CÓMO ALIMENTAR A TU DRAGÓN DE COMPAÑÍA.


A nadie se le escapa que durante la presente legislatura, de la que aún queda un laaaaargo año, los acontecimientos en política se han venido solapando hasta el punto de que apenas da tiempo para una reflexión sosegada que sirva para abordar aquellos episodios que por su trascendencia para la ciudadanía, individualmente considerados, darían para un debate prolongado ,sesudo y apasionado.

Por eso, para quienes tengan encomendado pergeñar la mejor imagen posible de un candidato para las campañas electorales que se avecinan en 2023 ( primero las municipales y autonómicas, en mayo y luego, las generales, probablemente durante las próximas navidades) más que acudir a las virtudes que le son propias, le resultará aún más fácil recurrir al descrédito de unos adversarios, que desde hace tiempo ya han pasado a la categoría de unos enemigos a los que hay que destrozar mediáticamente.

Y para ello, tan solo tendrá que acudir a la hemeroteca para cerciorarse de todo lo que se ha incumplido en su ideario o programa, bien por cambios de criterio que ni su propio electorado entiende, bien por aquellas decisiones que no solo resultan incongruentes, sino que atacan directamente a nuestro Estado de derecho.

Sin embargo, no son pocos los que opinan que lamentablemente no contamos con una ciudadanía intelectualmente capacitada para comprobar cómo se nos está yendo de las manos nuestro país, llegando a la triste conclusión de que tenemos lo que nos merecemos, ni más, ni menos.

Uno que se considera de centro y que no se casa con nadie, ni por tanto se ve mermado por ataduras o clientelismos de partido, puede contemplar con cierta objetividad los devaneos de quienes, pese a su responsabilidad, se limitan a escupir por la boca lo primero que se le pasa por la cabeza, en una era en la que prima lo digital y lo inmediato, posibilitando que a golpe de tuit, lejos de cuidar las formas, tan necesarias en la búsqueda de la concordia, expresen sus opiniones sin importar la ofensa que pueden causar a quienes no las compartan.

Es más, precisamente lo que buscan unos y otros y siempre desde los extremos, es cavar nuevos surcos que agranden todavía más si cabe unas trincheras desde hace las que se parapetan quienes ni siquiera han vivido un solo día segundo del tardofranquismo que tanto insisten en mentar, como defensa o ataque, según los casos.

Por eso quienes hemos sido testigos presenciales (y no de referencia) de la resurrección de un país que surgió de las cenizas que nos dejó el dictador, ahora, asistimos atónitos e indignados a la desmembración de nuestra nación, ciertamente desnortada por unos representantes elegidos en las urnas que solo buscan apagar fuego con gasolina, cuando el terreno antes era húmedo, verde y prospero.

No en vano durante nuestra adolescencia y gran parte de la vida adulta, muchos pudimos disfrutar de unos derechos y libertades de los que carecieron nuestros padres y abuelos y que ahora parecen haber inventado unos treintañeros, ex universitarios de mucho pico a la hora de hablar y tuitear pero poca pala a la hora de dar el callo y trabajar.

Y de nada parece servir el que atrás hayamos dejado una pandemia que durante casi dos años nos tuvo atenazados.

Es más, durante tal incierto periodo, bien que comprobábamos como nuestros políticos se despedazaban con acusaciones que nada aportaban a una mayoría ciudadana que sin rechistar acataba las restricciones vigentes en sendos Estados de Alarma, que pese a que casi nadie ahora habla de ello, luego fueron declarados inconstitucionales por un Tribunal, seguramente muy facha.

Y pocos tampoco hablan ya del escándalo del espionaje de Pegasus, un programa israelí que actúa al mejor postor y que no solo tuvo entre sus objetivos al propio Presidente del Gobierno (supuestamente a instancias del Gobierno de Marruecos que tanto nos marca desde el Sur) sino a los lideres independentistas que provocaron su declaración unilateral de independencia en 2017.

