En los años noventa del pasado siglo fue muy recurrente en España referirse popularmente al “primo de Zumosol”, como alguien robusto y protector de los indefensos.
Todo partía de una conocida campaña publicitaria, con varios anuncios de televisión, que aún pueden verse en youtube y que promocionaban productos de zumo de la conocida empresa.
El desarrollo era similar en todos ellos: un chaval de unos 10 años molestaba a otro niño, mucho más pequeño, que advertía al mayor con chivarse a su primo, que tomaba “mucho, pero que mucho Zumosol”.
A continuación, ante el atónico abusón aparecía en escena un joven apuesto y musculoso, impertérrito cual coloso, portando un brick de zumo, con pajita extraída.
Tras la correspondiente alocución con una voz en off, invitando a la compra del producto que tenía “toda la energía del sol”, el anuncio finalizaba con el joven dando un leve escarmiento físico al abusón.
Es evidente que dicha publicidad no pasará a la posterioridad por su calidad, y ciertamente frivolizaba sobre un fenómeno que por entonces se daba por hecho y no suponía excesiva preocupación para la sociedad, al igual que la violencia de género.
Pero es innegable que los creativos de Zumosol dieron en la diana , al llamar la atención y calar con el mensaje de la promoción en la opinión pública, aunque solo fuera en un tono de ironía, que ahora resultaría impensable.
Pues bien, ese robusto joven de 21 años, imagen del poderío físico y símbolo, algo estereotipado de la defensa de los débiles, fue encarnado en alguno de esos anuncios por Sergio Medialdea, modelo de otras campañas de primeras marcas, como Armani o Police, amén de actuar en varias películas e intervenir en diversos programas de televisión.
Y Sergio, casi tres décadas después, ha sorprendido a todo el mundo, rompiendo un silencio que había mantenido desde entonces, para revelar que desde los 8 a los 18 años había sufrido acoso escolar.
Primero, durante la educación infantil (entonces E.G.B) en un elitista colegio privado, donde su madre trabajaba de limpiadora y donde Sergio era menospreciado, por ser de familia humilde, y tratado como “hijo de limpiadora” y “muerto de hambre”
Después, durante su estancia en el instituto,donde era apodado como “Oxido de hierro” (FE-O es la nomenclatura que simboliza dicho compuesto) por llevar gafas con unos cristales muy gruesos, que necesitaba para corregir su estrabismo extremo.
Pero es que además, se burlaban de él por su baja estatura ( con 14 años solo medía 1,46 de altura) y solían quitarle el dinero que llevaba encima, al tiempo que recibía collejas.
La gota que colmó el vaso fue cuando, tras una actividad deportiva, sus acosadores quisieron ridiculizarlo en público y le quitaron toda su ropa, obligando a un avergonzado Sergio a tener que mostrarse desnudo delante de muchas personas.
En ese momento, vista la humillación diaria que sufría, su autoestima ya estaba por los suelos e incluso llegó a pensar en suicidarse, por considerarse un inútil y entender que sobraba en este mundo.
Pero Sergio afortunadamente superó el acoso, gracias al desarrollo propio de su anatomía, creciendo casi cuarenta centímetros en dos años, a cambiar sus gafas por unas lentillas y sobre todo, a practicar cuatro horas diarias de gimnasia sueca, para lograr una envidiable condición física.
Sergio Medialdea ha escrito tres libros, trabaja actualmente como agente inmobiliario e imparte conferencias sobre motivación y superación para los adultos y charlas en los colegios para concienciar sobre el acoso escolar.
Y si bien tuvo la valentía y fortuna de superar el bullying sin tener que recurrir a la denuncia (ni siquiera sus padres los sabían) Sergio siempre incide en que resulta imprescindible romper esa ley del silencio que siempre impera, por vergüenza o por miedo a represalias.
Poco antes del inicio del confinamiento, acudió al Instituto Santa María de Ibiza, luciendo una camiseta, con un lema a seguir:
“Stop Bullying, bajar la mirada, jamás”