BARÇAGATE, EL ÚLTIMO ESCÁNDALO DE UN CLUB DE FÚTBOL BAJO PERMANENTE SOSPECHA.

Uno que se siente culé desde que tiene uso de razón, en los últimos años ha tenido que soportar carros y carretas por mantenerse afín a los colores blaugranas.

Y todo ello pese al intento de ruptura por parte de un amplio sector de la sociedad catalana, que no solo se ha proyectado a los partidos políticos, sino también al seno del club más representativo de Cataluña.

No entraremos a debatir ahora sobre la cuestión política y si resulta congruente sentirse español y seguidor del Barça, lo cual parece de Perogrullo.

Tan solo apuntaremos al respecto que el flamante Presidente del club, Joan Laporta, poco antes de las elecciones, se mostraba integrador, al señalarle al periodista José Ramón de la Morena que quería “ un Barça en el que quepan todos, independentistas y no independentistas»

No obstante, ciertamente uno ya no sabe que creerse, más allá de lo que emana de los labios de uno mismo, toda vez que el propio Laporta (que en su día ya fue Presidente del club) en unas elecciones a Cataluña había concurrido bajo las siglas de un partido independentista y difícilmente le dará ahora al club un sesgo españolista que sería rechazado por la mayoría de sus socios.

Sea como fuere, quien escribe estas líneas es un simple aficionado y como tal, es muy libre de decidir a qué equipo seguir. Faltaría más.

Cuestión distinta es que deportivamente, los culés estemos de capa caída, aunque como se suele decir, que nos quiten lo bailado, vistos los éxitos cosechados desde la llegada de Pep Guardiola, en adelante y todo hay que decirlo, desde la irrupción de Messi como uno de los mejores jugadores de la historia.

No obstante, no podemos vivir siempre de la herencia pasada, y en agosto del año pasado ya nos referíamos de soslayo a la crisis futbolística del Barça, en lo que constituyó, por diversos motivos, la temporada más aciaga que se recuerda en años.

Pues bien, dejábamos la pasada temporada con la posible espantada de Messi, que algunos ya dábamos por sentada e incluso asumíamos como plausible, para poder empezar desde cero, sin ataduras a un pasado glorioso que no se repetirá en años, quizás en décadas, hasta que pueda surgir un fenómeno que aspire a ser la mitad de bueno que el astro argentino.

Y ahora, que ha hemos atravesado el ecuador de la temporada 2020/2021, solo puede aspirarse a un título de liga y otro de Copa, tras ser el equipo eliminado de la Champions.

Pero al margen de lo deportivo, los focos siguen apuntando a un escándalo, que si bien estalló poco antes de la pandemia, ha venido acaparando todos los titulares, en especial, tras el registro policial de las oficinas del club y la detención del que fue hasta hace poco dirigente del club, Josep María Bartomeu.

Escándalo, del que aún no se conocen todos los detalles por el secreto de las actuaciones judiciales, incoadas tras la denuncia formulada por el grupo de opinión azulgrana Dignitat Blaugrana en abril del año pasado.

Y escándalo que nuevamente nos muestra cuánta preponderancia tiene la creciente digitalización en el actual contexto, en el que las redes sociales ya forman parte del Cuarto Poder, ya de por sí maleado, aumentando el efecto pernicioso del manejo de la información para atender a unos u otros objetivos, que a veces pueden ser perversos, en cuanto a sus efectos manipuladores.

Todo empezó el 17 de febrero de 2020, cuando la cadena SER hacía público que dentro de las empresas al servicio de la por entonces directiva del Club presidido por Bartomeu, figuraba una de servicios digitales, I3 Ventures.

Si bien el pretexto para su contratación sería analizar las tendencias en redes sociales en relación al seguimiento de los aficionados, en realidad se buscaría otro doble objetivo mucho más partidista, a través de otras sociedades vinculadas a I3 Ventures: monitorizar la reputación online del Presidente Bartomeu, localizando los focos críticos contra la directiva y lo que es más grave, emprender una campaña de desprestigio hacia otras personas “incomodas”, a través de las redes sociales.