Pues bien, de estos últimos vamos a escribir ahora, si bien es cierto que no es la primera vez que tratamos sus quitas, visto que en su día ya publicamos en este blog al hilo de los indultos.

https://teacusodeacoso.com/indultos-como-punos/

Hace cinco años, la mayoría de los ciudadanos españoles, ante la afrenta del procés, nos sentimos en disposición de exhibir, orgullosos, la bandera de nuestro país desde las ventanas y balcones, pese a la absurda replica y descalificación de ser considerados unos fachas , algo que se podía predicar sin riesgo a la equivocación y a mucha honra para ellos, de Blas Piñar y sus escasos acólitos de Fuerza Nueva, ya en democracia, pero que ahora se hace extensivo a modo de vil insulto a cualquiera que no comulgue con las ideología o posturas del actual gobierno, ya sean éstos ciudadanos de la calle o magistrados de un tribunal.

Más tarde serían condenados quienes promovieron la desconexión de España, acto que quizás se ha exagerado con el término de Golpe de Estado (porque estuvo condenado al fracaso desde el minuto uno) pero que fue considerado con buen criterio como delictivo, si bien como hemos visto con anterioridad, y desautorizando al Tribunal Supremo (el más facha, por supuesto, aún más que el Constitucional) los condenados serían indultados por el Gobierno de todos los españoles, muchos de los cuales, se manifestaron en contra de tamaño despropósito, anunciado a bombo y platillo como solución que iba a contentar a los separatistas.

Los que crecimos con las viñetas de Gallego & Rey tuvimos la oportunidad de contemplar desde el humor más inteligente, la acertada radiografía de un país que como decíamos antes, trataba de dejar atrás una dictadura para consolidarse como una nación moderna y democrática, mientras que otros, los etarras, con las pistolas y las bombas trataban de desestabilizarnos.

Por ello, en su momento percibí como digna sucesora de esta visión humorística una publicación de Miki y Duarte que retrataba como nunca lo que había sucedido con el independentismo catalán tras los gobiernos socialistas y populares y que con el tiempo abocó en el consumación del procés.

En una primera viñeta aparecía Felipe González ( que azota, cada vez que puede, al que es ahora uno de sus sucesores) llevándole un recipiente de comida a un dragoncito del todo indefenso.

En la segunda se ve José María Aznar (sí, el que hablaba catalán en la intimidad) con un nuevo recipiente recibido por el mismo dragón, visiblemente crecido, en el sentido literal del término.

En la tercera se aprecia como un José Luis Rodríguez Zapatero ( inicial soso-man reconvertido en el mayor valedor para el actual presidente) ya se ve sorprendido ante un amenazante dragón que ha doblado su tamaño y peso y que recibe de buen agrado su correspondiente ración de comida.

Y en la cuarta contemplamos a un despistado Mariano Rajoy (que últimamente se ha reconvertido en cronista de fútbol con ocasión del Mundial de Qatar con artículos que se firmarían en Quinto de Primaria) que, vestido de caballero medieval y portando una lanza, no sabe qué hacer ante un descomunal dragón del que solo se ven sus patas ya que el resto del cuerpo se sale de la viñeta, mientras que se escucha decir: “¡VENGA!¡DALE!” y no comida precisamente, sino con el arma que porta.

Llegados a este punto y vistas las últimas decisiones del Gobierno, del todo ad hoc o a la carta para los independentistas catalanes (la eliminación del delito de sedición, la reconversión del delito de malversación para el abaratamiento de su punición y la más que fundada sospecha del pacto de un referéndum consultivo para la población catalana) uno también ha de recordar un famoso anuncio de televisión de mediados de los años noventa.

Se trataba de una promoción del juego de mesa Scattergories (cuanta falta hacen ahora momentos de ocio tangibles que hagan poner en funcionamiento la masa cerebral y no los digitales, de mera contemplación pasiva) en el que se aceptaba pulpo como animal de compañía, para evitar que el dueño del juego se marchase de la sala enfadado.

Pues bien, el Presidente del Gobierno, desde hace tiempo ya viene aceptando como animal de compañía, no ya a ese pulpo del anuncio televisivo, sino a ese inmenso dragón, crecido y engordado a base de prebendas que otros, socialistas y populares, en su día se encargaron de proporcionar.

