimo saludarnos chocando nuestros codos.

PD:no somos partidarios de retocar nuestras publicaciones, pero la rabiosa actualidad nos obliga a hacerlo,porque un nuevo titular del diario ABC no tiene desperdicio:

Simón reconoce que la epidemia «está fuera de control en algunas zonas» y pide ayuda a los infuencers.

Apaga y vámonos,pero por favor,Simón,cierra al salir.

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