Pero es que además, el montante de lo abonado a dicha empresa había ascendido nada menos que a un millón de euros, lo cual parece una barbaridad, si tenemos en cuenta el “precio de mercado”, donde convergen múltiples empresas e incluso particulares que hubieran realizado el mismo encargo a un precio sensiblemente inferior, entre 120.000 y 150.000 euros, aproximadamente.

En este sentido, conviene advertir que no entraremos a valorar la supuesta (que no presunta) conducta criminal por la comisión de un delito de administración desleal y corrupción entre particulares, sino que centraremos nuestro análisis en lo que supone una evidente quiebra moral de una directiva que se enfanga para atacar a otros, en su propio beneficio, lo que a la postre ha sido su perdición y el descrédito nacional e internacional del club.

Es de sobra conocido que muchas celebridades o aspirantes a serlo , como los influencers, se sirven de las redes sociales, a modo de autobombo para crear seguidores y likes falsos por los que llegan a pagar dinero, en aras de aumentar la popularidad y posibles rendimientos económicos, lo cual es una falacia en toda regla.

En este sentido, nos remitimos a una publicación del pasado año:

Sin embargo, esta dudosa ética deviene en práctica carente de moral, cuando no solo se pretende reforzar la imagen propia, sino que se trata de desprestigiar la del competidor.

En el ámbito publicitario nos encontramos con que lo se denomina black marketing o competencia desleal, en cuanto que no solo se produce una loa al propio producto que se promociona, sino que se trata de criticar con inquina al del rival.

Pero ocurre que, a diferencia de lo que sucede en la normativa publicitaria, que tacharía de ilícita esta actuación, no existe un marco jurídico claro para impedir tamaña estrategia de ponerle palos en la ruedas de los rivales, para manipular a la ciudadanía.

Y lo anterior resulta más que preocupante, vista la polarización que nos ha tocado vivir, donde las redes sociales juegan un papel esencial, tal y como también comentamos en nuestro blog, a raíz de un reciente documental emitido en Netflix:

En este sentido, si hablamos de la implicación de las redes en la política, un claro ejemplo de ello es lo denunciado por una periodista Carole Cadwalladr, cuando apuntaba a una consultora inglesa, que habría accedido ilegalmente a los datos de ochenta y siete millones de usuarios de Facebook, para luego poder manipularlos electoralmente, tanto para la votación de Trump en 2016, como para el referéndum del Brexit.

Pues bien, centrados ya en la censura que se puede hacer a la entonces directiva culé, en cuanto a la falta de juego limpio y sin perjuicio del posible ejercicio de las acciones civiles que pudiera corresponder a los afectados por la vulneración de su derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, lo que precisamente más llamaba la atención eran los objetivos de la campaña de desprestigio.

Y es que, amén de poner en la diana en poderosos empresarios vinculados a las retransmisiones televisivas, como Jaume Roures, firmes opositores a la directiva de Bartomeu como Victor Font, o futuribles candidatos a la Presidencia, como Joan Laporta, los ataques se centraban también en ex futbolistas del club con mucho peso en el entorno de Barça y que podían ser captados por sus rivales en las siguientes elecciones, como Xavi, Pujol y Guardiola.

Pero aún más sorprendente, igualmente se desprestigiaba a jugadores de la actual plantilla, tan relevantes como el siempre contestatario y crítico Gerard Piqué y sobre todo, el mismo Leo Messi, cuya millonaria renovación estaba, como ahora, en el aire.

Pues bien, el mecanismo de desprestigio consistía en hacer virales una serie de bulos (fake news) o difundir memes con comentarios satíricos, y emoticonos, con un mensaje que rozaba el insulto, incluso contra alguno de los familiares de los elegidos, cuestionando su verdadero amor a los colores, su afinidad al catalanismo imperante o alegrándose por sus infortunios deportivos.

Sin ánimo de ser exhaustivos, en términos generales conviene señalar que una práctica de tal calibre se puede realizar a través de bots , en cuanto que software que de forma automatizada actúan como si fueran humanos, aunque con imágenes de perfil y nombres de usuarios, que cuando menos invitan a la sospecha.

En este sentido, es importante señalar que en Instagram o Twiter, resulta más fácil su detección, toda vez que los mismos bots se terminan delatando, por su intensa actividad y por el hecho de seguir siempre a otras cuentas, que a su vez son sus seguidoras, lo que supone un flujo continuo que se retroalimenta y “canta por soleares”.