Y todo ello para lograr la mayoría parlamentaria a la que obligaba una Ley D’Hondt, que no se atrevieron a eliminar en la era del bipartidismo y que ahora, deben comerse con patatas, ajo y agua.

Muchos de los socialistas de carnet, los de toda la vida, permanecen silentes ante el devenir de los acontecimientos, mientras que otros, entienden que todo vale en política, incluso pactar con quienes sostienen públicamente y sin pudor alguno, (vgr. el filoetarra Otegui o la casi totalidad de los líderes independentistas catalanes) que se encuentran encantados de este contubernio (por emplear un término ciertamente facha) precisamente porque ni se sienten españoles, ni quieren seguir formando parte de España, algo que en otros países de nuestro entorno repugnaría dentro de su arco parlamentario.

Cierto es que, aparte de Felipe Gónzalez, existen otros socialistas díscolos, que no permanece impertérritos ante el dislate que se está fraguando y que si nada lo impide, se votará el próximo jueves en el Congreso.

Es el caso de, por ejemplo, Emiliano García-Page, presidente de Castilla la Mancha, cuyas incendiarias declaraciones no dejan lugar a duda al sostener que “no es tolerable pactar con los delincuentes su propia condena» y sentirse dolido «como español y como militante».

Y muchos (incluidos quienes fueron activos militantes del PSOE) también se atreven asegurar que vistos los precedentes, el perfil de nuestro Presidente del Gobierno apunta a lo que se denomina triada oscura de la personalidad:narcisismo, maquiavelismo y psicopatía.

Quien esto escribe no se atrevería a tanto, por carecer, no solo de la necesaria formación para aseverarlo, partiendo de unos indicadores que como profano me puedan servir para pronunciarme sobre algo que para otros, mucho más instruidos que yo, parece tan evidente.

Pero salvo que uno sea obtuso mental (lo que es extensivo para los que padecen una ceguera propia de los inmersos en ideología sectaria y cuadriculada) puede llegar a la conclusión de que Pedro Sánchez, para mantenerse en la poltrona del poder, no solo se ha vendido a sus socios del Gobierno (que, no olvidemos, son minoritarios en cuanto a los votos obtenidos en las pasadas elecciones) sino que alimenta y sacia a un dragón del independentismo, que lejos de conformarse, siempre pedirá más y que no es un animal al que se pueda domesticar como mascota.

Por eso, resulta hasta grotesto leer que en el PSOE se congratulan por la hoja de ruta que se está siguiendo desde Moncloa, en cuanto que ahora, con una Cataluña pacificada , sin alborotadores quemando ruedas, y con un Camp Nou más calmado que nunca a partir del minuto 17:14 de juego, la situación es idílica si lo comparamos con el 2017.

Pedro Sanchez, bien por vileza o por puro e indeseable oportunismo político, hace tiempo que no ve delante de sus narices la línea que separa entre lo que es beneficioso o perjudicial para España, actuando tan solo a base de los impulsos que su enorme ego le obliga a consierar qué es lo mejor para él, luego para él y en tercer lugar para él.

Y no ve esa línea, porque de tanto pasar por encima de ella, la ha borrado, quizás para siempre.
Las urnas más pronto que tarde dictarán su sentencia; y si los resultados y las componendas de la aritmética de votos avalan su continuidad, quizás a muchos se les siga reproduciendo los dolores gástricos y su cabreo alcanzará cotas kilómetricas.

Pero entonces quizás realmente habrá que decir que tenemos lo que nos merecemos.

Por eso, no es del todo descabellado sostener, que si, en circunstancias venideras coincidentes con las actuales, ha de ganar el PSOE, que por Dios, lo haga con mayoría absoluta sin necesidad de tener que pactar con independentistas y extremistas de la izquierda.

Y es que si entre Vox y el Partido Popular, como apuntan la mayoría de las encuestas, se conforma un Gobierno de derechas, bastante alejado del centro, tendremos Huelgas generales cada dos meses y arderán las calles y no solo por el fuego emanado del dragón independentista.

Será entonces cuando comprobaremos cuánto de cierto hay de esa triada oscura de la personalidad que difícilmente podrá ocultar.

Mientras tanto, los de centro, seguiremos siendo unos redomados fachas.

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