Pero en el caso del Barçagate, se servían para la campaña de desprestigio de la red de redes, Facebook, que actúa bajo otros patrones más difíciles de detectar, con varias cuentas asociadas a diversas webs, desvinculadas oficialmente del Barça, desde donde se difundían los bulos y burlas.

No obstante, siguiendo el rastro de todas las cuentas y “fanpages”, y verificado que muchas se habrían activado el mismo día, era lógico deducir que la coincidencia en cuanto al desprestigio ajeno, no era fruto de la casualidad.

Pero sea cual sea el método, como consecuencia de la campaña, resulta inevitable un efecto llamada, porque tanto el bulo como la destructiva sátira suele encontrar acomodo y multiplicar sus efectos en la caja de resonancia de Twiter, uno los mayores estercoleros de internet, donde ya entrarían al trapo infinidad de usuarios reales.

Una vez destapada la noticia por la cadena SER y visto el revuelo informativo, no se hizo esperar una respuesta oficial del club, que no convenció a nadie, dadas las evidencias.

“A raíz de las informaciones difundidas hoy sobre la contratación de una empresa dedicada a crear estados de opinión en las redes sociales para erosionar la imagen de terceros relacionados directa o indirectamente con el Club, el FC Barcelona:

1.- Niega rotundamente ninguna relación y, aún más, la contratación de servicios vinculados a cuentas de redes sociales que hayan difundido mensajes negativos o de menosprecio en relación con cualquier persona, entidad u organización que tenga o haya tenido relación con el Club.

2.- I3 Ventures, proveedor del Club, no tiene ningún vínculo con estas cuentas y, si se demostrara algún tipo de relación, el Club rescindiría inmediatamente su relación contractual y ejercería las acciones legales oportunas en defensa de sus legítimos intereses.

3.- Asimismo, el FC Barcelona confirma que tiene contratados servicios de monitorización de redes sociales con el objetivo de tener conocimiento, tanto de los mensajes positivos como los negativos, de los que la Entidad es el objeto.

4.- Con la contratación de estos servicios, el Club vela por proteger y preservar su reputación, así como la de aquellas personas vinculadas al Club (patrocinadores, jugadores, directivos, socios, peñistas…), en la medida que la protección de esta reputación es un elemento primordial y un deber irrenunciable para los que trabajan por la Entidad.

5.- El Club exige la rectificación inmediata de las informaciones difundidas y se reserva el derecho a ejercer las acciones legales oportunas contra quien siga implicando al Club en este tipo de prácticas”

Esa misma noche, la cadena SER alojaba en su web un amplio dossier, más que ilustrativo, de todo lo que se había desvelado y como por arte de magia, muchas de las polémicas cuentas dejaron de estar activas y el club rescindió su contrato con I3 Ventures.

Sin embargo, la Directiva no presentó su dimisión en bloque para convocar elecciones, confiada en que los resultados deportivos pudieran desviar la atención.

Fue entonces cuando la pandemia trajo consigo un Estado de alarma y una severa restricción de derechos que solo ha podido rebajarse durante el verano más extraño de nuestras vidas.

Verano, en el que, como decíamos antes, supuso la dolorosa eliminación de la Champions y el desencuentro con Messi.

A la vuelta de vacaciones, y recuperada cierta normalidad , la moción de censura era cuestión de semanas.

Finalmente, Bartomeu no tuvo más remedio de presentar la dimisión a finales octubre y se convocarían unas elecciones que han devuelto a Laporta a la presidencia del club.

Como decimos, la posible responsabilidad penal que recaiga sobre los investigados, más que el fondo, tendrá que ver con la forma por la que se trató de manipular a los aficionados de uno de los clubes deportivos más importantes del mundo.

Estaremos pues muy atentos al devenir de las actuaciones judiciales y a todo lo que se vaya haciendo público acerca de este escandaloso asunto, que ha manchado a la entidad blaugrana.

Y es que quizás el Futbol Club Barcelona esté en sus horas más bajas, salvo que la nueva directiva de Laporta vuelva a poner las cosas en su sitio; experiencia positiva no le falta, sin duda.

Hasta entonces, dentro y fuera del terreno de juego parece que, con o sin Messi, los males del Barça no tienen remedio.

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